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La nueva lectura de Marx de Michael Heinrich (XX)

Economía de mercado y capital: «la transición del dinero al capital»

Fuentes: Rebelión

Nos adentramos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El primero de ellos: » Economía de mercado y capital: la transición del dinero al capital», pp. 117-122. Antes de entrar en materia: una (excelente y breve) nota a pie de página de Marcello Musto relacionada con […]

Nos adentramos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El primero de ellos: » Economía de mercado y capital: la transición del dinero al capital», pp. 117-122.

Antes de entrar en materia: una (excelente y breve) nota a pie de página de Marcello Musto relacionada con lo que estamos comentando en estas entregas: «Boris Nikolaevski y Otto Maenchen-Helfen, biógrafos de Marx, afirman correctamente, en el prólogo de su libro [Karl Marx. Eine Biographie, Berlín, Dietz Verlag, 1976], que «De mil socialistas, quizás uno solo haya leído una obra económica de Marx; de mil antimarxistas, ni siquiera uno ha leído a Marx» (Marcello Musto: «La Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA) y el redescubrimiento de Marx». En Marcello Musto (coordinador), Tras las huellas de un fantasma. La actualidad de Karl Marx, Siglo XXI, Madrid, 2011, p. 30). Un libro, por cierto, que vale la pena relacionar en la lista de «ensayos a tener muy en cuenta».  

Al final del resumen un comentario crítico de Manuel Martínez Llaneza.  

El primer apartado. Nos recuerda MH que Marx se ocupa en los tres primeros capítulos de EC de la mercancía y del dinero. Pero que no habla en ellos explícitamente del capital. Ello ha llevado, erróneamente en su opinión, a algunos autores a considerar que el filósofo de Tréveris hablaba, en un elevado nivel de abstracción, de la producción mercantil simple precapitalista, es decir, de un modo de producción en el que predominaban las relaciones dinerarias y mercantiles pero que o bien no conoce todavía el capital o bien lo conoce de forma poco desarrollada. El capital no sería el eje principal de ese modo de producción.

Se supone además (¿Quién lo supone?), prosigue MH, que las mercancías se intercambian conforme a sus valores (de trabajo).La razón: los productores conocerían con exactitud sus propios gasto de trabajo y el de los demás.

Para MH el representante más prominente de esta interpretación fue nada menos que el mismísimo gran amigo de Marx, Friedrich Engels (quien recibe generalmente, como sabemos, todos los palos, también los suyos, los de MH). La formuló, nos recuerda MH, en su apéndice al libro III de EC (años después de la muerte de Marx) e influyó decisivamente, dada la autoría de la observación, en muchos marxistas.  

[En nota a pie de página. nuestro autor señala que esa concepción forma parte del repertorio estándar de lo que él llama, recordemos, «marxismo tradicional». El ejemplo que nos da en esta ocasión: Ernest Mandel con su lectura historicista. Cita dos de sus libros de introducción: Tratado de economía marxista e Introducción al marxismo].  

Para MH la concepción apuntada, la defendida por Engels, es problemática por varios razones:

1. Como afirmación histórica: «si bien se intercambiaba ya hace miles de años y existe dinero acuñado por lo menos desde el siglo VI a.C., las relaciones dinerarias y mercantiles de las épocas precapitalistas estaban siempre incrustadas en otras relaciones de producción, nunca eran completas y la economía no estaba dominada por ellas». Para MH todo esto tiene lugar por primera vez con la expansión del MPC.

2. Como concepto teórico: «Marx intenta mostrar precisamente que la determinación del cambio por los valores no se basa en un cálculo consciente de las cantidades de trabajo gastadas, que las personas que intercambian no saben lo que hacen, que de hecho el contexto social se impone ‘a sus espaldas'».

3. Como lectura de los primeros capítulos de EC, la interpretación comentada no comprende lo que Marx hace: el análisis de la «circulación simple». No se analizan relaciones precapitalistas que existieron en algún momento «sino relaciones capitalistas presentes (a esto alude ya la primera fase de la obra…) pero prescindiendo del capital».  

[Por circulación simple debemos entender según MH: «la circulación de mercancías y dinero como formas de circulación que dominan toda la economía pero, por así decirlo, en una consideración restringida: se hace abstracción de la existencia del capital»].  

Que se haga abstracción del capital no es una disposición arbitraria del teórico ni tampoco una decisión didáctica marxiana. En esa abstracción se expresa un determinado aspecto de la realidad: la circulación simple aparece (el autor cita a los Grundrisse) «como lo inmediatamente existente en la superficie de la sociedad burguesa».

