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El amor en estado de sitio en Gaza

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

 Los soldados israelíes impiden el desarrollo de una boda simbólica. El grupo se encamina hacia el muro de separación cerca del puesto de control Hizme, en la ocupada Cisjordania, 9 de marzo de 2013. (Issam Rimawi / Flash90)

Para recibir un permiso para viajar a Gaza y salir de ella a través de Erez, Israel debe determinar que el motivo del viaje es de carácter humanitario o que reconoce una lista de circunstancias excepcionales (como jugar con la selección nacional de fútbol o ser un comerciante). Viajar a visitar a tu madre, a la que no has visto en 10 años, no se considera que sea de naturaleza humanitaria, a menos que, Dios no lo quiera, esté enferma con una enfermedad mortal.

Viajar con el propósito de asistir a una boda es posible, pero sólo si el novio o la novia es un pariente de primer grado. Viajar a tu propia boda no cuenta. Gaza, al igual que todos los lugares del mundo, está lleno de personas que aman. Aquí hay tres historias de la Franja, no sólo de amor romántico, sino de todos los tipos de amor en proceso de culminación. Las historias se distinguen por lo comunes que son, por una parte, y lo extraordinario de las circunstancias en las que se llevan a cabo.  

Mantenerlos separados por ‘razones de seguridad’ no reveladas

Shadi y Aya se casaron en la Franja de Gaza justo antes de la devastadora operación militar borde protector en el verano de 2014. Aya, ciudadana estadounidense y con un incipiente embarazo, fue evacuada de Gaza pocos días después de finalizados los ataques, junto con otros cientos de palestinos de nacionalidad extranjera. Ella pensó que sería una cuestión de unos pocos meses antes de que Shadi se uniera a ella en los Estados Unidos.

Después de conseguir todos sus papeles juntos, Shadi presentó una solicitud para viajar a una entrevista de visa de inmigración a los Estados Unidos en el consulado de ese país en Jerusalén. El consulado atiende a los residentes palestinos de los territorios palestinos ocupados. Como parte de los procedimientos comunes de selección, los solicitantes de visa deben asistir a una entrevista en persona en Jerusalén. Los residentes de Cisjordania y Gaza requieren permisos de los militares israelíes para asistir a estas entrevistas; para los residentes de Gaza es mucho más difícil y aún más raro recibir los permisos debido al cierre de la Franja.

De diciembre 2014 a abril de 2016 Shadi se perdió tres citas en el consulado, ya sea porque las autoridades israelíes no respondieron a tiempo o no respondieron en absoluto a su solicitud de permiso. Cada vez que perdía una cita programaba otra, presentaba una nueva solicitud y así se iniciaba el proceso de espera de nuevo.

 

Los palestinos se reúnen en la playa al atardecer en Al Meena, ciudad de Gaza, 12 de septiembre de 2014. Después de siete semanas de ofensiva israelí, durante la cual la mayoría de los palestinos fueron confinados a sus hogares, muchos palestinos fueron a la playa para disfrutar de un espacio abierto.

La cuarta vez, a pesar de que algunas de las solicitudes anteriores habían sido respondidas favorablemente y simplemente no podía viajar porque había perdido su cita, en junio de 2016 le dijeron que le habían negado la salida por «razones de seguridad«. Ni Shadi ni su represente legal, en la organización israelí de derechos humanos Gisha, saben que «razones de seguridad» le hacen inelegible para visitar el consulado de Estados Unidos ni por qué se tardó tanto tiempo para que estos problemas de seguridad surgieran ahora, cuando había gozado de permisos anteriores. Gisha presentó una petición judicial para tratar de averiguar y se fijó una audiencia para hoy, Día de San Valentín.

Mientras tanto Aya dio a luz a su hijo, Ahmed, un niño precioso, sano, que todavía tiene que encontrarse con su papá. Este Día de San Valentín marca más de dos años que la pareja está separada.

