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El ejército israelí y la hamburguesa de mi hija

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Quise escribir esto hace dos días, pero me encontraba exhausto después de jugar miles de partidas del juego de cartas UNO con mi hija Nadine, de seis años. ¿Por qué este frenesí por los naipes, especialmente cuando odio jugar a las cartas? Bueno, el jueves por la tarde estábamos en el centro de Ramala, a las 3,40 p.m., cuando el todopoderoso ejército israelí decidió, otra vez, que era el momento de causar estragos en nuestra ciudad. No debería quejarme, ya que lo que sucedió ayer en Ramala ocurre regularmente a lo largo de toda Cisjordania y Gaza. Sin embargo, haré de esto un tema de discusión y ruego a cada palestino, en cada ciudad, hacer de cada atropello israelí en nuestras vidas un tema de discusión.

El jueves estuve todo el día muy ocupado y después tenía prevista una cena de negocios con un importante empresario en Jerusalén, por lo que acordé con mi esposa y mis hijas que, en vista de que no estaría en casa durante todo el día y parte de la noche, las recogería a las 3,30 en punto para disfrutar de un almuerzo tardío. Últimamente no hemos salido mucho debido a los recientes problemas internos, por lo que mis hijas estaban entusiasmadas. A las 3,30 corrí a casa para recogerlas y encontré a mis hijas vestidas para la ocasión. Para ellas, ésta era una salida importante ya que nos hemos pasado casi todas las vacaciones en casa. El restaurante que eligieron como primera opción estaba cerrado debido a las festividades, así que se decidieron por su lugar favorito, Angelo’s Pizzería, para los que lo conocen.

Angelo’s Pizzería está en la calle principal de Ramala, a pocos metros de la plaza Manara, el azotado centro de la ciudad donde anoche la televisión mostró cómo las excavadoras israelíes destruían automóviles. Aparqué en la calle del Friends Girls School que se encuentra detrás del restaurante. Tan pronto como salí del automóvil sentí que algo andaba mal. Cuando caminábamos hacia el restaurante miré hacia arriba y pude ver un helicóptero israelí sobrevolando algún blanco desconocido. Pensamos que sería más seguro entrar en el restaurante que volver a casa.

El restaurante estaba lleno de clientes nerviosos por los ruidos de los disparos sobre nuestras cabezas. Los camareros, que han pasado por esto cientos de veces, se acercaban a las mesas, jugaban y bromeaban con los niños. Ellos sabían que las cosas no andaban bien, y trataban de que todo pareciera normal, ya que finalmente éramos sus clientes. El gerente del restaurante, un amigo, vino a nuestra mesa y me pidió las llaves de mi automóvil. Quería moverlo porque había oído que los jeeps israelíes que operaban en la ciudad chocaban contra los automóviles que estaban aparcados a los lados de la calle. Él estimó que mi automóvil ya estaba en un lugar seguro y nos tranquilizó asegurándonos que todo pasaría muy pronto. ¡Él sabe, lleva viviendo diariamente esta realidad desde hace más de 40 años!

Pedimos una pizza y ensalada y Nadine insistió en que Angelo’s Pizzería tiene las mejores hamburguesas de la ciudad y quería una, así que la pidió. Cuando nos sentamos, las cosas afuera se estaban deteriorando. Recibí, en el móvil, una llamada de mi padre desde Youngstown, Ohio. Me preguntó dónde estábamos ya que nadie contestaba el teléfono en casa. Me habló de los informativos en los que estaba viendo, en directo, lo que estaba pasando fuera del restaurante. Después de hablar con mi padre, me asomé varias veces a la puerta del restaurante desde donde pude ver personas que escapaban del centro de la ciudad. Cuando me encontraba parado en la puerta, un amigo mío terminaba de comer con su esposa y cuatro hijos y se quedó en la puerta mirando antes de cruzar la calle hacia su automóvil. Lo observé cuando se apresuraba a cruzar la calle con su familia hacia el automóvil, hasta que se fue. En este punto, ya sabía que no se trataba sólo de una actividad militar sobrevolándonos, sino de algo más.

Llegó la ensalada y la disfrutamos. Luego llegaron la famosa hamburguesa y nuestra pizza. Durante todo el tiempo mi mujer trataba de comunicarse con su hermana, a la que habíamos invitado pero que nunca llegó. Mi esposa quería asegurarse de que todo estaba bien, en vista de los tiroteos y la conmoción de fuera. Mi hija mayor, Areen, estaba un poco nerviosa, preguntándose cuándo podríamos volver a casa. La tranquilizamos asegurándole que no habría problemas, aunque en realidad no teníamos ni la más mínima idea.

