«La situación en Sinaí es peor hoy que bajo la ocupación israelí». Con esta amarga constatación, un miembro del Comité popular de apoyo al pueblo palestino (Lagna) evoca sobre todo la condición de los presos de la ciudad de El-Arich, a 50 km de la frontera con la banda de Gaza. En efecto, desde los […]
«La situación en Sinaí es peor hoy que bajo la ocupación israelí». Con esta amarga constatación, un miembro del Comité popular de apoyo al pueblo palestino (Lagna) evoca sobre todo la condición de los presos de la ciudad de El-Arich, a 50 km de la frontera con la banda de Gaza. En efecto, desde los atentados del pasado 7 de octubre en la estación balnearia de Taba, 3.500 personas están detenidas solo en la provincia de Norte Sinaí. Arbitrariedad total y tortura eventual se añaden a la ausencia de cargos contra los prisioneros.
Mediante esta oleada represiva sin precedentes en el Sinaí, el estado egipcio intenta de hecho prevenir toda protesta potencial sobre sus opciones estratégicas. Pretende jugar el papel de supletorio de las tropas israelitas en la banda de Gaza tras la evacuación de ésta. A pesar de la hostilidad de la opinión pública egipcia, el momento es el de la normalización de las relaciones entre Egipto e Israel. Así, el 10 de diciembre pasado, una caravana de solidaridad, organizada por la Lagna y en la que participaban una sesentena de europeos, ha sido bloqueada por las autoridades egipcias poco después del paso del canal de Suez. Si los víveres y las mantas destinadas a los palestinos han podido franquear la frontera, el cortejo de las cerca de 300 personas que habían salido del Cairo en autobús ha debido dar media vuelta tras haber sido aporreado. La población de El Arich, escaldada por dos meses de arrestos masivos y arbitrarios, esperaba también el paso del convoy. Pero la policía ha dispersado también las movilizaciones en esta ciudad para impedir cualquier convergencia de las solidaridades.
Si la cuestión palestina es hoy tan sensible en Egipto, es porque pone directamente al estado frente a sus responsabilidades. Sin embargo, más que apoyar a los palestinos, el presidente Mubarak lleva a cabo un ballet diplomático para convencer a sus socios árabes de que normalicen sus relaciones con Israel. Los objetivos de una casta militaro-patronal no dejan de tener su influencia en la actual política exterior de Egipto.
En Efecto, el 14 de diciembre, Egipto, Israel y los EE.UU acordaban los Qualified Industrial Zones (QIZ). Este acuerdo estipula que los productos fabricados en cuatro nuevas zonas francas egipcias podrán penetrar el mercado estadounidense sin derechos de aduana, a condición de incluir un 11,2% de componentes israelíes. En el origen de este acuerdo, empresarios egipcios próximos al hijo de Mubarak -Gamal, punta de lanza de la joven guardia del Partido Nacional Democrático (PND, en el poder)- que intentan así proteger sus empresas de las consecuencias de la crisis económica y de la aplicación del GATT, prevista para enero de 2005. La píldora tiene dificultades para ser tragada por una población que se hunde dramáticamente en la crisis económica y que sigue siendo solidaria del pueblo palestino. El 13 de diciembre, un millar de oponentes se reunían en el centro de El Cairo contra una eventual renovación del mandato de Mubarak en 2005, o contra el traspaso probable del poder a su hijo. En un país que vive bajo la ley de estado de urgencia desde hace 23 años, es la primera vez que tales consignas suscitan una manifestación … ¡Pero sin duda no la última!
2004-12-23