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¿El independentismo debería abdicar para no avivar el fascismo?

Fuentes: Rebelión

Vuelve la tesis de Pablo Iglesias que el independentismo ha despertado al fascismo. Y claro que Vox ha utilizado la defensa a ultranza de la unidad de España y el anticatalanismo como señuelos emocionales para captar votos, pero esto no haría culpable al independentismo, sino más bien blanco de los fascistas y, por tanto, merecedor […]

Vuelve la tesis de Pablo Iglesias que el independentismo ha despertado al fascismo.

Y claro que Vox ha utilizado la defensa a ultranza de la unidad de España y el anticatalanismo como señuelos emocionales para captar votos, pero esto no haría culpable al independentismo, sino más bien blanco de los fascistas y, por tanto, merecedor de protección democrática por parte de todos. Culpabilizar la víctima nunca debería ser el discurso de un demócrata, y menos de una persona de izquierdas.

Si quieren hablar de culpas, hablemos. Hay básicamente 3 responsables que han hecho que el antiindependentismo haya servido a la extrema derecha:

1) El sustrato franquista que no se ha superado:

No somos un país cualquiera, aquí hubo un genocidio franquista.

Y en la historia reciente, el fascismo ya estaba antes de Vox, de la mano de las cúpulas del PP y Cs, partidos con pretensiones demócratas pero que, por ejemplo, no condenan nunca el franquismo. Un hecho que en Alemania comprenderían enseguida, porque allí cualquier partido que no quiera condenar el nazismo se entiende que es fascista.

En España no se ha podido superar el franquismo haciendo un relato oficial que se haya trabajado socialmente y, por tanto, persiste demasiado franquismo instalado dentro de las estructuras del Estado (con mucha fuerza dentro de la magistratura, la ejército y la policía) y en el entramado del gran empresariado (también en el mediático que tiene especial importancia).

2) La reacción intolerante cuenta el proceso ha normalizado el discurso del odio:

Lo que posibilita el auge de la extrema derecha no es el independentismo, sino como los partidos políticos españoles han reaccionado contra este proyecto político.

El nacionalismo español es una casi religión porqué la Unidad de España es sagrada. En lugar de permitir un debate democrático y respetuoso, intentando convencernos, se ha elegido imponernos la permanencia en España, es obligatoria y no se puede cuestionar. Permitir un referéndum, aunque lo ganaran, sería muy perturbador para el nacionalismo español porque habrían reconocido implícitamente Cataluña como sujeto político.

España no ha sido demócrata abordando el reto desde la política, sino sólo negando, ridiculizando, provocando ostracismo, humillación, marginación, y cuando todo esto les ha fallado, han usado la ley y la fuerza bruta, no para garantizar derechos sino para impedir cualquier aspiración de cambio.

Y los medios de comunicación no han ayudado a entender lo que pasaba en Cataluña, sino todo lo contrario, han distorsionado la realidad, intoxicando con mentiras, tergiversaciones y una falta de información contrastada y plural, eclipsada por un alud de juicios de valores tendenciosos y malintencionados para satanizar los soberanistas como enemigo número uno del país.

Preguntar por ejemplo a un ciudadano normal: si cree que hubo un golpe de Estado [no lo hubo claramente]; si los CDR son violentos [no lo son]; si el artículo de Quim Torra decía que los españoles eran bestias [no decía esto]; si queremos conseguir la independencia democráticamente o imponiéndose la [democráticamente si gana el referéndum]… Se lo ponen muy difícil a los españoles para poder defenderse de la mentira, tener buena información y poder decidir correctamente.

Y tanto han deshumanizado el discurso que muchos españoles no sienten ninguna compasión por los independentistas que están en prisión esperando un juicio que todo el mundo sabe qué resultado tendrá, y más bien insisten en que «tienen que pudrirse en la cárcel».

Se ha dejado hacer a Vox, porque su discurso incendiario y sus acusaciones judiciales no molestaban a nadie, hasta que ha entrado en el Parlamento andaluz y ahora todo el mundo se sorprende. Pero parece que el único problema sea haber blanqueado el partido ultra y no se hace autocrítica del clima de odio contra el independentismo que le ha abonado el terreno.

3) El error histórico del partido que lo hubiera podido evitar:

El PSOE lo hubiera podido evitar si no hubiera hecho seguidismo de la estrategia del PP y Cs contra los independentistas (negación del problema, negación de la nación catalana, rechazo a ultranza del referéndum, imposición de la permanencia, 155, condenas de rebelión y sedición…).

Estos acuerdos de Estado de todos los grandes partidos, salvo un tímido Podemos y una IU menos clara que no estaban de acuerdo, pero eran la excepción, transmitieron, a toda la ciudadanía española, un mensaje hegemónico y transversal que el nacionalismo español impositivo y antidemocrático era normal y aceptable (por ello la perplejidad ante las sentencias europeas que distaban tanto de las españolas). Y con estas ideas en el ambiente, nadie podía ganar a la extrema derecha más ultra, con sus tesis de mano dura y soluciones contundentes.

Si el PSOE se hubiera atrevido a desmarcarse y hubiera apostado por una solución democrática en forma de referéndum, este puede que no se hubiera podido llevar a cabo con el apoyo de PSOE y Podemos y la oposición de PP y Cs, pero todo habría ido diferente, porque la extrema derecha sólo hubiera podido pescar votos en el extremo de la derecha. En cambio, normalizando los valores autoritarios a toda la población española, el caladero de votos de los ultras era inmenso y han pescado suficiente para entrar. De ahí ya sólo les queda crecer aprovechando la presencia mediática y la pegada política.

Falta ver si el PSOE puede y quiere hacer autocrítica y asumir con valentía el camino democrático para España, un camino que no sería fácil, pero que es el único camino para superar el franquismo. El reto catalán brinda una oportunidad para empezar a enterrar este nacionalismo impositivo. Pero todo parece que el PSOE es tan nacionalista como el PP y Cs, y por lo tanto, ni se atreverá, ni querrá abrirse así a la democracia.
Jordi Oriola Folch, realizador audiovisual

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.