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La economía crece a costa de una fuerte destrucción ambiental

El Estado español, paradigma de la insostenibilidad

Fuentes: El ecologista

Este artículo resume los datos más relevantes del estudio realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). Para evaluar la tendencia hacia la sostenibilidad se ha recurrido a 55 indicadores, que se han distribuido en indicadores de sostenibilidad ambiental, económica y social. Además se presentan una serie de indicadores integrados que dan idea […]

Este artículo resume los datos más relevantes del estudio realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). Para evaluar la tendencia hacia la sostenibilidad se ha recurrido a 55 indicadores, que se han distribuido en indicadores de sostenibilidad ambiental, económica y social. Además se presentan una serie de indicadores integrados que dan idea del avance hacia la sostenibilidad de algunos sectores. Vamos a repasar algunos de los más relevantes.

Indicadores de sostenibilidad ambiental

Indicador de cambio climático

España ha aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero un 40,6% en el periodo 1990-2003, lo que le sitúa muy lejos de cumplir el objetivo al que se comprometió en el Protocolo de Kioto (aumento del 15%). Las principales actividades responsables fueron la producción de energía (31,7%) y el transporte por carretera (26,3%). El mayor incremento ha sido en el transporte por carretera (73%), aunque la producción de energía también ha crecido notablemente.

Indicadores de uso de recursos

Energía

En el Estado español se ha aumentado el consumo de energía primaria un 3,5%/año en los últimos 5 años. Además, las fuentes energéticas principales son los combustibles fósiles (82,2%), seguidas de la nuclear (11,7%), con una presencia muy secundaria de energías renovables. El principal responsable de este incremento es el sector del transporte, ya que la energía que se produce se destina fundamentalmente al transporte (39%) y la industria (31%), según los datos de 2003.

En todo caso se ha producido un fuerte incremento en la contribución de las energías renovables al consumo energético general. Este aumento se ha debido, mayoritariamente, a la energía eólica. Sin embargo, el Estado español todavía está lejos del objetivo de que las energías renovables suministren el 12% de la energía.

Actualmente el 79% de las fuentes de energía son importadas.

Materiales y residuos

En 2000 se consumieron 47 toneladas de recursos por habitante. Este consumo está fuertemente asociado a la entrada de materiales, de manera que por cada tonelada que se exporta se importan más de dos. Los productos son, en un 75%, de origen no renovable y este porcentaje está aumentando.

La mayoría de los residuos producidos son de origen ganadero (46%) y no se reintegran en el ciclo productivo.

Se ha producido un importante aumento de la generación de residuos sólidos urbanos (71% en el periodo 1990-2003). Este incremento es superior al del PIB. La fracción mayoritaria es la correspondiente a la materia orgánica.

Como aspecto positivo se puede señalar que se han reducido los vertederos incontrolados. Pero, en general, no se tratan adecuadamente los residuos y el porcentaje de reciclado es todavía bajo. En todo caso, en todos los residuos analizados (papel y cartón, vidrio, residuos de envases, plásticos, metales, madera y materia orgánica) las tasas de reciclaje crecen.

La producción de residuos peligrosos no disminuye. Además, en el Estado español, no existen todas las infraestructuras necesarias para su tratamiento adecuado.

Por último, cada vez se usan más recursos para producir la misma riqueza (810 €/tonelada, frente a los 1.280 €/t de media en la UE). Además los recursos que se están utilizando han pasado de ser renovables en su mayoría, a no renovables en una proporción de 9 de cada 10.

Agua

La extracción de agua sigue aumentando a un ritmo anual del 2,2%. Esto produce que la zona de levante y las grandes aglomeraciones urbanas, principalmente pero no sólo, estén en una situación de consumo por encima de sus recursos hídricos.

La mayoría del agua se utiliza en la agricultura (65%), donde todavía el método de riego más usado es el de inundación. Además, en la red de distribución se pierde un 20% de los recursos hídricos.

La calidad del agua ha mejorado en todas las cuencas hidrográficas en el periodo 1998-2003. El 61% de los puntos en los cuales se han realizado medidas presentan unos valores de calidad de agua entre excelentes y buenos. Pero la contaminación por nitratos aumenta, mientras que la ocasionada por materia orgánica disminuye.

El nivel de depuración de las aguas es cada vez mayor, de manera que el 71% de la población tiene sus aguas residuales conectadas a una depuradora. Sin embargo, el esfuerzo es todavía insuficiente, ya que el porcentaje de población que no se depura sus aguas residuales es aún demasiado alto y los mecanismos de depuración mayoritarios no son los más rigurosos.

 

Suelo

Aunque la mayoría del suelo es agrícola o forestal, la urbanización es el uso que está creciendo de manera más importante (26% entre 1990 y 2000). Este crecimiento ha sido mucho mayor que el de la población y se ha producido principalmente en Murcia, Navarra, País Valenciano y Madrid. La superficie urbanizada en el litoral supera el 50% en la línea de costa en varias provincias.