A primera vista, prosigue, la economía parece dividirse (¿a quién le parece?) en tres grandes ámbitos separados: 1. La esfera de la producción: «con las posibilidades técnicas correspondientes se producen bienes y se prestan servicios». 2. La esfera de la circulación: «los bienes y servicios se intercambian y, en general, no directamente unos por otros, sino por dinero». 3. La esfera del consumo: «los bienes y servicios se consumen, o bien por los individuos particulares como medios de vida para su subsistencia inmediata (como, por ejemplo, alimentos, vestido, etc) o bien dentro de los procesos de producción como medios de producción (por ejemplo, máquinas o materias primas) para fabricar otros productos».

MH comenta críticamente que el dibujo o mapa anterior genera la impresión de que la esfera del consumo tiene que ver únicamente con las necesidades de los consumidores y la esfera de la producción con condiciones puramente técnicas. De tal modo que solo la circulación sería la esfera propiamente económica. Tal reducción, nos comenta, tiene importantes consecuencias. Por ejemplo:

La circulación solo tiene que ver con la compra y la venta, por tanto, con procesos en los que (al menos en principio) se enfrentan personas libres e iguales, y en los que, en tanto que las mercancías intercambiadas tienen igual valor, nadie es engañado, robado o explotado. Si las personas no son todas complemente iguales, porque unas poseen mucho y otras muy poco o absolutamente nada, esto puede ser ciertamente una circunstancia lamentable, pero no dice nada contra «la economía de mercado».

Las diferencias de posesión no tienen ninguna relevancia teórica en las teorías liberales que cantan himnos de alabanza al mercado. «Estas diferencias aparecen para el proceso de compra y de venta, y con ello también para la economía de mercado en su conjunto, como algo tan externo como, por ejemplo, los defectos físicos de las personas que intercambian».

El mercado aparece entonces como una instancia neutral para la distribución de bienes y para la satisfacción de necesidades. También como una institución eficiente (y carente además de burocracia) para la transmisión de información sobre lo que es necesario, dónde lo es y en qué cantidad.

Si esta institución del mercado, prosigue el filósofo alemán, no funciona tan bien es algo que desde la perspectiva resumida solo puede deberse a condiciones periféricas desfavorables o a perturbaciones externas; todas ellas deben ser, deberían ser, eliminadas por el Estado.

Tal actitud eufórica hacia el mercado, señala MH con toda razón, no solo se encuentra en casi todos los libros de texto de economía. No solo se afirma como una verdad irrefutable en las facultades de ciencias económicas y en la sección de economía de los grandes periódicos y sistemas afines. Después de 1989, nos recuerda también con mucha razón, este entusiasmo por el mercado también fue asumido en distintas versiones por muchos sectores de la izquierda (él escribe «por muchos que anteriormente eran de izquierdas»).

En este caso se suelen contraponer mercado y capital como si fueran fuerzas opuestas entre sí y se sacan de ello las consecuencias correspondientes: en forma de reivindicar la restricción del poder de las grandes empresas para ayudar al éxito de los efectos beneficiosos del mercado o incluso en la forma, como recordamos (fueron célebres títulos de libros o incluso consignas políticas «sobre nuevos desarrollos») de un «socialismo de mercado» en las que las empresas capitalistas eran sustituidas por cooperativas de trabajadores, que podrían entonces competir alegremente unas con otras en el mercado.

Por tanto, concluye MH, el que mercado y capital se encuentren simplemente en una relación externa y laxa o que haya una conexión interna y necesaria entre ambos no es meramente una cuestión académica o teórica. La respuesta tiene «consecuencias políticas inmediatas» en su opinión.  

Si la circulación de mercancías y dinero en los tres primeros capítulos de EC no es algo autónomo, independiente del capital («como de hecho expresa la designación de Marx de la circulación simple como «superficie»»), entonces tiene que hacerse patente su dependencia dentro de este objeto. De modo muy similar, prosigue MH, a la relación entre mercancía y dinero, tiene que poder mostrarse una conexión interna, necesaria, entre dinero y capital.

MH nos propone a continuación recapitular tres pasos esenciales en el curso de la exposición de la mercancía y el dinero. No está de más. Son estas:

1. Se analizó la mercancía. Se mostró como algo doble: valor de uso y valor (valor de cambio). Su objetividad de valor se manifestó como algo peculiar: «como una propiedad meramente social que no le correspondía a la mercancía aisladamente sino solo a las mercancías intercambiadas como propiedad común a todas ellas (de ahí el carácter espectral del valor)».

