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El amanecer de una nueva era en el Medio Oriente

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Una revuelta política como ésta, en la cual ciudadanos desarmados logran derribar a un gobernante que odian, nunca había tenido lugar en un país árabe.

Después de 18 días de manifestaciones masivas en las ciudades de Egipto, el presidente Hosni Mubarak ha dimitido y sus 30 años de gobierno han llegado a su fin. El control se entregó al ejército, que promete respetar las demandas de los manifestantes y preparar al país para las elecciones.

La revolución popular de Egipto y la que le precedió en Túnez anunciaron una nueva era en la historia del Oriente Medio. Es una época en la que la gente quiere ser escuchada y que se le permita participar en la modelación de su destino, en lugar de ser los sometidos de regímenes dictatoriales que imponen su autoridad a través de legislaciones de emergencia y de poderosos servicios de seguridad. Una revolución política como ésta, en la cual los ciudadanos desarmados derrocan a un gobernante que odian, nunca había tenido lugar en un país árabe. Tomó por sorpresa a los expertos, a los líderes y a los servicios de inteligencia.

Las celebraciones de victoria de los manifestantes que recibieron el abrazo del presidente de EE.UU. Barack Obama, encontraron al país árabe más grande en un estado de incertidumbre. Es demasiado pronto para evaluar la naturaleza del régimen que se creará en Egipto, quien lo encabezará y de qué manera los centros de poder -el ejército en primer lugar y después los Hermanos Musulmanes- encajarán el él. También es pronto para evaluar si la revolución se extenderá a otras partes de la región o hasta cuándo sobrevivirán los gobernantes de esos países.

Hasta los momentos finales de su gobierno, Mubarak abogó por «la seguridad y la estabilidad» e Israel veía a su régimen como un pilar estratégico fundamental. Su adhesión al tratado de paz que dio prosperidad a Israel, una frontera tranquila, suministros de energía y básicamente una integración en la región como un vecino bien visto. Ahora Israel tiene que acostumbrarse a los nuevos gobernantes de Egipto.

El cambio drástico en la frontera natural da lugar a temores, pero Israel no debe interferir en los asuntos de su vecino del sur. Egipto no tiene conflictos con Israel y no debe presentarse como un enemigo. El primer ministro Benjamín Netanyahu debe mostrar moderación y autocontrol. Sus advertencias de que Egipto podría convertirse en un nuevo Irán, y los dichos sobre el aumento del presupuesto de defensa, se limitan a crear tensiones destructivas y ponen a Israel en el lado del régimen derrocado. La revolución en Egipto no deriva de los vínculos con Israel, y Netanyahu haría bien en guardar silencio y permitir que este país vecino tenga su oportunidad de establecer una democracia.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/a-new-era-has-dawned-in-the-middle-east-1.343038