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Gestión del agua

«El agua no es un recurso, ¿es que hace falta recordarlo?»

Fuentes: Sin permiso

Pernos, bolas de petanca, porras, granadas… 400 heridos, 40 de ellos muy graves. ¿Es una guerra? No, sólo un fin de semana de protesta en Sainte-Soline por causa del agua: la lucha por el agua. Este episodio nos dice dónde estamos en relación al acceso al agua, pero sobre todo es indicativo de lo que nos espera y de la violencia potencial. Y sin embargo, no nos falta agua y nunca nos faltará… El agua es un bien común, nadie puede, ni debe, reclamar su paternidad. El agua sigue un ciclo, por lo que no es un recurso, no es un volumen cuantificable limitado, que pueda faltar. Disponemos de la misma cantidad de agua desde la noche de los tiempos. No falta ni una gota de agua, eso es un hecho. El agua está a nuestra disposición en cantidades ilimitadas, igual que el aire que respiramos. Dejemos de tener miedo y de reaccionar ante los temores transmitidos y mantenidos por los mercantilistas, ¡el problema está ahí! Sin embargo, el debate existe.

Entre sequías, olas de calor, inundaciones y…estanques de almacenamiento, el debate está muy presente, tanto irracional y apasionado como radicalizado. Irracional y apasionado porque afecta a nuestra vida cotidiana y a nuestra supervivencia, radicalizado porque hay que estar a favor o en contra. No sabemos muy bien a favor de qué, ni en contra de qué, pero en este debate no hay mucho espacio para la contemporización, la moderación y la lucidez. Sin embargo, es lo que intentaremos hacer… En Deux-Sèvres, se oponen cada vez más dos concepciones. Los actos incívicos se suceden. La situación en Deux-Sèvres es bastante simbólica y representativa de lo que está ocurriendo en torno a la «guerra del agua». Y sin embargo, no falta el agua y el agua no es un recurso, ¿es que hay que recordarlo?

Olvido de lo común

Por un lado, tenemos a los agricultores que, con el fin de producir, afirman que el almacenamiento de agua es vital para ellos. Si no tienen agua en reserva, no pueden producir. Claro, esto no es del todo falso, pero…pero, regar sus cultivos responde a las exigencias de los industriales que recogen sus cosechas (fechas de cosecha, regularidad, calidad, etc.). Ante todo, se trata de preservar la agricultura industrial, cueste lo que cueste. En efecto, una gran parte de la producción agrícola que se regará no se destinará a la alimentación local, ni siquiera nacional, sino que irá a la exportación ¡o servirá incluso para llenar metanizadores! Mediante el chantaje alimentario -sin agua no hay alimentos-, los partidarios de las «cuencas» exacerban las crispaciones. En el fondo, no quieren cuestionar el agronegocio, que está en la raíz de sus problemas, ya se trate del agua, de la forma de enfocar sus prácticas agrícolas o de su relación con la industria. El regadío no es malo en sí mismo, incluso es bueno, ya que permite garantizar las cosechas, incluso en periodos de sequía. Lo que se debate, y debería debatirse, son las condiciones de llenado de las balsas, el método de almacenamiento (que se hace impermeabilizando el suelo) y, sobre todo, el acceso al agua. Ahora bien, sólo quienes tengan acceso al capital tendrán acceso al agua y, por tanto, podrán producir. Tener acceso al agua dará derecho a vivir. ¡Ya pueden reventar los demás! Esto es sencillamente inaceptable, ¡esta gestión del agua es inaceptable!

En cuanto a los detractores de los «estanques», lo que proponen como alternativa es la aplicación de la «continuidad ecológica». Se trata de una hermosa fórmula que favorece el flujo sin obstáculos del agua, ¡y es ley! También podríamos decir que hay que dejar que el agua fluya libremente. La «continuidad ecológica», tal como se define, se aplica y se impone, es un verdadero insulto a las civilizaciones antiguas (incas, aztecas, romanos, etc.) que, por empirismo, habían adquirido un conocimiento prodigioso del agua. Jamás se les habría ocurrido dejar correr el agua, puesto que justamente la necesitaban. Por un lado, estos mismos pueblos exigían que se ahorrara agua, por no decir que se racionara, y por otro lado exigían que se dejara correr el agua sin trabas hasta el océano. ¡Qué bonita paradoja! De hecho, quienes se oponen a las balsas tienen razón al oponerse a este tipo de gestión del agua, pero lo hacen por razones equivocadas.

Defender la «continuidad ecológica», esta idea totalmente absurda, que se basa en una ideología descabellada erigida en dogma IN-CON-TES-TA-BLE, nos conducirá a todos a una catástrofe: la falta de agua. Porque aceleraremos el trasvase de nuestra agua dulce al mar. Al final, organizaremos la expulsión de nuestra agua dulce. Esta agua dulce que tanto necesitamos. Debemos frenar drásticamente su escorrentía e incluso almacenarla, pero no con «estanques». La lucha de los «anti-estanques» queda desvirtuada por sus objetivos. La ironía es que sus reivindicaciones y su activismo le harán el juego a sus adversarios «pro-estanques» y nos conducirán directamente a la instauración de una lógica monetizable de un bien común. Los beligerantes de esta lucha unirán sus fuerzas a pesar suyo. Bajo estas oposiciones radicalizadas subyace la mercantilización del agua, nuestra agua, ese bien común a todos.

Hay soluciones

Mark Shepard, agricultor estadounidense de la New Forest Farm, nos recuerda que «hay que asegurarse de que cada gota de lluvia que cae en tu granja permanezca allí el mayor tiempo posible». Con esta retórica, deberíamos entender dos cosas. En primer lugar, el agua se nos escapará de todos modos, ya sea por infiltración, escorrentía, evapotranspiración o evaporación, y eso es exactamente lo que necesitamos para alimentar el ciclo del agua. Pero no la retendremos. In fine, el agua siempre su recorrido en un río, ¡siempre! En segundo lugar, debemos darnos cuenta de que el agua, antes de que termine su periplo en un río (para desembocar en el océano) – ciertamente, el agua no se pierde, pero sigue siendo un enorme desperdicio de agua dulce – debe gestionarse en cuanto la lluvia toca el suelo.

En definitiva, hay que reparar y compensar lo que se ha dañado en los últimos sesenta años. Es decir, el enderezamiento de los ríos, la desecación de los humedales, la destrucción de nuestros suelos y la expansión sin fin de las superficies artificializadas. Es loable interesarse por el agua de los ríos, pero sería mejor interesarse por el agua antes de que llegue a los ríos, en beneficio de todos, incluidos los peces. El agua es un bien común, sólo debería cobrarse por su tratamiento y suministro. Si aceptamos pagar por este bien común, estaremos metiendo el dedo en un círculo vicioso. Hoy es el agua. Mañana será el aire que respiramos. Pasado mañana, la vida misma podría ser una mercancía. No nos dejemos guiar por las emociones y el miedo. Son muy malos consejeros. Las soluciones existen, son sencillas, baratas y eficaces. No pongamos nuestras vidas en manos de los mercaderes.

Pierrick Berthou. Agricultor en la granja de Poulfang, en Quimperlé (en el Finisterre francés).

Fuente: Marianne, 27 de abril de 2023

Traducción: Lucas Antón

Fuente: https://sinpermiso.info/textos/gestion-del-agua-el-agua-no-es-un-recurso-es-que-hace-falta-recordarlo