Aunque EEUU ha endurecido el tono, en los últimos días se ha evidenciado su creciente aislamiento frente al resto del mundo en su firme defensa de Israel durante la ofensiva en Gaza.
Estados Unidos ha demostrado desde los ataques de Hamás del 7 de octubre su apoyo inquebrantable a Israel. Además, se opone al alto el fuego en Gaza que suplica el resto del mundo porque cree que beneficiaría al grupo palestino. Sin embargo, su papel de mediador junto a otras potencias como Qatar y Egipto permitió alcanzar un periodo de tregua de una semana a cambio de la liberación de rehenes en manos de Hamás y la excarcelación de mujeres y niños palestinos en cárceles de Israel.
La semana pasada, Washington fue el único miembro del Consejo de Seguridad que votó en contra de una resolución que, en línea con la petición del secretario general de la ONU, solicitaba un alto el fuego. Este martes se constató de nuevo su aislamiento con una resolución en la Asamblea General que apoyaron 153 países y que solo rechazaron 10, entre ellos Israel, EEUU, Austria y República Checa. La anterior votación en la Asamblea General pidiendo un “cese de las hostilidades”, celebrada en octubre, tuvo 120 votos a favor y 14 en contra.
Sin embargo, EEUU sí ha endurecido el tono con Israel desde el inicio de la ofensiva, que suma ya más de 18.400 muertos (7.729 niños) en Gaza, según las autoridades locales. El presidente Joe Biden ha advertido que Israel “está empezando a perder apoyo” e incluso ha criticado el Gobierno como “el más conservador de la historia de Israel” y ha reconocido que “no quiere una solución de dos Estados”.
Estados Unidos fue el primer país en ofrecer un reconocimiento de facto al nuevo Gobierno israelí cuando el Estado judío declaró su independencia el 14 de mayo de 1948. 75 años después, Washington es el principal aliado militar y diplomático de Israel, pero no siempre fue así.
Durante las dos primeras décadas tras su independencia, el principal aliado internacional de Israel fue Francia, que le suministró casi todo su armamento, incluidos aviones, tanques y barcos, y además construyó la central nuclear con la que desarrolló armas nucleares.
EEUU tampoco ofrecía la misma cobertura diplomática que ofrece hoy. Cuando Israel invadió Egipto junto a los británicos y los franceses durante la crisis de Suez de 1956, Washington se unió a Moscú en las Naciones Unidas para obligar a Israel y a sus aliados a retirarse. Durante muchos años, la ayuda estadounidense a Israel se limitó a préstamos para comprar alimentos durante las adversidades económicas de los años posteriores a la independencia.
¿Qué ha cambiado y por qué?
Ante el aumento de las tensiones en los momentos previos a la Guerra de los Seis Días de 1967, París impuso un embargo de armas a la región y se negó a entregar 50 aviones de combate que Israel había pagado. Después de la guerra, Francia se puso del lado de los países árabes, en parte para mejorar las relaciones con estos tras su derrota en la Guerra de Independencia de Argelia.
El presidente Lyndon Johnson simpatizaba con la posición de Israel, pero estaba indeciso respecto a si suministrar grandes cantidades de armas por temor a que un conflicto regional atrajera a la Unión Soviética.
Tras la sorprendente victoria de Israel y la ocupación de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, Washington llegó a la conclusión de que las naciones árabes se habían pasado al bando soviético, por lo que aumentó las ventas de armas al Estado judío, incluidos aviones de caza Phantom. Johnson se comprometió a mantener la “ventaja militar cualitativa” de Israel, lo que dio inicio a décadas de venta de armas que ayudaron a convertir al Ejército israelí en el más potente de Oriente Próximo.
¿Apoyó EEUU el desarrollo de armas nucleares en Israel?
A finales de la década de 1950, Francia construyó para Israel un reactor capaz de producir plutonio y una planta de reprocesamiento en unas instalaciones secretas en Dimona, una ciudad situada en el desierto del Negev, que proporcionaban las herramientas básicas para desarrollar la bomba nuclear. Israel dijo a Estados Unidos que la planta nuclear sólo tenía “fines pacíficos”, pero en 1960 la CIA llegó a la conclusión de que sería utilizada para producir plutonio para armas.
