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Egipto: Ya basta de promesas vacías

Fuentes: En Lucha

Ha sido una semana sin aliento para los gobernantes militares de Egipto, a medida que las huelgas y protestas de masas han cobrado impulso. El jueves de la semana pasada, el ministro de Trabajo se encontraba en negociaciones maratónicas con los líderes de los trabajadores textiles, que representan a 22.000 trabajadoras y trabajadores de la […]

Ha sido una semana sin aliento para los gobernantes militares de Egipto, a medida que las huelgas y protestas de masas han cobrado impulso. El jueves de la semana pasada, el ministro de Trabajo se encontraba en negociaciones maratónicas con los líderes de los trabajadores textiles, que representan a 22.000 trabajadoras y trabajadores de la gigante fábrica en Mahalla al-Kubra. El ministro negoció a la desesperada, evitando por poco una huelga que habría parado casi todo el sector textil.

El viernes hubo más de 100.000 manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo. Se reunieron, a pesar de la ausencia de los Hermanos Musulmanes, para exigir «la corrección de la trayectoria de la revolución». Cinco marchas partieron de los distritos obreros de la ciudad en dirección a la plaza después de las oraciones. Por la tarde, miles de personas marcharon desde la plaza en dirección al Ministerio del Interior, el Tribunal Constitucional, el edificio de la televisión estatal y la Embajada de Israel. En cuestión de horas, el Jefe de Estado, el mariscal de campo Mohammed Hussain Tantawi y sus colegas estaban recibiendo llamadas frenéticas de Washington y Tel Aviv. Los manifestantes irrumpieron en la embajada de Israel, provocando la evacuación de todo el personal. Los archivos de la embajada, lanzados por las ventanas por los manifestantes, se mezclaban en el aire con el humo de la cercana Dirección de Seguridad de Giza, incendiada por las y los manifestantes.

A medida que la crisis política se intensificaba, el primer ministro Essam Sharaf y todo su gabinete intentó dimitir. Al mismo tiempo, 40.000 profesores se reunían fuera del Parlamento. «Cumplid con nuestras demandas o no habrá curso escolar este año», decían en sus banderas.

Los generales iniciaron la represión, en un intento por reafirmar su control. Hubo redadas para atrapar a los manifestantes y un frenesí en la prensa atacando a «matones» y «agitadores».

Aplicar la ley

El consejo militar se comprometió a aplicar las leyes existentes contra las huelgas y manifestaciones con balas y revivir las odiadas leyes de emergencia de Mubarak. Pero la ola de huelgas continuó. Unos 26.000 trabajadores de la refinería de azúcar se unieron a la batalla. Cientos de trabajadores de la fábrica textil Indorama en Shibin al-Kom ocuparon la oficina del gobernador provincial el mismo día. La acción colectiva desde abajo ha unido de nuevo la lucha por la liberación nacional y la lucha por la justicia social.

En el proceso, el pueblo se ha enfrentado a los generales en una batalla por defender las victorias democráticas de la revolución de febrero. La crisis interna generada por este choque está alimentando una creciente crisis externa. La red de alianzas construida por Israel y EEUU en la región está empezando a debilitarse. Las relaciones entre Israel y Turquía se han deteriorado drásticamente.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha prometido enviar a la armada turca a proteger futuros convoyes de ayuda humanitaria a Gaza y ha expulsado a los diplomáticos israelíes. El contraste entre la postura de Erdogan y la de los generales egipcios no ha pasado desapercibida para las masas egipcias. El pasado viernes, en la plaza Tahrir había más que un puñado de imágenes de Erdogan. Y fueron los manifestantes, no Tantawi, quienes expulsaron al embajador de Israel de Egipto.

«El tsunami empieza», decía el titular del diario israelí Maariv el domingo. «Ahora, Egipto, nuestro último aliado importante en la región, se tambalea y colapsa ante las masas». El auge en el movimiento obrero es la clave para la resolución de esta lucha.

Cambio

El último mes ha visto un cambio cualitativo hacia la coordinación de las huelgas nacionales o sectoriales en varias industrias clave, incluyendo los ferrocarriles, correos, educación y textiles. Muchos están ganando concesiones serias por parte del Estado, lo que está animando a nuevos grupos a plantear demandas.

A pesar de que la oleada de huelgas en curso está impulsada por el aumento de los precios, los objetivos de los trabajadores son mucho más amplios. Los maestros en huelga quieren ver un renacimiento de la educación, un ministro elegido por los profesores y un fin a las escuelas privadas. Los trabajadores de Mahalla exigen inversiones para salvar a la industria textil del colapso. Los principales grupos de trabajadores están discutiendo activamente la manera de forjar las organizaciones que puedan seguir desarrollando el movimiento huelguístico.

«Ya basta de promesas vacías» fue el titular de una declaración del Partido Democrático de los Trabajadores. Éste hizo un llamamiento para la fundación de un comité de coordinación para una huelga general. Iniciativas como ésta pueden unir el tremendo poder de la clase trabajadora egipcia para que se convierta en un instrumento que pueda desafiar al Estado y hacer que se aproxime el final de la batalla contra los generales de Mubarak.

Traducido por Isaac Salinas.

Extraído del Socialist Worker, publicación semanal del Socialist Workers Party, organización hermana de En Lucha / En lluita en Gran Bretaña.

 

http://enlucha.org/site/?q=node/16378