La discusión sobre una reforma migratoria se ha reabierto en Estados Unidos (EU), y cabe la posibilidad de que en los próximos meses se discuta otra legislación al respecto. Entre los temas a discutir está el de los trabajadores temporales y sus derechos laborales. Aprovechando la coyuntura, vale transcribir parte de las entrevistas del periodista […]
La discusión sobre una reforma migratoria se ha reabierto en Estados Unidos (EU), y cabe la posibilidad de que en los próximos meses se discuta otra legislación al respecto. Entre los temas a discutir está el de los trabajadores temporales y sus derechos laborales. Aprovechando la coyuntura, vale transcribir parte de las entrevistas del periodista Levi Bridges a trabajadores temporales en la franja entre Tijuana y San Diego, aparecidas en la página electrónica de Fronteras y Puentes.
De entrada se advierte que ninguno de los entrevistados permitió que se escribiera algo sobre sus identidades. La razón, explica el autor, es que existe una lista negra en la que aparecen aquellos que, de una u otra forma, han hablado sobre sus experiencias. Tomando en consideración sus obligaciones familiares, ninguno quiere perder la oportunidad de trabajar al amparo de los programas de trabajadores temporales –guest workers– mediante los que se permite contratar temporalmente a extranjeros. No es fácil hallar estadísticas, pero se estima que quienes cada año llegan a EU amparados en ese tipo de visas, casi 75 por ciento provienen de México. De las respuestas que recibió Levi, las siguientes dan cuenta de las condiciones que esos trabajadores temporales tienen que soportar para ganar el sustento.
Un contratista visitó nuestro pueblo y ofreció ayudarnos a obtener trabajo en EU. De los 500 dólares que gasté en transportes y la visa con el permiso de trabajo, nunca recibí rembolso, como se me prometió. Firmé el contrato sin entenderlo, porque estaba en inglés. En promedio trabajamos 12 horas diarias, pero a veces 16 o 18. Por ley, el salario mínimo es 7.25 dólares por hora, pero recibíamos sólo 275 en efectivo por semana, aunque hubiéramos trabajado 70 u 80 horas. Nunca se nos dio recibo. La compañía prometió regresarnos los impuestos; casi nadie los ha recibido.
En la entrevista se da cuenta de anomalías como las pésimas condiciones de vivienda, horas adicionales de trabajo en las casas de los patrones sin recibir pago y la obligación de pagar por instrumentos de trabajo. Una respuesta final explica por qué regresan cada que pueden: «me gusta la vida en América, pero sólo porque hay más trabajo que en México».
En la nueva legislación no sólo deben estipularse las condiciones de trabajo, sino la forma de garantizar que se cumplan. Las autoridades mexicanas también debieran tomar nota de las frecuentes denuncias contra los contratistas y enganchadores que impunemente abusan y engañan a los trabajadores migrantes sin el menor escrúpulo.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/01/21/opinion/021o1pol