Un novio en el puesto fronterizo

Nuestros primeros amores son nuestros padres y los padres dicen que sus grandes amores son sus hijos. Lo mismo puede decirse de una mujer a la que llamaremos Anhar, de 46 años, y su hijo, al que vamos a llamar Mohammed, de 21 años.

El padre de Mohammed es un ciudadano israelí, por lo que el hijo tenía derecho a la ciudadanía israelí desde el nacimiento. Anhar, una residente palestina de Gaza, sólo mantiene la residencia palestina. Hace varios años Mohammed eligió hacer su vida en Israel; como un hombre joven que está empezando, se imaginó que sus perspectivas financieras estarían mejor allí. Besó a su madre con un beso de despedida y se comprometió a visitarla, una escena común en todo el mundo.

Poco frecuente, sin embargo, es el hecho de que tanto Anhar como Mohammed tendrían que solicitar el permiso de las autoridades israelíes para visitarse mutuamente, lo que demuestra que su razón para hacerlo es lo suficientemente humanitaria para justificar ese permiso, a pesar de que viven a poca distancia en coche uno del otro. La boda de un familiar de primer grado es sólo una razón suficientemente humanitaria, de acuerdo con criterios de Israel para los viajes de las personas a través de Erez.

Mohammed conoció y se enamoró de quien sería su novia unos años después de llegar a Israel y decidieron casarse. Anhar no podía entrar en Israel para conocer a su futura madre política ni para asistir a la fiesta de compromiso. Pero podría asistir a la boda misma, nada más. Anhar necesitó ayuda con el proceso de solicitar un permiso, presionar para obtener una respuesta a tiempo para llegar a la boda, y cuando lo obtuvo el día antes de la boda, las autoridades cerraron el paso de Erez, dejando a la pobre mujer adentro.

Unos manifestantes palestinos representan una boda fingida durante una manifestación no violenta en la localidad cisjordana de Al-Ma’asara, 31 de julio de 2009. (Foto: Oren Ziv / Activestills.org)

A las 6 p.m. cuando el cruce había cerrado oficialmente para salir, Mohammed se sentó en el estacionamiento esperando a su madre mientras que su novia y todos sus invitados lo estaban esperando de vuelta en su ciudad natal, en la fiesta de la henna (que tiene lugar la noche antes de la la boda). Por último, apareció Anhar y los dos estuvieron juntos por unos breves días de celebración y felicidad.

Haciendo caso omiso de los hechos de la vida

El señor y la señora H. se casaron en Gaza en 2010. Ambos soñaron con tener hijos y estaban con ganas de formar una familia juntos. Por varios años la pareja intentó sin éxito quedar embarazada. Comenzaron los tratamientos de fertilidad, primero en Gaza y luego en Cisjordania. La pareja, que por suerte tenía los medios para pagarlo, estaba determinada a seguir intentando y decidió tratar de tomar ventaja con los tratamientos avanzados disponibles en los Estados Unidos. Pero para llegar a los EE.UU. necesitarían visados y para obtener los visados los dos requerirían un primer viaje al consulado estadounidense en Jerusalén para las entrevistas de visa.

Solicitaron el permiso de la Comisión de Asuntos vía civil palestina, mientras que Gisha hacía un llamamiento a las autoridades israelíes en su nombre, citando su determinación de cumplir el derecho más básico de tratar de tener hijos biológicos propios. Una semana más tarde, el ejército respondió que sólo la petición de la señora H. había sido aprobada. Al día siguiente Gisha hizo un llamamiento en el sentido de que cuando se trata de hacer niños, por si el ejército no estaba al tanto, se necesitan dos para bailar un tango. Unos días más tarde, el ejército cedió y aprobó la petición del señor H. también. La pareja viajó a Jerusalén y sus solicitudes de visa fueron aprobadas, el primer paso para cumplir con su deseo de formar una familia.

 Tania Hary es la directora ejecutiva de Gisha -Centro Legal para la Libertad de Movimiento- Una versión de este artículo fue publicada originalmente en su blog y se reproduce aquí con permiso.

Fuente: https://972mag.com/love-under-siege-in-gaza/125229/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.