Cuarenta minutos después, mi mujer Abeer, Areen y yo terminábamos de comer y estábamos listos para irnos. Nadine estaba feliz disfrutando muy lentamente de su hamburguesa y las patatas fritas de «categoría mundial», al tiempo que frecuentemente nos tranquilizaba diciéndonos «Ellos vienen, disparan, arrestan y se van… Por lo tanto, ¿cuál es el problema? Cuando se vayan, nos iremos a casa, ¿cierto papá?

Por lo tanto, ¿cuál es el problema? El problema es ¿Cómo una niña de seis años se sienta tranquilamente a devorar con entusiasmo una hamburguesa durante una mini-guerra sin presentar el menor signo de disturbio?

Finalmente Nadine terminó su hamburguesa y volvimos a casa. Afortunadamente habíamos aparcado en el lado opuesto a la dirección de los disparos, por lo que condujimos por una calle en sentido contrario y llegamos a casa. Por el camino, los taxistas se apresuraban a desplazar a las personas fuera del centro de la ciudad, conduciendo peor de lo habitual. Cuando llegamos cerca de casa tuvimos que cruzar la carretera Jerusalén-Ramala. A sólo unos 200 metros de distancia, mis hijas gritaban que las fuerzas de ocupación israelíes habían bloqueado el camino. Eché un vistazo y era un desastre. Había jeeps por todas partes, piedras en las calles, y detrás de los jeeps pude ver que el mercado se encontraba lleno de soldados.

Finalmente llegamos a casa. Sintonicé la CNN, ¡nada! Cambié a Al Jazeera y mostraban imágenes en vivo de lo que estaba pasando y el alcance de este hecho, otra invasión israelí en Ramala. Un equipo de policía secreta israelí trató de arrestar a alguien y quedaron expuestos en medio del tiroteo palestino.

Comenté con mi esposa si debería arriesgarme a ir a Jerusalén más tarde. Acordamos esperar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos ya que las noticias informaban de que el IDF estaba terminando sus operaciones y abandonando el centro de la ciudad (sólo para volver a su posición permanente de cercar nuestra ciudad).

Fui a revisar mi correo y a cancelar una entrevista con la radio CBC que perdí debido a este lío. Entonces vino Nadine y me preguntó si podía acompañarle al baño. Ella nunca pide que la acompañen. En nuestro pequeño apartamento el baño está literalmente a un metro de distancia de mi ordenador y a tres metros de la sala donde Abeer se encontraba mirando las noticias y Areen le decía a la abuela Sarah, en Youngstown, que estábamos todos en casa y bien.

Comprendí inmediatamente y gustosamente la acompañé e incluso hice un trayecto entretenido. Luego cancelé todas mis reuniones para esa tarde y pasé el resto de la noche haciendo exactamente lo que Nadine me pedía -jugar UNO-. Jugamos solos, después con Areen, como una familia, y luego de nuevo solos, muchas veces. Cuando llegó la hora de ir a la cama, me dio el beso de buenas noches y se dirigió hacia su cuarto, junto a su hermana, como es habitual -sin escolta-. Sentí que la terapia UNO había resultado. Creo que debería pedir por una nueva cobertura de UNO en mi póliza de seguro médico.

Amigos, no escribo esto para aburrirlos con una experiencia familiar durante dos horas de ocupación, ¡sino para gritarle al mundo que necesitamos su ayuda!

Cuatro civiles palestinos fueron asesinados anoche en este ataque, 20 resultaron heridos, 5 de ellos de gravedad. No tengo estadísticas del número de niños, como Nadine, a los que se les endureció la piel durante esta última aventura israelí.

Israel y Estados Unidos han perdido su camino, están ciegos ante Palestina. Israel ya está creando una nueva generación de palestinos más insensible que las anteriores frente a la ocupación militar. De la misma forma está creando una generación de ocupantes israelíes que ven mi ciudad como el lejano oeste. Está despojando a los niños, tanto palestinos como israelíes, de su niñez. Hay que parar esto AHORA. Necesitamos su apoyo activo:

  • Organízate localmente, en tu iglesia, centro comunitario, unión, etc.

  • Apoya la postura de Jimmy Carter contra el Apartheid Israelí. Lee su libro.

  • Escribe cartas.

  • Visita y compromete a tus representantes. Exige declaraciones públicas.

  • Respalda a un estudiante palestino.

  • Invierte en Palestina.

  • Pide que Angelo’s Pizzaria comience a exportar hamburguesas por correo expreso.

  • Y lo más importante, juega UNO con tus hijos.

El autor es un empresario estadounidense-palestino que vive en la ciudad palestina asediada de El-Bireh, en Cisjordania. Es coeditor junto con Staughton y Alice Lynd de HOMELAND: Oral Histories of Palestine and Palestinians (1994) y puede ser contactado en [email protected]

Texto original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article6356.shtml

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.