Mientras funcionarios de Estados Unidos rechazaban la queja del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva de que «nada había cambiado» en las relaciones entre Washington y América Latina durante el gobierno de Barack Obama, analistas independientes asentían con la cabeza. La administración «comenzó muy bien, pero las cosas terminaron muy mal», opinó Abraham […]
Mientras funcionarios de Estados Unidos rechazaban la queja del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva de que «nada había cambiado» en las relaciones entre Washington y América Latina durante el gobierno de Barack Obama, analistas independientes asentían con la cabeza.
La administración «comenzó muy bien, pero las cosas terminaron muy mal», opinó Abraham Lowenthal, experto en temas latinoamericanos y presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, al participar la semana pasada de un foro organizado por la Brookings Institution.
En temas clave, Obama faltó a sus promesas hechas en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, en abril de 2009, de procurar un «acercamiento sobre la base del mutuo respeto» con sus vecinos del sur.
La administración no avanzó hacia la normalización de relaciones con Cuba ni clausuró la base militar en la bahía de Guantánamo. Manejó torpemente el golpe de Estado de 2009 contra el presidente hondureño Manuel Zelaya, no consultó a la región por el acuerdo con Colombia para acceder a sus bases militares y rechazó los esfuerzos de Brasil para aliviar las tensiones entre Occidente e Irán.
Además, el gobierno de Obama no pudo persuadir al Congreso legislativo estadounidense de que aprobara una completa reforma migratoria y nuevas leyes para dificultar que carteles de la droga en México importaran armas desde Estados Unidos. Todo esto contribuyó a una creciente desilusión en América Latina, según expertos en Washington.
«Es más que una desilusión», acotó Lowenthal, co-editor del nuevo libro publicado por la Brookings Institution, titulado «Shifting the Balance: Obama and the Americas» («Cambiando el equilibrio: Obama y las Américas»). «En América Latina hay un gran reconocimiento de las grandes diferencias (respecto del gobierno de George W. Bush, 2001-2009), pero se habla mucho de ‘engaño'» de parte de Obama, indicó
Esta desilusión, o sensación de haber sido engañados, podría profundizarse en los próximos dos años, alertaron expertos, e indicaron que la nueva mayoría del opositor Partido Republicano en la Cámara de Representantes de Estados Unidos seguramente dificulte todavía más las relaciones hemisféricas.
De hecho, la entrante presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la cámara baja y líder anticastrista de Miami, Ileana Ros-Lehtinen, adelantó que frustraría cualquier intento de Obama de aliviar el embargo contra Cuba o de reducir las tensiones con Venezuela y sus socios en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), como Nicaragua y Bolivia. «Si Obama esperaba realizar cambios drásticos en sus políticas, será aun más difícil ahora», dijo a IPS Geoffrey Thale, director de programas de la Oficina de Washington sobre América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés).
«Enfrenta a una Cámara de Representantes republicana que probablemente hará sonar el tambor cada vez que haya amenazas a la seguridad de Estados Unidos de parte de Venezuela, Irán y otros nuevos miembros del ‘eje del mal'», añadió. «Del Congreso saldrá un discurso del estilo ‘blanco o negro’ que causa antipatía en casi todos en América Latina».
De hecho, un memorando divulgado esta mes por el neoconservador American Enterprise Institute y escrito por el principal consejero de Bush para América Latina, Roger Noriega, llamó al Congreso a «someter al régimen de Venezuela, dependiente del petróleo, a sanciones paralizantes a menos que cambie sus actividades agresivas e ilegales».
El documento, titulado «Agenda de acción sobre América Latina para el nuevo Congreso», acusa al presidente venezolano Hugo Chávez de, entre otras cosas, ofrecer al «Estado terrorista de Irán una plataforma estratégica desde la cual operar cerca de las costas estadounidenses» e insta a adoptar sanciones contra la empresa estatal Petróleos de Venezuela si ésta no demuestra «que no hace negocios con Irán».
Aunque estas ideas sean rechazadas por el Senado, controlado por el gobernante Partido Demócrata, las audiencias en el Congreso para promoverlas seguramente generarán un debate que les dará apoyo público.
Ted Piccone, subdirector de política exterior en la Brookings Institution, opinó que las probabilidades de que Obama dé pasos decisivos para aliviar el embargo a Cuba -tema clave en las relaciones hemisféricas-son «levemente mejores que cero». «Cuba está cambiando, y… estamos perdiendo el barco. Estamos estancados en la mentalidad de la Guerra Fría y en la política de Florida», señaló. Además, el triunfo republicano en el Congreso hace virtualmente imposible que se adopte una reforma migratoria en los próximos dos años.
Pero el gobierno de Obama insiste en que han mejorado las relaciones con América Latina, particularmente, según palabras del secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, en «revertir la peligrosa disminución de la buena voluntad hacia Estados Unidos que se produjo en la década anterior». Destacó que dos tercios de la población en la mayoría de los países latinoamericanos muestran una actitud favorable hacia Washington, «un incremento de 10 a 20 puntos sobre los niveles de 2008», según la última encuesta de Latinobarómetro.
El blog de Jim Lobe sobre política exterior puede leerse en http://www.lobelog.com.