2. Para que se pueda aprehender ese algo espectral que es el valor, necesita una expresión autónoma, una forma objetiva. La recibe en el dinero. El dinero no es algo suplementario al mundo de las mercancías o un mero recurso auxiliar. No. «El dinero es necesario para expresar el carácter de valor de las mercancías, para referir universalmente las mercancías entre sí como valores (de ahí la caracterización de la teoría marxiana del valor como «teoría monetaria valor» (no confundir con lo que ahora llamamos teoría monetaria)). El dinero y la producción de mercancías son inseparables. No se puede, nos advierte MH, como querían algunos socialistas, suprimir el dinero y mantener la producción privada.

3. El dinero es la forma autónoma de valor. Como medida de los valores y como medio de circulación no se puede percibir esa autonomía. El dinero sirve aquí solo como medio auxiliar. Solamente como unidad de medida del valor y medio de circulación («el dinero como dinero») llega a ser realmente el dinero la forma autónoma del valor.

No es solo un mediador que desaparece constantemente (como cuando es medio de circulación). No tiene que estar en absoluto presente de manera real (como cuando es medida de valor). El dinero mismo se convierte ahora en el fin: «no es simplemente valor, sino forma autónoma y permanente del valor, dinero que tiene que mantenerse y acrecentarse». La gran ley del modo de producción capitalista y de la civilización anexa.  

Sin embargo, prosigue MH, el atesoramiento muestra precisamente lo limitado que es el carácter autónomo y perdurable del valor: si el dinero se atesora y, por tanto, se retira de la circulación, acaba convirtiéndose en un objeto inútil. Pero si se vuelca en la circulación, si se compran mercancías con él, entonces se pierde la forma autónoma del valor.

Dentro de la circulación simple, el dinero es la forma autónoma y permanente del valor. Pero esta autonomía y permanencia no se puede aprehender en parte alguna: no puede existir realmente dentro de la circulación simple. Por tanto, si es cierto que, por un lado, dentro de la circulación simple, el valor de las mercancías hace necesaria la existencia de una expresión autónoma del valor (el dinero) pero que, por otro lado, esta autonomía del valor no puede existir en absoluto dentro de la circulación simple, se sigue de ello, sostiene MH, «que la circulación simple no puede ser algo autónomo, sino que tiene que ser momento y resultado de un proceso «subyacente», a saber, el proceso capitalista de valorización».

Si el dinero debe ser la forma autónoma y permanente del valor, no puede existir separado de la circulación sino que tiene que ingresar en ella. Pero sin que el valor pierda por ello «su autonomía y permanencia, como sería el caso simple de compra D-M con el consumo subsiguiente de la mercancía M».

La autonomía y permanencia del valor solo está garantizada si el dinero efectúa el movimiento D-M-D. Empero, este movimiento -comprar una mercancía por una determinada cantidad de dinero para volver a venderla a continuación por la misma suma- no conlleva ninguna ventaja. Solo resulta ventajoso el movimiento D-M-D’ donde D’ es mayor que D.

En este movimiento (para Marx: «fórmula general del capital») el valor no solo mantiene su forma autónoma sino que se acrecienta y con ello llega a ser efectivamente el fin de todo el proceso. Así pues, solo en el capital encuentra la forma autónoma del valor su expresión adecuada. Formulado de otra manera: «el valor solo adquiere una existencia permanente y abarca toda la economía si realiza el movimiento D-M-D’. Pero con el movimiento D-M-D’ abandonamos la circulación simple; ahora hay que examinar el contenido y los supuestos de ese movimiento.  

[MH señala en nota, la 2 de este capítulo, que el resumen de la circulación simple y el capital que acaba de esbozar lo expone Marx solamente en los trabajos preparatorios de EC (en los Grundrisse y en el Urtext von «Zur Kritik…«) pero no en EC mismo, en el que comienza el capítulo IV con el análisis de la fórmula D-M-D’. Para MH, Marx, con esa omisión, ha favorecido las interpretaciones anteriormente mencionadas (y criticadas por él) que contraponen la economía de mercado y el capital como algo separado].  

El siguiente apartado del capítulo se titula: «La «cualidad oculta» del valor: D-M.-D'»  

PS. El comentario que les anunciaba: de Manuel Martínez Llaneza (les vuelvo a recomendar «Valor y precio en Marx» http://www.rebelion.org/docs/148273.pdf )  

Dos cuestiones textuales o, tal vez, no (además de la errata ‘varios razones’ que es ‘varias’):

1.- No entiendo bien la frase

Se supone además, prosigue MH, que las mercancías se intercambian conforme a sus valores (de trabajo): los productores conocerían con exactitud sus propios gasto de trabajo y el de los demás.