 

Indicadores de calidad ambiental y salud

Emisiones de sustancias acidificantes

Se ha producido una disminución del 38,1% de las emisiones de dióxido de azufre como consecuencia de la reducción de la utilización de combustibles con alto contenido en azufre. A pesar de ello, somos el Estado de la UE con mayor tasa de emisión desde 1997.

Frente a la reducción en la UE de las emisiones de óxidos de nitrógeno en un 30%, en el Estado español han aumentado un 21%.

Las emisiones de amoniaco han aumentado un 21% en el periodo 1990-2003.

Salud y medio ambiente

La cantidad y el grado de exposición a sustancias peligrosas (cancerígenas, pesticidas…) ha aumentado notablemente. Asociado a este hecho, se han incrementado también las enfermedades de las personas más expuestas a las mismas.

Además, existe una preocupante falta de datos sobre la relación entre la calidad ambiental y la salud. Pero los estudios que existen apuntan hacia una fuerte asociación de ambos aspectos.

El dióxido de azufre, el ozono troposférico y el monóxido de carbono presentan concentraciones por debajo del valor límite fijado por la UE en las ciudades españolas. En cambio, el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión de menos de 10 micras se encuentran por encima, sin que apenas haya planes para reducir estos niveles.

 

Indicadores de biodiversidad

Se ha producido un aumento significativo de las áreas protegidas hasta el 9,1% del territorio. Faltan instrumentos de planificación y financiación en muchas de ellas, ya que el 40% de las mismas no gozan de una protección adecuada.

La biodiversidad está disminuyendo. Así hay especies, como el lince, el oso pardo o el águila imperial, en una situación crítica. El 24% de los vertebrados se encuentran amenazados. Además se constata la falta de planes de gestión para la conservación de muchas especies.

Indicadores de sostenibilidad económica y social

El PIB ha aumentado cerca de un 3% anual en los últimos 35 años. Sin embargo hay que matizar que el crecimiento del PIB no indica un acercamiento a la sostenibilidad, ya que suele aumentar a costa de la destrucción ambiental. Así el PIB se incrementa si se tala un bosque y después se vende la madera y se urbaniza el terreno, o si se consume agua embotellada en lugar del agua de los ríos colindantes.

La economía española está fuertemente terciarizada. Este proceso se está llevando a cabo gracias a que los sectores primario y secundario se han trasladado a otros lugares del mundo. Desde el punto de vista ambiental esto tiene una importancia capital, ya que no sólo no se han eliminado a escala global los impactos asociados a la producción, sino que se incrementan, debido a la necesidad de transportar las mercancías a distancias mayores (por ejemplo las exportaciones españolas crecieron un 11,62%/año). Además, en general, los países donde se están resituando estas producciones tienen unas legislaciones ambientales y laborales más laxas.

El gasto de España en I+D se ha venido incrementando hasta alcanzar el 1,1% del PIB en 2003, si bien esto sólo representa el 35% de lo que se gastan Alemania, Francia o Reino Unido. Además, este gasto no se centra en proyectos que avancen hacia la sostenibilidad en la mayoría de los casos. Entre 2003 y 2004, el Indicador Sintético de Innovación en España pasó de un valor de 0,24 a 0,3, si bien las diferencias con la media europea (0,44 en 2004) son todavía ostensibles.

La tasa de empleo muestra una tendencia ascendente desde 1987, si bien sigue siendo una de las más bajas de Europa (61,7% en 2004). La tasa de empleo española de personas de más edad se sitúa en el 41,1% y, al igual que ocurre con la tasa de empleo total, es mucho mayor en los hombres que en las mujeres. La tasa de paro de larga duración es el 3,9% y también afecta más a las mujeres que a los hombres.

La tasa de temporalidad española (32,5% en 2004) continúa siendo la más elevada de la UE, con una diferencia en torno a los 17 puntos.

Cada año se registran cerca de 2 millones de accidentes de trabajo. En 2002, la siniestralidad laboral española duplicó la media europea.

El 19% de la población española se encontraba en riesgo de pobreza en 2001, lo que supone unos niveles similares a los de 1980. Este porcentaje aumenta para las mujeres, y las personas mayores de 65 años y/o desempleadas. Además, la diferencia entre las personas con ingresos altos y las personas con menores niveles de renta es superior a la media europea. En 2001 el porcentaje de trabajadores/as en riesgo de pobreza sobre el total de la población ocupada ascendía al 10%, frente al 7% de media en la UE.

El 30,4% de los/as jóvenes españoles/as de entre 18 y 24 años incurren en abandono escolar prematuro según los datos de 2004. Por otra parte, en 2004 se dedicó el 5,4% del PIB a la educación, con lo que desde 1993 el gasto total en educación ha decrecido un 0,7%.

