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El lindano en tierras oscenses

Fuentes: Rebelión

Les llaman externalidades, efectos colaterales del libre mercado, ligeros inconvenientes del capitalismo productivo, creación de puestos de trabajo en ámbitos de desempleo, etc. Hablan de casos como el siguiente: En Sabiñánigo , en la provincia de Huesca, informa Patricia Peiró [1], casi todas las personas adultas saben distinguir el rastro del lindano: color cobre, textura […]

Les llaman externalidades, efectos colaterales del libre mercado, ligeros inconvenientes del capitalismo productivo, creación de puestos de trabajo en ámbitos de desempleo, etc. Hablan de casos como el siguiente:

En Sabiñánigo , en la provincia de Huesca, informa Patricia Peiró [1], casi todas las personas adultas saben distinguir el rastro del lindano: color cobre, textura del alquitrán, cuando llueve aparece como una plaga en las cunetas de las carreteras que rodean el pueblo. Cuando la fábrica funcionaba, «había días que era imposible respirar. En el pueblo, sabías quién trabajaba allí porque ese olor no se iba nunca», recuerda una vecina.

¿Una fábrica en Sabiñánigo? Si, sí, se llamaba Inquinosa. Se fabricaba en ella el pesticida y estaba situada a apenas un km del río Gallego, uno de los principales afluentes del Ebro. La fábrica cerró en 1989, hace un cuarto de siglo. Pero «el producto tóxico, arrojado en dos vertederos de la zona, Bailín y Sardas, se quedó y penetró en el subsuelo». La naturaleza y los residuos tienen esos inconvenientes dejados en manos de las «sabias» manos del «libre mercado».

Los vecinos siempre han desconfiado del agua de la zona. Pero no les hacían mucho caso. ¡Tonterías populares! Era fácil verlos abasteciéndose de botellas en supermercados o llenando garrafas en manantiales que consideraban seguros. Todo ello al lado del Gállego, del Ebro. Esta tierra es Aragón, cantaba Labordeta. Y así durante todos estos 25 años, hasta que un suceso reciente ha obligado al Gobierno [pepero] de Aragón «a prohibir oficialmente el consumo de agua potable entre septiembre y octubre en seis pueblos de la zona». ¡Prohibir el consumo de agua potable en seis pueblos!

La breve historia. Tras el cierre de la fábrica, el problema durmió. Con mínimo control sobre los niveles de lindano del río. Como en tantas otras ocasiones. En 2005 el Gobierno encargó a un grupo de técnicos que analizara la magnitud de la contaminación. Opinión de uno de los técnicos: «En el subsuelo de Sabiñánigo encontramos una carga contaminante brutal». ¡Brutal! Los expertos comenzaron entonces a extraer todos los residuos posibles, comenta Peiró, y a enviarlos a incinerar a Francia . El último paso del plan de descontaminación «era el traslado de los residuos sólidos del vertedero de Bailín a un continente debidamente aislado». Pero algo falló. «No sabemos qué, pero fue al final del proceso». Las fuertes lluvias de septiembre provocaron un corrimiento de tierras y el Gállego se contaminó, asegura una fuente técnica de la Consejería de Medio Ambiente.

Un estudio «independiente» -¡de tres páginas!- encargado por el Gobierno aragonés concluye de forma idéntica si bien no profundiza en el motivo de la contaminación. Tras lo ocurrido entre septiembre y octubre de este año, la amenaza del lindano resurgió con más fuerza. Se volvió a medir y se detectaron altos niveles del material en el río, a su paso por seis municipios. Las normas establecen que el agua no es apta para el consumo humano si tiene una concentración de 0,0001 mg/l. En Villanueva, uno de los pueblos afectados, se registraron 0,39 (3.900 veces más); en Piedratajada, 0,28 mg/l (2.800 veces más) y en Ardisa, 0,11. Fue entonces cuando el Gobierno prohibió su consumo. ¡A buenas horas!

El consejero de M.A. asegura que las medidas de seguridad durante el traslado de los residuos eran estrictas. Vale. Niega que hubiera escasez de medios y señala que en un proceso «tan complejo y sin precedentes» hubo factores que no se previeron que han derivado en contaminación. ¡Qué se va a hacer! Los técnicos calculan «que en la zona existen al menos 140.000 toneladas de lindano, sin contar el que haya en el subsuelo y los acuíferos». 140 mil toneladas son 140 millones de kg de pesticida [2].

