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Una conversación contemporánea en el 180 aniversario de su natalicio

El general Gómez vive en Cuba con su carga al machete permanente

Fuentes: Rebelión

Una conversación contemporánea ya que en el 180 aniversario de su natalicio, el General Máximo Gómez, quien fuera el más alto y brillante jefe militar cubano en nuestras contiendas independentistas, puede librar aún sus batallas en Cuba y el mundo. Todos los días estamos inmersos en la historia o andamos con ella entre pecho y […]


Una conversación contemporánea ya que en el 180 aniversario de su natalicio, el General Máximo Gómez, quien fuera el más alto y brillante jefe militar cubano en nuestras contiendas independentistas, puede librar aún sus batallas en Cuba y el mundo.

Todos los días estamos inmersos en la historia o andamos con ella entre pecho y espalda, con la acción y el pensamiento. Y es que la historia fluye al igual que la vida, desde el ayer al hoy, y desde el hoy al futuro. Por eso vivimos con un mundo físico y humano sobreañadido al propio de nuestras existencias, que de esta forma adquieren una riqueza y dimensión mayor. Así, el tiempo más que empequeñecernos, nos agiganta con su caudal de paisajes y espacios, de hechos e ideas en que los mundos físicos y humanos se funden.

Por esta razón, al adentrarnos en la historia, quiérase o no, se interactúa, se intercambia, se dialoga, se pregunta o se responde de las formas variadas en que cada ser humano tiene capacidades, posibilidades y propósitos para ello. Por tanto, más que intentar asomarnos a la historia como espectadores, se debe penetrar en ella hasta sentirnos como coetáneos activos del tiempo en que se incursiona.

De ahí que acuciado por los acontecimientos y realidades actuales, mis pasos vayan, camino de la historia, guiados por inquietudes que buscan el encuentro con una respuesta verdadera, un juicio definitivo y una defensa irreductible. De esta manera es que he llegado a concebir esta conversación contemporánea con el General Máximo Gómez, en que mis preguntas tienen respuestas cabales y contundentes. Y son respuestas textuales de ayer, válidas y necesarios hoy, pero vigentes siempre.

Por eso poseen un valor mayor para nuestros pueblos, ya que pienso que cuando es necesario proteger a la patria de ataques y heridas mortales, urge levantar el escudo frente al enemigo que se encima para cumplir su papel de victimario. Ese escudo puede ser un pedazo de historia, un gesto, una voz, un hecho, un arma, una idea, pues con todo eso se defiende a la patria agredida.

Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo, son cumbres de las luchas libertarias e independentistas del pueblo cubano.

En esos hombres va encarnado un pueblo entero, el pueblo cubano, que aún los mira desfilar con sus banderas enhiestas, con sus armas erguidas, con sus pasos decididos, con sus ideas inconmovibles y con su amor y lealtad de siempre a su causa y a su Patria.

Si en una conversación sui géneris, preguntáramos a estos cuatro grandes hombres sobre algunas cuestiones esenciales del pasado, presente y futuro de nuestra nación, o del mundo, ellos nos respondería con palabras textuales de su tiempo, aquellas que expresaron en distintos momentos de sus vidas, y que hoy son legado necesario y válido, como si su vigencia perdurara para todos los tiempos en las conciencias de nuestros compatriotas.

Permítanme, queridos lectores, que les presente esta entrevista imaginaria, pero auténtica y legítima, y que resulta, por eso mismo, tan real, verdadera y contemporánea, como los pensamientos que les sirven de esencia y sustento. Este diálogo veraz que intentaré con el General Gómez, es una manera de que en su continuo batallar, más allá de su tiempo histórico concreto, lo sintamos y mantengamos vivo, como un coetáneo nuestro, a pesar de su muerte, y convirtiendo en realidad lo dicho por Martí, de que cuando se cae en la patria del lado del deber y en brazos de la patria agradecida, «empieza, al fin, con el morir, la vida «.

Máximo Gómez Báez nació en Bani, República Dominicana, el 18 de noviembre de 1836 y murió en La Habana el 17 de junio de 1905. Dirigió la primera carga al machete en la guerra de los Diez Años (1868-1878), fue Mayor General en las dos guerras de independencia y General en Jefe y Generalísimo del Ejército Mambí en la guerra de 1895. Fue el más alto y brillante jefe militar cubano en nuestras contiendas independentistas.