En 1963, el presidente John F. Kennedy exigió a Israel que permitiera regularmente la entrada de inspectores estadounidenses en las instalaciones nucleares de Dimona y le advirtió de que si no presentaba “información fiable” sobre la planta nuclear, “pondría seriamente en peligro” el apoyo de Washington a Israel, según un informe publicado en 2019 por el diario israelí Haaretz.
Israel aceptó las inspecciones pero, tras el asesinato de Kennedy, el Gobierno del presidente Lyndon Johnson fue menos estricto al respecto y las supervisiones cesaron en 1969. Para aquel entonces, los funcionarios estadounidenses habían llegado a la conclusión de que Israel estaba desarrollando la bomba atómica a pesar de que había afirmado lo contrario.
¿Cuándo empezó EEUU a mediar en los acuerdos de paz?
Cuando Egipto y Siria atacaron Israel en el día de Yom Kippur de 1973, el presidente estadounidense Richard Nixon se alarmó ante la insinuación de Israel de que podía emplear armas nucleares, después de que sus fuerzas se vieran inicialmente obligadas a retirarse de los territorios ocupados seis años antes. Nixon ordenó un puente aéreo de suministros militares a Israel.
Cuando el curso de la guerra cambió, EEUU quiso limitar la magnitud de las pérdidas egipcias, en parte para mantener a los soviéticos fuera del conflicto, pero también para reforzar la influencia estadounidense sobre el líder egipcio, Anwar Al Sadat. A su vez, esto sentó las bases para el acuerdo de paz egipcio-israelí firmado en 1979.
El fracaso del Gobierno israelí a la hora de anticiparse a la guerra del Yom Kippur forzó un reajuste político que llevó al partido derechista Likud al poder por primera vez, con Menachem Begin como primer ministro. Begin invitó a Al Sadat, a través de EEUU, a visitar Jerusalén, y el presidente egipcio dio un discurso en la Knéset (Parlamento israelí).
El presidente Jimmy Carter organizó negociaciones que culminaron en los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, y sentó las bases para el tratado de paz definitivo entre Israel y Egipto en marzo de 1979, por el cual Israel inició su retirada de la península del Sinaí. Pero Begin rechazó los intentos de Carter de llegar a un acuerdo por el que Israel renunciara a los territorios palestinos que había ocupado en 1967.
Si Carter quería la paz, ¿qué quería Ronald Reagan?
El sucesor de Carter, Ronald Reagan, estaba más interesado en vender armas que en negociar la paz. El apoyo militar a Israel se consolidó bajo el Gobierno de Reagan, que también inició una defensa diplomática más enérgica de su aliado.
Los esfuerzos se centraron particularmente en proteger a Israel de las críticas de Naciones Unidas. Los dos países firmaron acuerdos militares estratégicos y Washington empezó a almacenar en Israel armas que oficialmente estaban asignadas a las fuerzas estadounidenses, pero podían ser entregadas rápidamente a los israelíes.
Hubo tensiones. El ataque israelí al reactor nuclear iraquí en 1981 se realizó sin la aprobación de EEUU y llevó a Reagan a suspender algunos envíos de armas a Tel Aviv. El Gobierno estadounidense tampoco vio con buenos ojos la invasión israelí del Líbano en 1982.
Pero Washington siguió protegiendo a Israel en la ONU, vetando incluso una iniciativa soviética en el Consejo de Seguridad para imponer un embargo de armas. Aun así, la Administración Reagan sorprendió a Israel al hablar con la Organización para la Liberación de Palestina, liderada por Yaser Arafat, a la que Israel consideraba un grupo terrorista.
¿Qué ha pasado con las iniciativas de paz?
Una sucesión de presidentes pensaron que podrían ser los que finalmente lograran un acuerdo de paz entre Israel y Palestina. Podría decirse que Bill Clinton fue el que más cerca estuvo cuando supervisó una serie de conversaciones y acuerdos que culminaron en los acuerdos de paz de Oslo de 1993, mediante los cuales se creó la Autoridad Nacional Palestina, que contaría con competencias gubernamentales limitadas sobre determinadas áreas de los territorios ocupados.
Pero el asesinato en 1995 de Yitzhak Rabin, el primer ministro israelí que había firmado esos acuerdos, abrió el camino a la llegada al poder de Benjamín Netanyahu, quien se opuso abiertamente a un Estado palestino e hizo todo lo posible por bloquear el proceso de Oslo.
