Mientras que la revolución de Egipto estalló por la situación interna – el pan y la mantequilla, la corrupción, la represión-, sus efectos más inmediatos se notan a nivel internacional. Hacía mucho tiempo que Egipto no resurgía con tanta importancia en la región, tanto para los amigos como para los enemigos. Al menos 13 de […]
Mientras que la revolución de Egipto estalló por la situación interna – el pan y la mantequilla, la corrupción, la represión-, sus efectos más inmediatos se notan a nivel internacional. Hacía mucho tiempo que Egipto no resurgía con tanta importancia en la región, tanto para los amigos como para los enemigos. Al menos 13 de los 22 países de la Liga Árabe sufren las consecuencias: Argelia, Bahrein, Djibouti, Egipto, Iraq, Jordania, Libia, Mauritania, Marruecos, Sudán, Siria, Túnez y Yemen.
Pero donde más resonancia ha tenido ha sido en Israel. No existe precedente para un vecino asertivo y democrático. Excepto Turquía.
Cuando Estados Unidos daba forma a la OTAN (creada en abril de 1949), Turquía fue la primera nación musulmana en reconocer a Israel, en marzo de 1949 (Irán hizo lo mismo un año más tarde). Bajo la estrecha vigilancia de sus ejércitos, Turquía e Israel mantuvieron relaciones diplomáticas, económicas y militares durante la la Guerra Fría.
El primer toque de atención fue la denuncia de Turquía a la «opresión israelí» hacia los palestinos en 1987, pero sólo cuando tomo el poder el Partido Justicia y Desarrollo en el año 2002, se oyó de forma contundente esta voz crítica. En el año 2004, Turquía denunció el asesinato por parte de Israel del Jeque Ahmed Yassin, considerándolo un «acto terrorista» y la política israelí en la Franja de Gaza como «terrorismo patrocinado por el Estado».
La conformidad de Arabia Saudita con la hegemonía de Estados Unidos e Israel es comprensible por la confianza de la monarquía saudita en sus ingresos en dólares por su petróleo. Como dijo el Secretario de Estado Henry Kissinger a Business Week después de que Arabia Saudita desafiase a los Estados Unidos en el embargo de petróleo a Egipto, como medida de apoyo a guerra de 1973 contra Israel, ya que tal comportamiento llevaría «a una política de guerra masiva contra países como Arabia Saudí e Irán, poniendo en riesgo su estabilidad política y su seguridad, en caso de que no cooperasen».
Estas palabras no eran ociosas. El rey Faisal, que se arriesgó para ayudar a los egipcios y palestinos, fue asesinado poco después, y su acto de desafío fue lo último de lo que tuvieron noticias los sauditas. O Egipto, que a continuación hizo la paz con Israel. Incluso cuando las críticas de Turquía a Israel fueron más duras, Israel siguió encontrado la complacencia del presidente Hosni Mubarak, aunque fuese ésta una «paz fría» entre amigos.
Sí, enemigos. A pesar de las aparentes relaciones oficiales y de las fotos en las que aparecen los líderes de Egipto e Israel estrechándose la mano durante las tres últimas décadas, el 92% de los egipcios siguen viendo a Israel como enemigo, según una encuesta realiza por el Gobierno egipcio en 2006. Quizás Mubarak también viese las relaciones con Israel con profundo desagrado, pero cumplía las órdenes estadounidenses, consiguiendo así el segundo mayor paquete de ayudas por parte de Estados Unidos ( después de Israel).
La estrategia militar israelí fue perfilada a principios de los años 1980, después de que ya no se considerase a Egipto una amenaza militar. Dos nombres se identifican con esto: Ariel Sharon, que anunció públicamente en 1981, poco antes de la invasión de Líbano, que Israel ya no pensaba en términos de paz con sus vecinos, sino que procuraría ensanchar su área de influencia a toda la región «incluyendo países como Turquía, Irán, Paquistán y áreas como el Golfo Pérsico y África, y en particular los países de África del Norte y del Centro». Esta visión de Israel como una superpotencia regional ha sido conocida como la Doctrina Sharon.