El 9,5% de la población española considera que su estado de salud ha sido malo o muy malo en el último año. La esperanza de vida sin discapacidad ha experimentado una ligera tendencia al alza en los últimos años (70,2 años para las mujeres y 66,8 años para los hombres). En la última década, se ha ido reduciendo el porcentaje del PIB destinado a sanidad (5,9% en 2002), situándose notablemente por debajo del de la UE.

El índice de Desarrollo de Género creció en el Estado español un 15,2% en el periodo 1990-2002, aunque el salario medio de las mujeres se ha mantenido en torno al 70% del salario de los hombres, y sus ingresos fueron casi tres veces menos que los de los hombres. En 2004 se produjo la muerte de una mujer cada 5 días a manos de sus parejas o exparejas en la mayoría de los casos. Este parámetro no ha parado de aumentar desde 2001.

El 71,8% del trabajo que realizan las mujeres en la UE es no remunerado, frente al 29,3% en el caso de los hombres. Las mujeres invierten más tiempo que los hombres en las tareas domésticas, el cuidado de menores y mayores, y el voluntariado.

Indicadores de procesos de sostenibilidad

Ecoeficiencia y disociación entre el crecimiento económico e impactos ambientales

Las emisiones de gases de efecto invernadero están aumentando por encima del crecimiento económico del sector energético. Sin embargo, los gases acidificantes muestran un comportamiento más positivo.

El crecimiento económico del sector industrial sigue estando ligando a un aumento de los impactos ambientales. Sin embargo varios de estos impactos -como el consumo de agua y materiales o las emisiones de gases de efecto invernadero- están incrementándose a un ritmo menor que el crecimiento económico del sector.

El modelo de turismo actual está agotado, ya que en las zonas de mayor actividad (el litoral) aparecen situaciones fuertemente insostenibles.

A pesar de que algunos impactos relacionados con el transporte se han reducido (emisiones de dióxido de azufre) o han aumentado por debajo del crecimiento económico del sector (emisiones de óxidos de nitrógeno), los daños ambientales del transporte son crecientes (consumo de energía, emisiones de dióxido de carbono). El transporte por carretera acapara la mayoría de las mercancías y viajeros/as, en detrimento del ferrocarril convencional, que es mucho menos impactante.

Se ha producido un importante incremento en el uso de fertilizantes y pesticidas químicos, con lo que sus impactos asociados (eutrofización de aguas, contaminación de suelos y aguas, etc.) se han incrementado. Se aprecia un aumento importante del terreno dedicado a la agricultura ecológica.

A pesar del descenso en las capturas, el sector pesquero está produciendo impactos fuertes que amenazan con la desaparición a varias especies como el rape, la anchoa, la merluza o la caballa.

Con el aumento del nivel adquisitivo de los hogares se ha incrementado su impacto ambiental. Cabe destacar el incremento de emisión de gases de efecto invernadero y de generación de basuras. El aspecto más positivo es la disminución en el consumo de agua.

El sector de la edificación está produciendo un fuerte impacto ambiental (consumo de recursos y producción de residuos) y social (alto nivel de endeudamiento familiar).

 

Indicadores de procesos para el cambio

Hay un número elevado de municipios que han firmado la carta de Aalborg (una mera declaración de intenciones hacia la sostenibilidad), pero poquísimos están realizando una verdadera Agenda 21 Local.

Se ha producido un importante incremento de las empresas firmantes de acuerdos ISO 14001 y EMAS (para prácticas más sostenibles). Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos acuerdos no se llevan a la práctica.

Existen todavía niveles muy bajos de Ayuda Oficial al Desarrollo (0,23% del PIB en 2003). Además la calidad de la ayuda es baja, ya que sólo un 13,1% se dedica a servicios básicos y existe alrededor de un 20% en forma de créditos que deben devolverse.

Conclusiones finales

El informe del OSE permite obtener una visión amplia del avance hacia la sostenibilidad. Sin embargo, de cara a futuras ediciones, serían deseables algunos cambios, como aclarar que el crecimiento de algunos indicadores (PIB, productividad, innovación…) en la mayoría de los casos señalan prácticas más insostenibles.

Además, sería aconsejable una mayor profundización en los indicadores de flujos (energía, materiales, agua, residuos…) de manera que puedan señalar los consumos en la producción intermedia, o el número de kilómetros que se trasladan, por ejemplo. También se hecha en falta el tratamiento de la erosión y la sobreexplotación de acuíferos.

Finalmente, como fácilmente se desprende de los datos expuestos, el comportamiento del Estado español es crecientemente insostenible, pues se basa en una fuerte destrucción de los recursos naturales de los que, en definitiva, dependemos.

Luis González Reyes, coordinador de Ecologistas en Acción
El ecologista nº 47