Clinton tuvo una última oportunidad de llegar a un acuerdo en la cumbre de Camp David, en la que participaron en el año 2000 el líder de la OLP, Yaser Arafat, y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak. Cuando las conversaciones fracasaron, Clinton culpó a Arafat. Pero algunos de los funcionarios de Clinton que estuvieron presentes en las conversaciones dijeron que la oferta israelí resultaba insuficiente para llegar a un acuerdo.
Uno de los negociadores israelíes, el ministro de Asuntos Exteriores, Shlomo Ben-Ami, declaró posteriormente que si él fuera palestino habría rechazado las propuestas de Camp David. En 2005, el exfuncionario del Departamento de Estado estadounidense Aaron David Miller, que desempeñó un papel clave en los esfuerzos por la paz de Clinton, dijo que Washington no había actuado como árbitro neutral, sino como “abogado de Israel, atendiendo a los israelíes y coordinando con ellos a expensas del éxito de las negociaciones de paz”.
El sucesor de Clinton, el presidente George W. Bush, lanzó sus propios esfuerzos de paz, la Hoja de Ruta, aunque impulsó el plan para compensar el daño diplomático que había causado la invasión de Irak. El entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, no podía desafiar a la Casa Blanca, así que alabó el plan de Bush para después dedicarse a sabotearlo poniendo condiciones. También utilizó el desmantelamiento de los asentamientos y de las bases militares israelíes de Gaza en 2005 como medio para congelar la Hoja de Ruta en el químico “formaldehído… para que no haya un proceso político con los palestinos”, en palabras del jefe de gabinete de Sharon, Dov Weissglas.
¿Por qué fueron malas las relaciones entre Israel y Obama?
El presidente Barack Obama concedió a Israel un nuevo paquete de ayuda militar de una cifra récord de 38.000 millones de dólares a lo largo de diez años, pero seguía siendo considerado un aliado poco fiable, especialmente por el primer ministro Netanyahu.
Las autoridades israelíes se enfadaron cuando Obama decidió hacer su primera visita a la región como presidente a El Cairo, donde pronunció un discurso en el que prometió al mundo musulmán un “nuevo comienzo” tras la guerra de Irak. Obama y Netanyahu mantuvieron una tensa reunión en la Casa Blanca en la que el estadounidense dijo que quería que se detuviera la construcción de asentamientos y que Israel se tomara en serio las conversaciones de paz con los palestinos.
Algunos funcionarios del Gobierno de Obama querían que el presidente fijara un plazo para que Netanyahu accediera a entablar conversaciones. De no hacerlo, Estados Unidos presentaría su propio plan para un Estado palestino. Pero esa determinación se desvaneció a medida que el líder israelí se granjeaba apoyos políticos en EEUU, sobre todo entre los republicanos dispuestos a vapulear a Obama.
Netanyahu también se opuso abiertamente al acuerdo de Washington con Irán para restringir el programa nuclear iraní, calificándolo de “error histórico” que permitiría a Teherán desarrollar armas atómicas. El líder israelí dio un paso sin precedentes al criticar abiertamente la política de la Casa Blanca en un discurso ante el Congreso.
Obama disparó un último dardo durante su mes final en el cargo, cuando dio un paso inusual al no vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba la construcción de asentamientos israelíes. Netanyahu respondió diciendo que esperaba con impaciencia la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Netanyahu convenció a Trump
Hacia el final de su mandato como presidente, Donald Trump era profundamente impopular en gran parte del mundo. Israel fue una excepción después de que Trump trasladara la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo la ciudad como capital de Israel (en contra de las resoluciones de la ONU), a diferencia de la mayoría de los países.
La Administración Trump negoció acuerdos para normalizar las relaciones entre Israel y varios países árabes. También presentó su propia propuesta de paz palestino-israelí, que permitía a Israel anexionarse alrededor del 30% de Cisjordania. El plan incluía la visión de un Estado palestino formado por varios enclaves rodeados de territorio israelí, lo que guardaba un gran parecido con propuestas de la derecha israelí que han sido descritas como una réplica del sistema de bantustantes del apartheid sudafricano para ciudadanos negros.
El secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, reveló que, después de que el presidente sugiriera que Netanyahu podría ser el verdadero obstáculo para la paz con los palestinos, el líder israelí mostró a Trump un vídeo manipulado en el que se veía al presidente palestino Mahmoud Abás llamando a asesinar a niños. La posición de Trump viró entonces en contra de los palestinos. Al año siguiente, Trump se retiró del acuerdo nuclear con Irán.