Es hora, pues, que demos paso al texto de esta entrevista cuyas preguntas están matizadas por el enfoque contemporáneo de su autor, y las respuestas tienen afincadas sus raíces en el pensamiento y las ideas expresadas por Gómez, en diversos momentos de su vida ante los acontecimientos, los sucesos y los avatares de la vida o de la lucha en la época que le tocó vivir, pero en las cuales no pueden faltar los sueños y proyecciones hacia el futuro

W- Gómez, Ud. compartió los hechos heroicos y las ideas durante las guerras de independencias con otros tres grandes: Céspedes, Maceo y Martí. Como General en Jefe del Ejército Mambí escribió páginas de abnegación y heroísmo que perduran entrañablemente en la historia de Cuba. ¿Pudiera darnos a conocer el último apunte de su Diario de Campaña de fecha 3 de enero de 1899, relacionado con la intervención norteamericana en la guerra de Cuba contra España?

G- La situación, pues, que se le ha creado a este pueblo, de miseria, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía es cada vez mas aflictivo, y el día que termine tan extraña situación es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.

W- General, como Ud. conoce, nuestra historia registra la ocurrencia de actos groseros practicados por norteamericanos que han ofendido el sentimiento nacional. ¿Cuáles son sus valoraciones sobre estos hechos, a la luz de un hecho conocido y ventilado por Ud. durante la intervención norteamericana?

G- Ha sido… un acto tan incivil el que han cometido estos oficiales americanos, que casi ha rayado en salvajismo. Sin duda su ignorancia es tan crasa que no les ha permitido conocer a la luz de nuestra propia historia las consideraciones y respeto que merecemos, no solamente de los que se honran con ser amigos de nuestra causa, sino de hasta nuestros propios enemigos… Profanan la enseña noble de este pueblo heroico, faltan el respeto de uno de nuestros generales y desprecian nuestras leyes, eso… sólo se le ocurre a un americano borracho y brutal…

W- Usted conoce las ideas de Céspedes, Maceo y de Martí sobre la posible participación de los Estados Unidos en nuestra lucha independentista, sus temores y advertencias. ¿Cómo han sido sus valoraciones desde distintas perspectivas sobre la intervención americana en la lucha?

G- En cuanto a la intervención americana en esta lucha, al tira y más tira de sus relaciones con España, a sus escuadras, y cañones abocados, de eso se habla hace mucho tiempo, y todavía no se ha vertido más que gotas de sudor.

Se ha firmado la paz es cierto, pero también lo es que fue una lástima que los hombres del Norte, largo tiempo indiferentes, contemplaran el asesinato de un pueblo noble, heroico y rico.

W- La indeseada intervención norteamericana en la etapa final de la guerra, ¿debemos agradecerla o no? ¿Cuál es su criterio personal sobre este acontecimiento que tanto frustró los mejores anhelos de nuestros compatriotas y que impuso coyundas a nuestra soberanía, como la de la Base Naval de Guantánamo, que aún persiste?

G- Los americanos están cobrando demasiado caro con la ocupación militar del país, su espontánea intervención en la guerra que con España hemos sostenido por la Libertad y la Independencia… Nadie se explica la ocupación…

La actitud del gobierno americano con el heroico pueblo cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi juicio más que un gran negocio aparte de los peligros que para el país envuelve… obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino… No puede haber en Cuba paz moral mientras dure el gobierno transitorio, impuesto por la fuerza dimanante de un poder extranjero y, por tanto ilegítimo, e incompatible con los principios que el país entero ha venido sustentando tanto tiempo y en defensa de los cuales ha sacrificado la mitad de sus hijos y desaparecido toda su riqueza.

W-¿Y en cuanto a usted qué se propone en esta coyuntura a fin de propiciar con su acción el disfrute de la independencia plena del país?

G- Verdadera fusión de los elementos (del país); política que me prometo acentuar, para salvar a este país lo más pronto posible, de la tutela que se nos ha impuesto.

