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El lenguaje de los conceptos

Fuentes: Rebelión

Aún ahora es posible rastrear el origen de los conceptos culturales de los quechuas en el habla cotidiana. Ya en la época del Tawantinsuyo variaban al desarrollarse y profundizarse entre la élite incásica, que incluía a los amautas (sacerdotes y astrólogos). Esos mismos conceptos se pueden encontrar en las lenguas de las primeras civilizaciones clasistas […]

Aún ahora es posible rastrear el origen de los conceptos culturales de los quechuas en el habla cotidiana. Ya en la época del Tawantinsuyo variaban al desarrollarse y profundizarse entre la élite incásica, que incluía a los amautas (sacerdotes y astrólogos). Esos mismos conceptos se pueden encontrar en las lenguas de las primeras civilizaciones clasistas (Egipto, Grecia micénica, Harapa, en la India, China de la dinastía Yin, y las azteca y maya).
Según Mircea Eliade, los conceptos chinos del Yin y el Yan tuvieron su inicio en la oposición de lo alto y lo bajo de las montañas, entendidas como eje del mundo. Lo propio ocurre con los conceptos quechuas del hanan y el urin, la parte superior y la inferior del monte. Estos conceptos promovieron todo un sistema de oposiciones: exterior/interior, izquierda/derecha, ascendiente/descendiente, etc., y se encarnaron en otros sistemas de codificación: muerte/resurrección, masculino/ femenino, clan político /clan religioso, sitio del cabildo/sitio del templo, etc. Se desarrollaron también en los sistemas culinarios: amargo/salado; crudo/cocido. Aparecieron oposiciones abstractas como eterno/efímero.
Otra innovación se revela en la comprensión del cielo estrellado. Las civilizaciones antiguas unían la tradición de los mitos con el conocimiento científico incipiente. Los incas no tuvieron influencia del viejo mundo, pero iban por el mismo camino del saber y llegaron a pensar, como los astrónomos de las antiguas culturas clásicas, que el sol recorría una órbita elíptica en el cielo. El concepto ch´uytu (en quechua ovoide o elíptico) se plasmó en la arquitectura del templo solar de Inga Pirka, de ahí su importancia testimonial. El terraplén donde se asientan las edificaciones es de traza elíptica; en el centro se levanta un muro de sillería lítica sobre el que se refleja la luz del amanecer en una cara, y la del ocaso en la otra.
La religión incásica fue monoteísta: había una divinidad solar única, principio cósmico universal. Vinculada al progreso ulterior del pensamiento abstracto, la imagen mitológica del dios sol fue cobrando rasgos propios de las categorías del pensamiento. Así, camaquen significaba la substancia primordial, el principio universal de la naturaleza y la sociedad, fue entendido como la ley, la fatalidad o el destino que rige el universo. Las demás divinidades fueron relegadas o descendieron a planos menos relevantes.
Vinculada muy estrechamente con las creencias mítico-religiosas, estuvo la creación artística. El concepto kaphchi, que define un hecho o acto de suma cultura, se aplicaba a las obras «bien logradas e imitadas», como los tukapu (tejidos) tenidos por perfectos por provenir de una acción divina antes que humana; concepciones equivalentes se encuentran en la Grecia arcaica.
Los conceptos analizados son clave para situar el Tahuantinsuyo como una formación de Civilización Antigua.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.