La invasión del Líbano por Sharon en 1982 siguió la estrategia del imperialismo tradicional, la invasión directa y la cooptación de las elites locales, en este caso las cristianas. Pero esta política de fuerza fue perdiendo su atractivo. Se corría el riesgo de un derrocamiento del líder o que encontrase una fuerte oposición.
El planteamiento más extremo del nuevo plan israelí para hacer de Israel un fuerza hegemónica regional fue la de Oded Yinon, «La estrategia de Israel en los años 1980». Yinon fue apodado «el sembrador de la discordia», por su propuesta de «divide y vencerás» para crear pequeños Estados débiles y dependientes, con alguna pretensión democrática, similar a la estrategia de EE.UU. en América Central, con estos pequeños Estados luchando entre sí, y si surgiese algún líder popular podría ser fácilmente derrocado – la opción en El Salvador-. El líder de Hizbullah, Hassan Nasrallah, describió la política israelí de Yinon en 2007 como el intento de crear «una región dividida en pequeños Estados étnicos, en el que unos y otros están de acuerdo. Este es el nuevo Oriente Medio».
Yinon usó como modelo el sistema del mijo Otomano, donde los tribunales estaban separados por comunidades religiosas, con la sharia musulmana, el Canon cristiano y las leyes de la Halakha judía. El Líbano estaría dividido en sunnitas, Alawi, estados cristianos y drusos; Iraq divido en sunnitas, kurdos y estados chiítas. El reino Saudí y Egipto estarían divididos en líneas sectarias, siendo Israel el maestro indiscutible.
«La genuina coexistencia y la paz sólo reinarán sobre la Tierra cuando los árabes entiendan que sin el dominio judío entre Jordania y el mar no será posible la existencia y la seguridad». Yinon observó correctamente que los Estados de Oriente Medio, establecidos por Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, eran inestables y estaban formados por importantes minorías que podrían fácilmente rebelarse. Todos los Estados del Golfo están «construidos sobre una débil casa de arena en la cual sólo hay petróleo».
Siguiendo la estrategia de Yinon de 1982, en 1996 Richard Perle en «Una ruptura limpia» afirma: Israel puede configurar su estrategia en cooperación con Turquía y Jordania, debilitando, conteniendo, e incluso haciendo retroceder a Siria. Este esfuerzo puede concentrarse en eliminar del poder a Saddan Hussein – un objetivo estratégico israelí por derecho propio-«.
El Ministro del Interior israelí, Avi Dichter, dijo poco después de la invasión de Iraq en 2003:» El debilitamiento y el aislamiento de Iraq no son menos importantes que el debilitamiento y el aislamiento de Egipto. El debilitamiento y el aislamiento de Egipto pueden ser realizados por métodos diplomáticos, mientras que hay que hacer todo lo posible para el aislamiento completo de Iraq. Iraq ha de desaparecer como fuerza armada y como país unido».
El corresponsal de Haaretz, Aluf Benn, escribía en vísperas de la invasión estadounidense de Iraq en 2003, que Sharon y su cohorte «prevén una reacción en cadena tras la caída de Saddan Hussein, afectando también a otros enemigos de Israel: Arafat, Hassan Nasrallah, Bashar Assad, el Ayatollah de Irán y tal vez Muhammar Gadaffi». Con la fuerza de los hechos por parte de Estados Unidos, Israel se mantiene en el corazón de los proyectos estadounidenses en Oriente Medio.
La invasión de Iraq siempre se ha visto como un preludio de la invasión de Irán. La lógica israelí, que es difícil de criticar, es que con un Iraq ahora ocupado, inestable y con mayoría chiíta, inevitablemente proiraní, que pretende el control, Irán ha salido reforzado, y que los mismos planes de guerra contra Irán son necesarios para derrocar al régimen anti-israelí, que cuenta ahora con el apoyo chiíta, pero también con la oposición suní al proyecto estadounidense-israelí en todo el mundo árabe. Ben Eliezer dijo : » Son gemelos, Irán e Iraq».
