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EL agua y el aceite de la crisis ecológica actual

Fuentes: Rebelión

En medio del horror apocalíptico y el dolor producido por la devastación, las llamas, el rescoldo y las cenizas de la tierra calcinada, el calor y la humareda toxica producida por los amenazadores incendios en la «amazonía nuestramericana», crece la necesidad de encontrar una explicación, un culpable y, obviamente con ello, la manipulación intencionada de […]

En medio del horror apocalíptico y el dolor producido por la devastación, las llamas, el rescoldo y las cenizas de la tierra calcinada, el calor y la humareda toxica producida por los amenazadores incendios en la «amazonía nuestramericana», crece la necesidad de encontrar una explicación, un culpable y, obviamente con ello, la manipulación intencionada de la grande falsimedia para obtener otra ganancia agregada a la ya obtenida con las llamas.  

El primer amago lo dio el «facho» y cínico presidente de Brasil, Bolsonaro, al culpar de tan espantoso desastre a un «universo nebuloso» e indiferenciado de enemigos suyos: «las oenegés izquierdistas». Luego, mientras las llamas crecían y se expandían con la sequedad, la sequía, el viento inmisericorde y sobre todo por la mirada cómplice de la incuria Estatal brasileira, vino la contrarréplica de sus adversarios bastante bien razonada y actual:

«Es el sistema global del imperialismo neoliberal en crisis de agonía» el que ha desencadenado el horror. Aportando tres sólidos y contundentes argumentos a su explicación:

1. La guerra comercial entre Estados Unidos y China en curso

Uno de los principales factores materiales que provocan la crisis ambiental es la postura de Brasil en medio de la guerra comercial de Trump y Xi Jinping.

El agronegocio brasileño quiere aprovechar la oportunidad que se abrió para la exportación de granos a China. Este país aplicó aranceles a la soja proveniente de Estados Unidos en represalia por los que Trump puso al gigante asiático. Esto encareció en unos 75.000 millones de dólares la soja estadounidense, por lo que crecieron las compras chinas de soja brasileña. Brasil se ha transformado en el mayor exportador de soja a China y al mundo.

En 2018, primer año de la guerra comercial, las exportaciones brasileñas a China crecieron 35% respecto a 2017, generando una balanza comercial positiva de 30.000 millones de dólares. La soja fue la más beneficiada con un crecimiento de 7.000 millones.

Los incendios criminales provocados por el agronegocio socio de Bolsonaro buscan la expansión de la frontera sojera, especialmente en el Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, cuyo aumento exponencial, en base a la destrucción medio ambiental, busca satisfacer la sed de ganancia de los capitalistas del agronegocio con más exportaciones a China.

Desde 1850 cuando el jefe del Observatorio Naval de Estados Unidos, Matthew Fontaine Maury, sugirió que su país evitase la guerra civil y continuase la expansión de la producción de algodón con mano de obra esclava, trasladando toda su estructura, incluyendo los esclavos africanos, a la región de la Amazonia brasileña (como relata Gerald Home en el libro «El Sur más distante»), desde entonces Estados Unidos tiene intereses materiales directos en la selva amazónica y no tiene nada que ver con su preservación. Son decenas de monopolios y fondos de inversión norteamericanos cuya cadena productiva está ligada al desmantelamiento, incluido BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo y el Capital Group, productores de granos como Cargill y ADM, además de farmacéuticas (Johnson&Johnson e Pfizer), de ingeniería genética y de cosméticos los que explotan las riquezas de la región. Lucran con la destrucción de la Amazonia, muy bien monitoreada por el Pentágono y el ejército yanqui.

Ante esto, no sorprende que instituciones como la NASA divulguen información «preocupante» sobre el avance de la destrucción de la selva. No les preocupa la Amazonia o el medio ambiente, sino los intereses de Estados Unidos en la selva tropical más grande del mundo y aprovechar la guerra comercial de Trump.

2. El conflicto entre los intereses del imperialismo europeo y el agronegocio brasileño

Macron, como Trump, no tiene más interés en la Amazonía que proteger el negocio de sus monopolios. Algunas de las empresas que más deforestan la selva amazónica son francesas: los bancos Credit Agricole (el mayor banco minorista de Francia) y BNP Paribas, la institución financiera más rica de Francia, están vinculados a la deforestación, según un informe de Amazon Watch. Según el mismo informe, compañías como Guillemette & Cie y Groupe Rougier reciben regularmente toneladas de madera de la empresa brasileña Benevides Madeiras. La estadounidense Monsanto (que se fusionó con el gigante farmacéutico alemán Bayer) y Dreyfuss también tienen grandes negocios en la Amazonia. Lo consideran su patio trasero de explotación capitalista.

Al igual que Estados Unidos, Francia y Alemania, no desean que su territorio de explotación se vea afectado por el agronegocio local.

