El presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció un grupo de medidas para mermar de forma gradual las plazas laborales «considerablemente abultadas» en el sector estatal, un exceso estimado en alrededor de la quinta parte de la población económicamente activa. En un esperado discurso de cierre del primer período de sesiones de la Asamblea Nacional del […]
El presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció un grupo de medidas para mermar de forma gradual las plazas laborales «considerablemente abultadas» en el sector estatal, un exceso estimado en alrededor de la quinta parte de la población económicamente activa.
En un esperado discurso de cierre del primer período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral), el mandatario reconoció el domingo que se trata de un tema «sensible», pero aseguró que «nadie quedará abandonado a su suerte» y se apoyará a quienes «realmente no estén en capacidad de trabajar».Castro ya se había referido al asunto en abril, cuando admitió que sobran «cientos de miles» de personas en los sectores presupuestado y empresarial. Citando cálculos de algunos analistas, el mandatario situó el sobrante de empleados en más de un millón.
Las medidas acordadas por el Consejo de Ministros a mediados de julio se acometerán por etapas e incluyen la modificación, antes del primer trimestre del próximo año, del tratamiento laboral y salarial a los trabajadores «disponibles e interruptor de un grupo de organismos».
Esa reestructuración implica suprimir «enfoques paternalistas que desestimulan la necesidad de trabajar para vivir y, con ello, reducir los gastos improductivos, que entraña el pago igualitario, con independencia de los años de empleo, de una garantía salarial durante largos períodos a personas que no laboran», dijo el gobernante.
El mayor empleador en este país es el Estado, que controla más de 90 por ciento de las actividades. Se prevé que el nuevo régimen de reubicación laboral será menos condescendiente y partirá del principio de que los «primeros interesados en encontrar un trabajo socialmente útil deben ser los propios ciudadanos».
Castro señaló que el «éxito» del proceso dependerá del «aseguramiento» político. «Es preciso conformar un clima de transparencia y diálogo donde prime la información oportuna y diáfana a los trabajadores, en el cual las decisiones sean colegiadas adecuadamente y se creen las condiciones organizativas requeridas», consideró.
La buena noticia es que también se acordó ampliar el ejercicio del trabajo por cuenta propia y su utilización como una alternativa más de empleo de los trabajadores excedentes, eliminando varias prohibiciones vigentes para el otorgamiento de nuevas licencias, la contratación de fuerza de trabajo y otras regulaciones.
El gobierno abrió la puerta al trabajo privado en la década del 90, cuando debió cerrar muchas empresas y fábricas debido a la crisis que sacudió al país tras la desaparición del campo socialista europeo y de la Unión Soviética. Pero luego de un auge, en 2009 había sólo algo más de 140.00 licencias para el desempeño de labores independientes.
En la actualidad, el empleo y la productividad del trabajo figuran entre los mayores retos de la economía cubana, sobre todo si se quiere responder sin despidos masivos ni terapias de choque. En ese camino, el gobierno comenzó a barajar algunas opciones cuyos resultados aún están por verse.
Las medidas oficiales adoptadas hasta ahora incluyen el pago por resultados a todo el sistema empresarial cubano, a fin de que cada persona pueda ganar tanto como fructífero sea su desempeño laboral, y la legalización del pluriempleo, aunque ninguna de las dos ha logrado hasta ahora reanimar la productividad.
Otras iniciativas últimas, aplicadas desde hace unos meses de modo experimental, intentan aliviar en parte el pesado fardo que el Estado paga en salarios, con el arrendamiento de barberías y peluquerías a su personal, que pagará además impuestos por ingresos personales y una contribución para seguridad social.
Esta alternativa, a la que se suma el otorgamiento de más licencias a taxistas privados, «debe extenderse a otros servicios», dijo a periodistas el ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, durante un receso de las sesiones parlamentarias. «El Estado no se tiene que ocupar de todo», comentó.
Castro dijo confiar en que el gobierno contará con el apoyo de la clase obrera para materializar las medidas en materia de empleo, pues comprende que «sin el aumento de la eficiencia y la productividad es imposible elevar salarios, incrementar las exportaciones y sustituir importaciones, crecer en la producción de alimentos».
Según datos oficiales, la productividad del trabajo bajó el año pasado 1,1 por ciento y los salarios subieron 2,9 por ciento.
En el primer trimestre de 2010 hubo cierta mejoría y la productividad creció 4,3 por ciento, en tanto el salario medio (equivalente a unos 17 dólares) decreció 0,9 por ciento en relación a igual período del pasado año.
Estudios especializados advierten que el poder de compra del salario en el mayoritario sector estatal está muy lejos de recuperarse de la crisis de principios de los años 90 y sigue «lastrado» por una baja productividad del trabajo en la mayoría de los casos.
Según estas fuentes, el poder adquisitivo salarial en 2009 equivalía a 26,6 por ciento del salario pre-crisis en 1989. Añaden que ese sería uno de los mayores problemas que presenta la economía cubana y causa de emigración de la fuerza de trabajo calificada, ilegalidades, desincentivo al trabajo y desigualdades, entre otras distorsiones.
Para el gobierno, el dilema fundamental está en que si mantiene plantillas infladas en casi todos los ámbitos del quehacer nacional y paga salarios sin vínculo con los resultados, elevando la masa de dinero en circulación, la carestía seguirá en ascenso y por ende se continuará deteriorando la capacidad adquisitiva de los ingresos familiares.