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El holocausto palestino y la honda de David

Fuentes: infoposta.com.ar

El mundo observa con asombro la masacre que lleva adelante el sionismo en el campo de exterminio llamado Gaza. El poder destructivo lanzado sobre niños, mujeres, médicos, periodistas y toda cosa viva, supera y casi duplica el poderío destructivo de la bomba lanzada en Hiroshima.

Es un acto tan aberrante, que los más fanáticos racistas ora se llaman a silencio, ora argumentan a los gritos, síntoma evidente de ausencia de credibilidad.

En cuanto al autoatentado que se infligió el sionismo para justificar el crimen en curso, remito al lector a las «coincidencias» observadas por el rabino Waizman, el mismo rabino que aniquiló, en el 2021, el proceso de vacunación que encubría un experimento en masa y que llegó a los diferentes países, de manera invariable, por medio de contratos secretos (1)

En cuanto a que la mayoría de los muertos israelíes ante el ataque de Hamas fueron obra del propio ejército israelí que arrojó el niño con el agua sucia, véase el siguiente artículo y saque cada cual sus propias conclusiones sobre la catadura «del ejército más moral del mundo» (2)

Dejando de lado cosas obvias para todo aquel que no tema ver los hechos de frente, vayamos a los múltiples propósitos del horror que estamos presenciando.

Israel ocupará el resto de Palestina completando el sueño del Estado racial. En esa etnocracia con leyes discriminatorias para los no judíos, un gentil no puede casarse con una judía, y un árabe tiene infinitos problemas para acceder a la tierra, incluyendo entre esos problemas, enormes chances de ser asesinado o secuestrado por un grupo de colonos fanáticos y patoteros.

Con esta aberración sobre los palestinos, Israel busca provocar al mundo árabe para que entre en una guerra que sería funesta para los árabes, e incluso, aunque sea el obvio triunfador en términos militares, para el sionismo. El resultado de esa guerra, si se desatara (y aquí el factor clave es el grado de independencia que puedan tener los gobiernos árabes con respecto al poder global) sería la ruina del mundo árabe, la muerte de miles de judíos, la inevitable retirada de Estados Unidos y su rol gendarme en la zona, y la entronización de China como nuevo rector en Medio Oriente.

Estados Unidos, en la medida de sus posibilidades, pretende frenar los arrebatos sionistas (no es fácil hacer razonar a esos prepotentes) Si entraran en guerra, por más que los árabes sean derrotados, se hundirían como resultado del prolongado desgaste. Biden solicitó al Congreso la friolera de 106.000 millones de dólares para atender a Israel, Ucrania y otros lugares conflictivos. Para una sociedad inestable que viene perdiendo la hegemonía mundial, la guerra prolongada constituiría su tumba y una posible balcanización.

Por encima y por debajo de estas cuestiones regionales que hacen la delicia de los geopolíticos, siempre atentos a los fuegos de artificio, se encuentran las fuerzas globales que planean llevarnos a todos a un nuevo orden social con el trabajo robotizado, el control de la tecnología por parte de la oligarquía financiera y la más férrea dictadura jamás imaginada.

AQUELLOS POLVOS TRAJERON ESTOS LODOS

La pandemia, el actual genocidio y una posible guerra, son la exacta y misma cosa.

En primer lugar, forman parte de la estrategia del caos: guerras, conquistas, división social, pestes, angustia, desesperanza y hambre, empujarán al hartazgo sobre el orden social imperante, paso previo para la venida del nuevo orden social.

Pero más que eso, la pandemia está unida a la guerra de Ucrania y al actual genocidio a causa de las consecuencias del distanciamiento social. El hombre es un primate extraordinariamente gregario que nada ha logrado por fuera de ese carácter gregario, por lo que no se puede embestir contra la esencia de la humanidad sin provocarle un daño irreversible.