¿Quién supone? ¿Quiere decir si se intercambiaran…. es porque conocerían o bien como se intercambian… resulta que conocen?

2.- Cuando dice:

[Por circulación simple debemos entender: «la circulación de mercancías y dinero como formas de circulación que dominan toda la economía pero, por así decirlo, en una consideración restringida: se hace abstracción de la existencia del capital»].

‘Circulación simple’, ¿quiere decir ‘reproducción simple’ frente a ‘reproducción ampliada’ o alguna otra cosa? No sé si es importante porque no se ha dado el caso previo al capitalismo muy avanzado de dominar toda la economía, ni se indica quién hace la abstracción (que, por el contexto, debe ser Engels o algún trotskista), pero me gusta entender lo que leo. Creo que el libro que comentamos se titula El capital, lo que me hace pensar que Marx lo tenía en la cabeza.

En todo caso, este texto requiere mucho trabajo en condiciones difíciles, porque, como el libro lo ha escrito MH, mis críticas quedan en el pasado sin afectar a su desarrollo, que solo se basa en sus planteamientos y parece abocarnos a un Marx neoliberal (ya veremos). Por eso, no puedo darte comentarios estructurados para su publicación, sino pinceladas de las que quizá alguna pueda servirte o podamos utilizar más adelante.

Veo que nuestro amigo MH sigue alanceando los fantasmas que él mismo crea. El cuadro que desarrolla se basa en la circulación y el mercado (para negar el interés del valor-trabajo) y se aparta totalmente del diseño que Marx hizo del libro. Es lícito, por supuesto, discrepar de Marx, yo critico muchas cosas de su exposición, pero hay que ser honesto y, si se quiere hablar de los precios, citar lo que Marx dijo de los precios, aunque esté en el libro tercero.

Ha establecido anteriormente que la gente compra las cosas por su valor (dinero) sin saberlo. Con ese método se puede demostrar que la Tierra es plana, pero, aunque es cierto que la gente hace muchas cosas sin saberlo -o sin saber que lo sabe-, entre ellas no entra acertar la lotería ni tampoco el valor ni el precio de las cosas. En realidad, aunque no sepa el valor de una mercancía, la gente suele mirar antes de adquirirla la etiqueta donde figura lo que tiene que pagar. Lo que hay que preguntarse es quién y por qué ha escrito la etiqueta.

Pero para comprarlas por su valor (trabajo), con cualquier interpretación de la cuestión 1, por lo visto necesitaría estar al día de la últimas estadísticas laborales y de consumo, y realizar complicados cálculos. Para lanzar esa especie debería haberla justificado más allá de resaltar lo tonto que era Engels que lió al pobre Marx.

la economía parece dividirse en tres grandes ámbitos separados

¿A quién le parece? ¿Qué o quién los separa ?

Sigue creando fantasmas, en vez de entender lo que dijo Marx sobre su método de exposición, que no de investigación, y de criticarlo en su caso. No creo que no sepa que ‘análisis’ significa ‘división’ porque los alemanes saben mucho griego, ni que para reconstruir el todo hay que conocer las partes y sus interrelaciones. Continúan los fantasmas con

 El anterior mapa o dibujo genera la impresión de que la esfera del consumo tiene que ver únicamente con las necesidades de los consumidores y la esfera de la producción con condiciones puramente técnicas

¿Se lo genera a él o a quién, o es que no tienen nada que ver?

Es increíble la cantidad de deducciones sin ninguna base lógica e inducciones sin dato alguno, prácticamente la totalidad de las frases que entrecomillas, aparte de la carencia de significado de muchas de ellas. El invento de la «teoría monetaria valor» es absolutamente gratuito; no lo hace Marx (que distingue claramente entre atesoramiento y empleo como capital) y reivindicarlo a estas alturas parece ir contra la historia si no es que se quiere cargar un muerto a Marx o a algún consejero o intérprete. Pero parecía inevitable tras asignar al intercambio la fijación del valor, que, en todo caso, continúa sin justificarse.

He manifestado mi visión y algunas contradicciones e insuficiencias que percibo. Siento no poder hacerlo ahora mejor, pero, si alguno de estos comentarios te merece interés, pregúntame lo que quieras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.