Como una vieja potencia colonial que sometió a los países oprimidos a una explotación salvaje, Francia también fue responsable de la liquidación de los recursos naturales y ambientales en los cuatro rincones del mundo. Basta citar la historia de la sangrienta colonización francesa de África en los siglos XIX y XX. Los procesos de descolonización entre los años 1950 y 1970 representaron una nueva fase en la extracción depredadora de la riqueza nacional africana, junto con el brutal exterminio de la población de países como el Congo, Guinea, Togo, Malí, Níger, Chad, Mauritania y especialmente Argelia, que experimentó sucesivas masacres de su población entre 1954 y 1962.

La demagogia de Macron no puede ocultar que Francia no tiene ninguna vocación de «respetar la biodiversidad»: es uno de los países más destruyen la Amazonía.

3. La disputa entre Francia y Alemania en el acuerdo con el Mercosur

Otro conflicto inscripto en la crisis amazónica ocurre entre Francia y Alemania alrededor del acuerdo Mercosur – Unión Europea. Berlín y París comparten el objetivo de incrementar la explotación de los trabajadores latinoamericanos. Sin embargo, este acuerdo de sumisión del Cono Sur de América Latina a las potencias europeas no los favorece por igual. Los principales ganadores serían los exportadores de vehículos alemanes, que tendrían impuestos cero para la distribución de la producción automotriz. Mientras, Francia tendría a su sector agrícola considerablemente perjudicado debido al ingreso sin impuestos de los productos brasileños a los mercados europeos que ahora domina.

La política agrícola es uno de los pilares de la integración de la Unión Europea y es fundamental para Francia. Son los franceses los que manejan la agricultura para el resto del continente. Además de Francia, Irlanda también exigió insistentemente en el último período que la Unión Europea no fuese tan «generosa» en el sector agrícola, especialmente el de carnes. El acuerdo va en contramano de estas exigencias: incluye una cuota anual de 99.000 toneladas de carne con impuestos reducidos.

Por eso el presidente francés amenaza con cancelar el acuerdo, usando la crisis amazónica provocada por la sed de ganancia capitalista de Bolsonaro como coartada. Macron busca atender los intereses del agronegocio francés, sin con esto disminuir los acuerdos de explotación del Cono Sur. Así también el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, anunció que «ante los acontecimientos» bloqueará la implementación del acuerdo.

Alemania, por su parte, defiende el mantenimiento del acuerdo comercial, en vista del escenario caótico de su economía, que presenta fuertes señales recesivas debido a la retracción del comercio mundial (efecto del roce entre Estados Unidos y China), que deprime su producción industrial, altamente dependiente de las exportaciones. El capital alemán necesita nuevas zonas para su producción, que no puede depender tanto de China y de la Unión Europea en crisis»

Concluyendo que:

Es imposible defender la biodiversidad y los recursos naturales amazónicos sin atacar profundamente los intereses de los capitalistas, tanto nacionales como extranjeros, que hacen arder la Amazonia (fundamental, entre otras cosas, para la regulación de la temperatura de la Tierra) entre el agronegocio y la voracidad imperialista.

En primer lugar, es preciso aclarar, por si quedaran dudas, que Bolsonaro, así como la cúpula de las Fuerzas Armadas, estructuralmente vinculadas a Estados Unidos desde la II Guerra Mundial, no tienen ningún objetivo de defensa soberana de los recursos naturales. Por el contrario, es un servidor dócil de Trump y Estados Unidos, literalmente un «lame botas» que entrega todo lo que puede, desde la base de Alcántara en la provincia de Maranhão, pasando por la privatización de innumerables empresas estatales con el objetivo de entregárselas a Estados Unidos (con la inestimable ayuda de la pro imperialista causa Lava Jato), hasta el permiso para que una empresa privada estadounidense monitoree la Amazonia en lugar del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).

Las medidas reaccionarias de Bolsonaro (no solo son ataques a la humanidad entera, sino que) son ataques directos a los pueblos indígenas y descendientes de los quilombos (poblaciones negras rebeldes durante la época de la esclavitud), y a los medios de existencia de toda esa población en beneficio del agronegocio, los bancos y grandes empresarios. (Ver https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259846 )

También, como un aporte explicativo se ha reeditado de manera exponencial las proféticas palabras del siempre vivo comandante Fidel Castro en junio de 1992, hace 37 años, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en Río de Janeiro, Brasil. (Ver video. https://www.youtube.com/watch?time_continue=5&v=HQqXkTdv0MU

Argumentos que el eterno Comandante amplió en múltiples y variadas ocasiones como las reseñadas por la noticia del portal Sputinknews, en: https://mundo.sputniknews.com/ecologia/201908281088510865-fidel-castro-previo-la-tragedia-en-amazonia-y-el-video-de-1992-ahora-es-viral/  

 

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