A pesar de los nubarrones turcos que se ciernen sobre el horizonte, hasta el 25 de enero de 2011 el plan de Israel consistía todavía en sustituir a los turcos otomanos por un poder imperial local. Las naciones árabes ( con la política del imperio británico del divide y vencerás, y la política de un hombre fuerte local sumiso) serían divididas, debilitadas, dependientes de Israel para asegurarse su acceso al petróleo. Un paz al estilo israelí estallaría en todas las partes de la región.
Para esta maraña se ha desenredado. A pesar de los 36.000 millones de dólares dados en «ayudas» al Ejército de Egipto y de la norteamericanización de las fuerzas armadas de Egipto, desde el tratado de paz con Israel, según revelaciones de EE.UU.-wikileaks-egypt.blogspot.com , Estados Unidos se queja de «que el ejército todavía echa una mirada hacia atrás» (léase: Israel como principal enemigo de Egipto), que los oficiales del ejército mantienen resistencia al cambio y que son necesarias reformas económicas para desmontar el poder del Gobierno central».
El Ministro egipcio de Defensa, Muhammad Tantawi «se ha resistido a cualquier cambio en el uso de la financiación del FMF ( Financiación Militar Extranjera), que ha sido el principal impedimento para la transformación militar de la misión para enfrentarse a las nuevas amenazas a la seguridad». Dicho más claramente, el jefe de facto de Egipto era criticado por los Estados Unidos porque rechazaba la nueva estrategia estadounidense-israelí, que incorporaba a Egipto a una guerra de la OTAN contra las «amenazas asimétricas» ( o sea: guerra contra el terror) y consentir que Israel fuese la fuerza hegemónica regional.
Mubarak era el hombre fuerte de Egipto que encajaba en la estrategia de Sharon para la región. Pero fue derrocado de forma imprevista, por su propia gente. La estrategia de divide y vencerás de Yinon, que en el caso de Egipto era el de incitar a los musulmanes contra los coptos- también ha fracasado con la revolución popular, siendo uno de sus símbolos la media luna y la cruz.
De hecho se ha producido una «ruptura limpia» con el pasado, pero no en la forma prevista por Perle. El esquema puede representarse de la siguiente manera: Egipto y Turquía pueden dar forma a un entorno estratégico, en cooperación con Siria y Líbano, debilitando, conteniendo y haciendo retroceder a Israel. En cuanto al orgullo de Ditcher, es imposible por el momento ver el futuro que le espera a Iraq, pero no será el que tuvo en mente. E Irán ahora puede respirar algo más aliviado.
Hace año y medio un submarino de la Marina de Israel cruzó el Canal de Suez camino del Mar Rojo, donde realizó maniobras, reflejando la cooperación estratégica entre Israel y Egipto, enviando un mensaje de disuasión a Irán. Sólo una semana más tarde después de la caída de Mubarak, el canal también ha servido para enviar un mensaje de disuasión – pero esta vez dirigido a Israel-, al cruzar los buques de guerra iraníes el canal en su camino hacia puertos sirios.
Ni las actuales agitaciones en el mundo árabe responden al guión sectario de Yinon. Incluso el levantamiento chiíta en Bahrein se realiza contra una monarquía neocolonial opresiva, impuesta inicialmente por los británicos, sobre la base de la hostilidad entre chiíes y sunníes.
El Ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, ha expresado los miedos contra la Hermandad Musulmana de Egipto, que «mina el tratado de paz», que el 85% de los israelíes aprueba. Pero no tiene nada que temer. Mientras que los egipcios no tienen ningún cariño por Israel, nadie contempla otra guerra contra el que es claramente su vecino más poderoso y despiadado.
Lo que realmente duele al Likud es la nueva cooperación entre Turquía y Egipto, que puede terminar con la estrategia de Sharon/Yinon de establecer un Israel como potencia regional. Tendrá que perfilar su papel dentro de la comunidad de naciones no como un matón despiadado, sino como un compañero responsable.
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2011/02/24/egipto-y-turquia-distanciandose-de-israel/