Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Tras meses de retrasos y evasivas, el gobierno israelí ha aceptado finalmente recibir una lista con los nombres de los prisioneros políticos y de la resistencia palestinos que Hamas le está pidiendo que saque de las cárceles israelíes a cambio de la puesta en libertad de un soldado de las fuerzas ocupantes israelíes capturado el año pasado cerca de Gaza por los combatientes de la resistencia.
La lista abarca unos 1.300-1.400 prisioneros y detenidos, incluidos importantes líderes políticos y de la resistencia afiliados a Hamas, Fatah, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), entre otros grupos palestinos.
Según la información publicada en una página islámica en Internet, aunque todavía no es oficial, el encarcelado dirigente de Hamas Hasan Yusef, el dirigente de Fatah Maruan Barghuti y el Secretario General del FPLP Ahmed Sadat encabezarán la lista de posibles prisioneros liberados.
La lista contiene también una relación de veteranos dirigentes de Hamas como Abdulah Barghuti, Yehia Senuar, Hasan Salameh, Abdul-Jaleq Al-Natshe, Nael Barghuti, así como Basam Al-Sadi, un alto dirigente de la Yihad Islámica de Cisjordania, y Fuad Al-Shubaki, un importante oficial de seguridad de Fatah.
Muchos de los prisioneros cuyos nombres aparecían en la lista llevan más de veinte años pudriéndose en las cárceles israelíes, algunos de ellos sin posibilidad alguna de ser liberados con vida.
Los portavoces israelíes, hablando de forma abierta o bajo anonimato, indicaron que el gobierno de Olmert se encuentra inmerso en un proceso de creación de «nuevos criterios» para indultar «terroristas». Esta semana, los medios de comunicación israelíes citaron declaraciones de funcionarios anónimos en las que alegaban que Israel va a consentir en liberar a palestinos aunque «tengan sus manos manchadas de sangre israelí», en una clara alusión a los combatientes de la resistencia palestina encontrados culpables de matar soldados, colonos o civiles de la ocupación israelí.
Sin embargo, el hecho de que Israel haya consentido en recibir la lista de prisioneros palestinos no significa que vaya a ser inminente el intercambio de prisioneros. Israel es bien conocido por sus tácticas negociadoras duras y exhaustivas, por lo que es probable que se niegue rotundamente a las demandas palestinas de liberar a algunos de los nombres importantes incluidos en la lista. El sistema legal israelí para los territorios ocupados contempla que todos los palestinos implicados en la muerte o heridas a israelíes -aunque sea en defensa propia o en operaciones legales contra los soldados ocupantes- son terroristas.
Según determinados analistas, la liberación de un número significativo de prisioneros palestinos, aunque sea a cambio del soldado israelí, deteriorará aún más la posición política de Olmert, especialmente entre sus aliados políticos e ideológicos de derechas así como entre la mayoría del electorado israelí, de inclinación derechista. En efecto, el gobierno debe sentir cierta aprensión por el impacto psicológico que puede producir el hecho de que se libere a cientos de dirigentes palestinos, que bien pudiera valorarse como un respaldo moral a los palestinos, que siguen aún atenazados bajo las constricciones del paralizante asedio impuesto por Israel y los países occidentales tras el éxito de Hamas en las elecciones legislativas palestinas del pasado año.
Algunos expertos israelíes han sugerido que conceder la libertad a un gran número de dirigentes islámicos y nacionalistas prisioneros podría decidir el destino del gobierno de Kadima, cuya popularidad, de todas formas, ha venido menguando vertiginosamente. No obstante, Olmert se enfrenta a implacables presiones por parte de algunos segmentos de la sociedad israelí, especialmente de las familias y parientes de los soldados que están prisioneros de Hamas y Hizbullah, para que sea más flexible en aras a lograr que sus hijos y seres queridos vuelvan a casa.
Cogido entre la espada y la pared, es probable que Olmert intente sortear este dilema actuando como un duro negociador en espera de conseguir de Hamas un acuerdo más «aceptable». Sin embargo, no es probable que lo logre, ya que Hamas, asimismo, no puede comprometerse con algo de lo que tenga que responder luego ante miles de familias palestinas que están impacientes por ver que sus hijos y seres queridos vuelven a casa, gran parte de los cuales han pasado la flor de su vida en las cárceles y campos de detención israelíes.
Israel ha tratado desesperadamente de precisar el paradero de Gilad Shalit, el soldado capturado. El ejército israelí lanzó varias incursiones brutales por toda la Franja de Gaza durante las cuales cientos de palestinos, en su mayoría civiles, fueron asesinados y heridos. Sin embargo, con toda la brutalidad de esos ataques, no consiguieron liberar a Shalit.
Mientras tanto, la agencia de inteligencia interior israelí, el Shin Bet, instruyó y lanzó a cientos de sus informadores por toda la Franja de Gaza para que «no dejaran piedra sin remover» a fin de averiguar el paradero de Shalit y la identidad de sus captores. Pero tampoco han conseguido resultado alguno. Eventualmente, el Shin Bet habría hecho alguna recomendación en contra de la idea de «liberar a Shalit por la fuerza», argumentando que las posibilidades de recuperarle con vida si así se hacía eran inferiores al uno por ciento.
Además, el rapto de casi 100 ministros, funcionarios y diputados de Hamas, incluidos altos dirigentes, como el portavoz del parlamento Abdul-Aziz Duik, para presionar a Hamas y que liberaran a Shalit, tampoco obtuvo resultados, dejando sin opciones al gobierno israelí.
En este contexto, no es improbable que el gobierno de Olmert, famoso por su doblez, recurra a mostrar públicamente su acuerdo en liberar a cientos de prisioneros palestinos mientras planea en secreto volver a arrestar a muchos de ellos con nuevas e inventadas acusaciones tan pronto como se libere a Shalit. Los tribunales militares israelíes, ante los cuales ningún prisionero palestino ha podido demostrar su inocencia, podrían aprobar que se retiraran las sentencias de condena a importantes prisioneros para facilitar que se les vuelva a arrestar de nuevo.
Sin embargo, tal conducta podría acarrear un empeoramiento sustancial de las relaciones de Israel con Egipto, el principal intermediario en el asunto Shalit. Por otra parte, un intercambio exitoso de prisioneros con Israel reforzaría probablemente la dimensión del gobierno palestino de unidad nacional, especialmente si tal intercambio incluyera a dirigentes tan valiosos como Maruan Barghuti, gran defensor de la armonía nacional y del entendimiento con Hamas.
Enlace texto original en inglés:
http://weekly.ahram.org.eg/2007/840/re53.htm
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate