Recomiendo:
0

El gobernador del estado norteamericano de Georgia pide que llueva mediante una plegaria colectiva

Fuentes: El Mundo

«Sólo nos queda rezar para que llueva», dijo anteayer el gobernador de Georgia, Sonny Perdue, en el momento de oficiar la plegaria colectiva para acabar con la mayor sequía del último siglo en el sureste de Estados Unidos. Arropado por un cúmulo de congresistas, sacerdotes y ministros a los pies del Capitolio, el fervoroso Perdue […]

«Sólo nos queda rezar para que llueva», dijo anteayer el gobernador de Georgia, Sonny Perdue, en el momento de oficiar la plegaria colectiva para acabar con la mayor sequía del último siglo en el sureste de Estados Unidos. Arropado por un cúmulo de congresistas, sacerdotes y ministros a los pies del Capitolio, el fervoroso Perdue -abonado a la iglesia baptista- miró a los cielos límpidos de Atlanta y se encomendó al Altísimo: «Te pedimos respetuosamente que nos envíes una tormenta».

Miles de vecinos de Georgia y de otros estados del Cinturón de la Biblia en el profundo sur se unieron a la convocatoria y dejaron incluso velas y palmatorias en sus jardines, en señal de permanente vigilia por la lluvia. El rabino Yehuda Levin, curtido en pasadas sequías, recordó que para que las plegarias surtan efecto han de incluir ayuno, introspección y condena de todos los actos inmorales, de la homosexualidad a la pornografía.

A tales extremos no llegaron Perdue y sus apóstoles, que se limitaron a entonar un Padre Nuestro, a humillar las cabezas y a imaginar el regalo bendito de las tormentas que habitualmente empapan esta tierra húmeda que ahora se resquebraja. Varios grupos seculares, encabezados por la Sociedad del Librepensamiento de Atlanta, celebraron un acto simultáneo de protesta y reclamaron medidas prácticas -y no milagros- para hacer frente a la situación de emergencia.

Atlanta tiene agua para 70 días. El lago Lanier, del que beben tres millones de vecinos, está ya por debajo del 25% de sus reservas. Desde hace dos meses no se riega, las existencias de agua embotellada se están agotando y hay quien vaticina que pronto no quedará otra opción que tirar de las reservas de Coca-Cola, que tiene aquí su cuartel general.

A los tribunales

El presidente Bush ha ordenado que no se escatimen recursos federales para saciar la sed de la capital del sur y el gobernador Perdue, antes de encomendarse a Dios, llevó a los tribunales al Cuerpo de Ingenieros del Ejército para obligarles a bombear más agua hacia su estado.

Pero en la vecina Alabama están igual o peor. Fue precisamente el gobernador Bob Riley quien primero predicó con el ejemplo bíblico, y ya en el mes de julio designó los «días de plegaria para la lluvia y para pedir al Altísimo sus bendiciones y su ayuda en tiempos de dificultad». Ni por ésas.

En Tennesse hay ya varios pueblos donde el suministro diario dura apenas tres horas, y otros abastecidos casi exclusivamente con camiones-cisterna. A la ola de calor de este verano, que golpeó en el aniversario de la muerte de Elvis, se unió la preocupante ausencia de tormentas que suelen sacudir la región en los estertores del verano.

En una zona húmeda por naturaleza, preparada para las inundaciones pero no para la sequía, la ausencia casi total de lluvias en los últimos seis meses ha provocado una situación límite. Como en los fuegos de California, la invasión del ladrillo y el desarrollo suburbano incontrolado -en el área metropolitana de Atlanta viven ya cinco millones de habitantes- han servido para completar la ecuación del desastre. Los congresistas locales se han puesto a trabajar tarde y mal en un plan de acción a largo plazo que incluye un impulso en la construcción de presas y de plantas salinizadoras en las costa.

«Sólo Dios podrá y sabrá marcar la diferencia», insistió en su plegaria el gobernador Perdue (el mismo que se negó a pedir perdón por la esclavitud). Pero en las iglesias ya llevan entonando el gospel de la lluvia desde hace semanas y la cosa no cambia. «Necesitamos afrontar el problema de otra manera», reconoció Rocky Twyman, organizador del concierto por la lluvia que se celebró hace dos semanas. «Tenemos que invocar al Señor, pero hacerlo todos unidos y no peleados como hasta ahora».