El temor al agua, el menospreciada saber popular de la zona, «las manías de las gentes», ha evitado males mayores. En Santa Eulalia, un municipio con 120 habitantes censados y 90 plazas hoteleras, señala Peiró, el alcalde, José Antonio Casaucau, asegura que lo que más les atemoriza es la «falta de información». Acaban de volver a prohibir el consumo de agua tras detectar de nuevo altos niveles de lindano [3]. Villanueva de Gallego es el municipio afectado con más población, unos 4.600 habitantes y a 11 kilómetros de Zaragoza. Sabían que el lindano existía, «pero nunca habíamos pensado que la amenaza pudiera llegar hasta aquí porque lo veíamos muy lejano, a 100 kilómetros». Es Pedro Arilla quien habla, el farmacéutico del pueblo.

Los residuos del pesticida son altamente tóxicos y prácticamente indestructibles, pueden persistir en los seres vivos si lo consumen durante un tiempo prolongado. España prohibió su fabricación en 1994, cinco años después del cierre de la empresa. A pequeñas dosis y a largo plazo, «el lindano causa problemas hepáticos, renales, hormonales, ginecológicos, anemias y trastornos del sistema nervioso».

En lo que queda de la antigua fábrica de Inquinosa cuesta respirar si se permanece mucho tiempo, informa Peiró. Tres naves abandonadas «contienen centenares de cubos de cartón llenos de lindano, muchos de ellos abiertos y con el producto esparcido por el suelo». ¿Para qué molestarse en limpiar? Allí el lindano, es un polvo blanco.

¿Quién levantó esta magnífica estructura productiva?, ¿quién trajo «trabajo» al pueblo? Jesús Herboso, el antiguo dueño de Inquinosa. ¿Cuántos beneficios obtuvo por la explotación? ¿Qué capital acumuló? ¿Qué duro y trabajado penique llevó a su cuenta? Existe una sentencia del Tribunal Supremo que le condena: debe pagar seis millones de euros a la comunidad por los daños que causó. No ha pagado hasta el momento. En el registro mercantil, Herboso consta actualmente como gerente de Belphast Petrochemicals, una empresa ubicada en Pozuelo de Alarcón (Madrid). Al llamarle, cuenta Pieró, respondió Jesús Herboso hijo. «Mi padre me dijo que él tenía todos los permisos para tirar los residuos a esos vertederos». Y ya está, y a otra cosa. Permisos, residuos, vertederos… ¡Qué más podemos pedir al esforzado empresario cómodamente instalado en lugares donde no existe contaminación ni lindano!

La alerta de octubre «ha forzado el anuncio de la firma de un convenio entre el Estado y la comunidad para limpiar el río». Sin plazos ni cantidades eso sí. Los pueblos del Gallego, que luchan por un abastecimiento alternativo y que cuentan poco, Huesca como Teruel apenas existe, han conseguido las obras necesarias para beber de otros suministros. Tras la alarma, unos 40 pueblos recibirán agua del río Cinca. El informe técnico anteriormente citado considera que episodios como este se volverán a repetir hasta que no se limpien por completo los residuos en Bailín. Los augurios de un técnico son desesperanzadores: «Podemos controlarlo, medirlo y sellar los vertederos, pero el lindano nunca desaparecerá». Nunca es nunca.

¿A qué es razonable que el principio de precaución sea una estúpida tontería de ecologistas y «tocanarices»? ¿A qué es sensato que la codicia sea un motor económico a toda marcha y siempre en pie de lucha? ¿A que nuestra civilización es demostración y prueba, clara y distinta, de que Leibniz tenía razón y éste, el mundo de las fabricas del lindano, es el mejor de los mundos posibles? ¿A qué los ecologistas en acción son unos pesados insoportables y unos alarmistas indocumentados?

Concluyamos: ¡Viva el lindano que hace daño; viva Inquinosa que no es penosa; viva el mal, viva el Capital!

 

PS: A modo de testimonio gráfico: restos de lindano abandonados en la antigua fábrica de Inquinosa en Sabiñánigo. En la objetiva y científica jerga de la economía ortodoxa: simples y despreciables externalidades.

 

 

Nota:

[1] Patricia Peiró, «Bajo la amenaza del lindano». http://politica.elpais.com/politica/2014/11/17/actualidad/1416250364_636020.html

[2] La Confederación Hidrográfica del Ebro, la encargada de velar por la limpieza del río y sus afluentes, ha abierto un expediente al Gobierno. La Fiscalía de Jaca, en el Pirineo aragonés, está investigando qué ha fallado tras la denuncia conjunta de Chunta Aragonesista y Ecologistas en Acción.

[3] Otras perspectivas de la aproximación son más crematísticas: «El hecho de que exista la idea de que el agua es peligrosa es un desastre para nosotros», ha dicho Marta de Santos, alcaldesa de Murillo de Gállego, una localidad con 130 habitantes… y 23 empresas turísticas, muchas de ellas relacionadas con los deportes acuáticos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.