Diremos entonces, para la sonrisa del escéptico, que aquellos hippies que decían: «hagamos el amor y no la guerra», desnudaron la clave de todo conflicto bélico.

Se sabe que las guerras son por riquezas y poder, pero nada obedece a una sola causa en este mundo, por lo que las guerras también son un vínculo humano. Si los vínculos no se establecen de manera constructiva, lo harán de manera destructiva.

El distanciamiento social y la consigna «¡Cuidate, cuidame!», hicieron su buen aporte en la actual matanza.

LA HONDA DE DAVID

Existe otro eslabón que une a la pandemia con el genocidio palestino. Trate de recordar el lector su vida y la vida de sus amistades antes de la pandemia ¿No ha ocurrido un cambio harto sensible? ¿No se encuentra más desasosegado? Hasta el más crédulo no creyó en términos definitivos el verso pandémico. La gente quiso confiar en el poder que tomaba decisiones absurdas y macabras, pero en algún lugar se dio cuenta que la estaban jodiendo de cabo a rabo. He ahí un componente del dolor: sufrimos porque no sabemos que sabemos; sufrimos porque una parte de nuestro ser nos alerta que nos engañan porque queremos ser engañados.

A esto se suma otro problema. Sabés que el otro tiene poder sobre vos. El otro sabe que tiene poder sobre vos. Que los dos sepan que esto es así y que el dominado no pueda hacer nada, confiere más poder al poder. Todos sabíamos que la pandemia era una estafa, pero hacíamos como que no sabíamos, lo que le otorgó al poder más poder y a nosotros nos generó una depresión enorme, pues esa es la condición que define a la humanidad del 2023.

Ahora observamos inermes cómo tienen encerradas a más de dos millones de personas que previamente han sido esquilmadas y violentadas durante décadas de todas las maneras posibles, y mientras las mantienen encerradas, las matan de hambre y sed y las exterminan como si fueran cucarachas.

Mientras los insensibles se tragan el discurso sionista para degradar su propia humanidad, el poder se acrecienta ante nosotros, pues nos muestra que no tenemos poder, que nada podemos hacer para impedir el genocidio.

El hecho inobjetable ya advertido por Maquiavelo es que con cada acto del poder, el poder acrecienta su poder.

Sin embargo, hay algo que podemos hacer y es aquí donde viene en nuestra ayuda la literatura.

¿Qué le permitió al pequeño David vencer al gigante Goliat? No luchó con las armas de Goliat sino con sus propias armas, lo que equivale a decir que no conviene luchar con las armas y en el terreno que le conviene al enemigo, sino que debemos llevar al enemigo al lugar donde nosotros ejercemos nuestro imperio.

El uso de la violencia favorece al que ejerce el monopolio de la violencia. Lo que en absoluto tiene quien ejerce el monopolio de la violencia, es la verdad, y esa es nuestra arma y ese el terreno donde debemos situar nuestra lucha.

El poder prefirió salvar a Barrabás, el zelote, esto es, el que usaba de las armas en la lucha contra el poder, y crucificó a Jesús porque el verdadero peligro era el hombre que traía una revolución del espíritu.

Los tambores de la guerra arrojarán desastres sobre los palestinos, los demás árabes, los judíos y la humanidad toda. Nuestros esfuerzos deben estar encaminados a reclamar la paz para los hombres y detener este genocidio.

Nos quieren llevar de las narices a una guerra tras la cual, como ocurrió en el 45, emergerá un nuevo orden imperial. Para ello, el Titiritero precisa desatar las fuerzas autodestructivas del hombre.

(1) https://www.youtube.com/watch?v=-QOSIm1YqWs

(2) https://extramurosrevista.com/testimonios-del-7-de-octubre-revelan-que-el-ejercito-israeli-bombardeo-a-ciudadanos-israelies-con-tanques-y-misiles/

Fuente original: https://infoposta.com.ar/notas/13226/el-holocausto-palestino-y-la-honda-de-david/