Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Se puede descontar que los medios israelíes sigan la línea del gobierno sobre Jerusalén Este. ¿Pero por qué tantos periodistas extranjeros hacen lo mismo? Sin duda algunos son ignorantes, otros flojos.»
Las conversaciones entre Barack Obama y las dirigencias israelí y palestina durante la última quincena han desatado una inundación de interés mediático por los asentamientos que Israel ha estado construyendo en territorio palestino durante más de cuatro décadas.
El mensaje del presidente de EE.UU. es inequívoco: el continuo crecimiento de los asentamientos imposibilita el establecimiento de un Estado palestino, y por lo tanto de la paz entre israelíes y palestinos.
Se puede esperar que repita mañana este mensaje cuando se dirija al mundo musulmán desde el Cairo.
La implicación de la política del señor Obama es que, una vez que Israel haya congelado los asentamientos, tendrá que comenzar a desmantelar una cantidad importante de ellos para restaurar el territorio requerido para un Estado palestino.
Comprensiblemente, en una era de continuo flujo de noticias, muchos medios noticiosos se han estado apresurando a crear textos instantáneos sobre los colonos, basándose sobre todo en las agencias de noticias internacionales, como ser Reuters, Associated Press (AP) y Agence France-Presse (AFP).
Esas organizaciones, con personal basado en Jerusalén y Tel Aviv producen un torrente de informaciones que son utilizadas por periódicos y difusores en todo el globo.
Por lo tanto, considerando su influencia sobre la opinión pública mundial y la importancia vital del tema de los asentamientos en la solución del conflicto israelí-palestino, ¿pueden confiar los lectores en que las noticias noticiosas les ofrezcan una cobertura ecuánime? La respuesta es, desgraciadamente, negativa.
Incluso en el hecho más básico sobre los colonos – la cantidad que vive en territorio palestino ocupado – las agencias se equivocan continuamente.
Hay cerca de medio millón de judíos que viven ilegalmente en tierra ocupada por Israel en la guerra de 1967. Da o toma unos pocos miles (Israel tarda en actualizar sus cifras), hay cerca de 300.000 colonos en Cisjordania y otros 200.000 mil en Jerusalén Este.
Suena simple. ¿Qué se debe pensar por lo tanto de la siguiente línea bastante típica de un informe publicado por AFP la semana pasada: «Más de 280.000 colonos viven actualmente en asentamientos diseminados por el territorio palestino que Israel capturó durante la Guerra de Seis Días de 1967»?
¿O ésta de AP: «EE.UU. considera que los asentamientos – donde viven casi 300.000 israelíes – son obstáculos para la paz porque están construidos en territorio capturado que los palestinos reivindican para un futuro Estado»?
¿Dónde quedaron los 200.000 colonos que faltan?
La respuesta es que se encuentran en Jerusalén Este, lo que significa cada vez más que para los periodistas de las agencias no son en absoluto colonos.
En muchos informes, la población de colonos en Jerusalén Este queda fuera de la ecuación. Pero incluso cuando las agencias de noticias señalan la cantidad de colonos en el lugar, son mencionados separadamente de los que están en Cisjordania, o son descritos simplemente como «judíos.»
Peor todavía, ese enfoque engañoso tiene un efecto de goteo. El propio personal de los principales periódicos comete los mismos errores básicos.
Por lo tanto, el New York Times informó despreocupadamente la semana pasada, que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, había hecho «un brusco llamado el miércoles para una congelación total de la construcción de asentamientos en Cisjordania.»
En realidad, había dicho que el presidente deseaba «ver una detención de los asentamientos – no de algunos asentamientos, no de puestos avanzados, no de excepciones de crecimiento natural.» La implicación era que la Casa Blanca quiere una congelación de todos los asentamientos, incluidos los de Jerusalén Este.
No se trata de pequeñeces lingüísticas.
El intento de Israel de diferenciar entre el estatus de Cisjordania y el de Jerusalén Este, aunque esos territorios adyacentes son igualmente palestinos y fueron ambos capturados por Israel en 1967, se encuentra en el corazón del conflicto y de su solución.
La posición oficial de Israel, aceptada por sus políticos de izquierda y derecha, es que en 1967 Israel «unificó» Jerusalén al anexar su parte oriental, palestina, y convirtió a la ciudad en la «capital eterna del Estado judío.»
Los 250.000 palestinos de Jerusalén Este – que recibieron un estatus de «residentes permanentes» en lugar del de ciudadanos israelíes – no viven según los israelíes bajo la ocupación.
Además, después de 1967, Israel modificó las fronteras municipales de Jerusalén para incorporar un inmenso trozo de Cisjordania que casi llega al río Jordán. La anexión se convirtió en una manera no sólo de apoderarse de Jerusalén Este, sino también de construir asentamientos en un área mucho mayor a fin de sabotear las esperanzas palestinas de tener un Estado.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró recientemente hablando de Jerusalén Este de que «no es un asentamiento y continuaremos construyendo allí.»
Ese punto de vista era compartido por Ehud Olmert, quien en sus últimos meses en su puesto ordenó que miles casas para judíos fueran construidas en la parte palestina de la ciudad, a pesar de compromisos que hizo para una congelación de los asentamientos en la conferencia de paz de Anápolis a fines de 2007.
Se puede contar con que la mayor parte de los medios israelíes sigan la línea del gobierno sobre Jerusalén Este. ¿Pero por qué hacen lo mismo muchos periodistas extranjeros? Algunos son sin duda ignorantes, otros flojos.
Pero los periodistas de las agencias y sus editores, que están bien versados en la complejidad del conflicto – a diferencia de sus reporteros locales palestinos que les suministran los textos originales – están demasiado cerca de Israel para seguir siendo enteramente imparciales.
Algunos son ciudadanos israelíes, o están casados con uno. Pero, incluso entre aquellos que no lo son, la abrumadora mayoría del personal editorial superior vive dentro de Israel, y absorbe la cobertura israelí, en hebreo o en inglés. También comen en restaurantes israelíes y van a fiestas israelíes, lo que los hace susceptibles a adoptar la perspectiva consensual israelí.
Los periodistas de las agencias terminan, con demasiada facilidad, reflejando – y agregando una capa de legitimidad – a la opinión israelí sobre Jerusalén Este.
Alto personal de las agencias han admitido que existe ese agujero negro en su cobertura. «Pensamos en los colonos en Jerusalén Este como en una categoría separada,» dijo uno, quien pidió que no se le nombrara. ¿Por qué? «Porque es como los ven en Israel.»
Ante otras preguntas, aceptó que probablemente debieran ser incluidos en las cifras de los colonos. «Es algo que estamos discutiendo,» agregó.
No hay tiempo que perder. Si no se tiene cuidado, otros engaños que Israel quiere imponer al gobierno de EE.UU. también podrían terminar por llegar empotrados en los textos de las agencias noticiosas.
Israel quiere que se haga una distinción entre los así llamados puestos avanzados, donde viven unos pocos miles de colonos, y los 120 asentamientos establecidos; y entre los asentamientos más pequeños al oeste del muro de separación de Israel y la masa al «lado de Israel» pero todavía en territorio palestino.
Es deber de los periodistas recordar a sus lectores la forma internacionalmente aceptada de ver los asentamientos. No debieran olvidar el derecho internacional, y posiblemente ahora la visión de la paz de la Casa Blanca, requiere también la remoción de 200.000 colonos en Jerusalén Este.
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Una versión de este artículo apareció originalmente en The National (www.thenational.ae), publicado en Abu Dhabi.
Fuente: by courtesy & © 2009 Jonathan Cook