W- General, Ud. es capaz de intuir la inevitable unidad del proceso revolucionario cubano, no obstante parece reconocer matices que pueden imprimirle rasgos distintivos a determinadas etapas.

G- El movimiento actual revolucionario presenta una fase muy distinta de que en el 68 llevó la guerra a los campos de la esclava Antilla.

Aquel partió de arriba para abajo, por eso fracasó; éste surge de abajo para arriba, por eso triunfará. Aquel lo alentó la clase privilegiada, los favorecidos de la fortuna y los letrados; hoy esos nos dan la espalda; mejor para que el pueblo haga revolución; eso es lo que debe suceder.

Nos dejan solos. Ahí está mi fe. Sólo el proletariado tiene corazón bastante para llegar a donde quiera y por cualquier camino, en alas de su dolor. Ábrase el libro de la historia de la humanidad y en todas sus páginas, nos dirá eso mismo.

W- ¿Algo más sobre este enfoque social y político, que Ud. hizo en su momento, a fin de que nos sirva de ilustración de hasta donde apuntaban sus reflexiones íntimas?

G- ¿Qué prohíbe que el hijo del infeliz colono sepa menos, no sepa nada, ni tanto como el buey que ara; mientras los hijos del dueño del central cuando la zafra está terminada pueden irse a París a pasar una temporada a exhibirse con todo el esplendor que proporciona el lujo siempre pagado a caro precio como cosa muy superflua para la vida práctica de los pueblos. ¿Y a donde puede ir acaso el colono y su mujer y sus hijos? Esos quedan estancados e inmóviles como la máquina que tritura la caña.

Cómo se explica que el que tanto dulce suda, pase sin embargo, vida tan amarga…

He pensado siempre que para sacudir la opresión y la barbarie, todos los medios y las ocasiones, son buenas.

W- General, ¿cuál es su valoración sobre la lucha desarrollada en Cuba y sobre su revolución?

G- Se combatió con denuedo y sin descanso y se hicieron asombrosos esfuerzos de valor por los que se atrevieron a luchar… aquel combate permanente que sostuvo Cuba con sin igual bravura para conquistar su independencia…; tuvieron lugar hazañas heroicas de diferentes modos y maneras. De mil modos se le puede servir a la patria. Lo esencial es servirla.

Se abocó sobre ella todo el refinamiento y el exterminio para saciar su venganza y producir el terror, sin comprender que las revoluciones no se asustan ni se exterminan. ¿Cómo matar una idea? Cuba sigue erguida y poderosa solamente por el derecho y la razón que le asisten… La revolución de Cuba no está solo en el corazón y la mente de sus hijos, está en sus brisas, en sus palmas, en sus arrollo, en sus cavernas y está en toda la América.

La historia de la Guerra de Independencia de Cuba, o la historia militar de los cubanos, o bien la lucha cruenta por la emancipación de un pueblo esclavo -que todo viene a decir la misma cosa- es sin duda una de las más bellas leyendas que se pueden legar a nuestros hijos y a los hijos de los que vengan después. Y debe ser así por lo fecunda en hechos históricos, en grandezas que dignifican y elevan el espíritu de la familia americana, por el respeto y simpatía que justamente ha de inspirar a las generaciones que se sucedan, la gran obra emprendida por la generación presente, y por el sentimiento más noble que puede abrigar el corazón humano.

W- General, Ud. vivió y sufrió las disensiones entre los cubanos en determinadas etapas de la lucha revolucionaria, ¿qué conclusiones extrajo como valederas para una política verdadera en cualquier país?

G- La división en política es la muerte.

W- General, como un patriota amigo le expresara en su momento: Su historia de Ud. es historia cubana y Ud. no es más que cubano. Después de más de treinta años guerreando por nuestra patria y ostentando la máxima dirección militar en todo ese período convulso de nuestra historia, y cosechando también, como le pronosticara Martí, la posible ingratitud de los hombres, ¿qué le queda por confesarme?

G- No he hecho más que cumplir con mi deber. Vengo ahora a poner mi corazón junto al pueblo cubano.

Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse.

Nada se me debe, y me retiro contento y satisfecho por haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Y donde quiera que el destino me imponga plantar la tienda, allá pueden los cubanos contar con un amigo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.