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El maquillaje ha llegado a América

Fuentes: Rebelión

  Aclaremos primero que me alegra el triunfo aplastante de Obama contra McCain. No alegrarse por esta victoria es no comprender que, si ganaba McCain, hubieran aumentado las probabilidades de que los más ciegos dirigentes de la política globalizadora llevaran al planeta a una tercera guerra mundial donde sufrirían, sin duda, millones de inocentes. También […]

 

Aclaremos primero que me alegra el triunfo aplastante de Obama contra McCain. No alegrarse por esta victoria es no comprender que, si ganaba McCain, hubieran aumentado las probabilidades de que los más ciegos dirigentes de la política globalizadora llevaran al planeta a una tercera guerra mundial donde sufrirían, sin duda, millones de inocentes. También debería alegrarnos, y mucho, la posibilidad de que Obama afloje, aunque más no sea un poco, la soga que ahorca al pueblo cubano en una vergonzosa violación al derecho internacional y en contra de la opinión de una aplastante mayoría de países de todo el mundo.

Pero hay que escuchar en un contexto de prudencia y realismo el primer discurso de Obama como presidente electo y su frase «el cambio ha llegado a América» así como la respuesta de la muchedumbre respondiendo «yes, we did it» m es decir «Sí, lo hicimos».

Porque una mayoría de yanquis no quería ni quiere un cambio que reconociera que lo que ellos hicieron y están haciendo en Irak es una espantosa e injustificada carnicería que merece el nombre de genocidio. Ni, tampoco, esa mayoría de yanquis quería ni quiere que su nivel de vida disminuya un poco para que termine la escandalosa apropiación de recursos mundiales que hace el Imperio, empobreciendo y llevando a la enfermedad y a la muerte a millones de seres humanos en los países periféricos.

Por otra parte, sabemos que a Estados Unidos no lo conduce el Presidente de ese país sino las corporaciones, en especial el complejo industrial militar y financiero, que ahora han llevado a Obama a la presidencia usamericana.

Estas corporaciones usan y descartan como condones a los presidentes y a los primeros ministros en todos los países el mundo.

Y, desde hacía ya bastante tiempo, se veía que esas corporaciones no sólo habían descartado a Bush y su cohorte de fundamentalistas religiosos y de mercado, sino que también habían descartado a Hillary Clinton y que habían puesto todas sus fichas en este Obama, entregándole, de una manera inusual, mucho dinero de esas corporaciones para su campaña electoral

Las razones de ese descarte son sencillas.

En este momento era necesario un maquillaje al Cuarto Reich -como lo denomina la Página Web REBELIÓN- para que las víctimas del Imperio en todo el mundo crean que ha dejado de ser un Reich y que, con Obama, se ha humanizado. Era necesario un guante de terciopelo para que no advirtamos que la mano que seguirá ahorcando a los más débiles, es la misma mano que hasta ayer usaba un guante de hierro. Y si a Obama se le ocurriera «hacerse el loquito» intentando realmente un cambio, el recurso al magnicidio, como ocurrió con Kennedy, estará siempre disponible y siempre habrá una «comisión Warren» que encuentre un chivo expiatorio para ese asesinato.

Por nuestra parte, los habitantes de Latinoamérica debemos estar muy atentos ahora con los «cipayos» nativos que estaban y están constantemente dispuestos a poner a sus pueblos a los pies del Reich de turno. Porque gracias al descarado estilo de Bush, esos cipayos tenían un poco más difícil la entrega de sus países. Entendámoslo… era demasiado «evidente y antiestética» esa entrega. Pero ahora, con este «rostro humano» que presentará el Cuarto Reich, a los lacayos vernáculos del imperialismo les será más sencillo convencer a los incautos y venderles «espejitos de colores» para continuar con sus políticas entreguistas.

Nada ha cambiado mucho, esto sólo es maquillaje y no debemos bajar los brazos.

Y debemos aprovechar que el complejo militar industrial financiero del imperialismo global se haya visto obligado a sustituir el puño de hierro por un guante de terciopelo.

Porque este pequeño retroceso demuestra que los imperialismos no son imbatibles. La prueba la tenemos en los recientes gobiernos elegidos en nuestra región y en la tenaz resistencia de los pueblos de Palestina, Irak y Afganistán.