«Si Irán mantiene su programa nuclear armamentista, lo atacaremos», dijo el ministro de Transporte de Israel, Shaul Mofaz. Sus declaraciones impactaron en lo que debería ser una preocupación crucial de su cartera: el precio del petróleo. Fueron los comentarios más estridentes formulados en los últimos meses por un miembro del gobierno israelí sobre el programa […]
«Si Irán mantiene su programa nuclear armamentista, lo atacaremos», dijo el ministro de Transporte de Israel, Shaul Mofaz. Sus declaraciones impactaron en lo que debería ser una preocupación crucial de su cartera: el precio del petróleo.
Fueron los comentarios más estridentes formulados en los últimos meses por un miembro del gobierno israelí sobre el programa nuclear iraní.
«Las sanciones no son efectivas. No habrá más alternativa que atacar a Irán para frenar el programa nuclear iraní», agregó Mofaz, según el diario Yediot Ahronoth.
Como las consideraciones electorales dominan el clima político de Israel, el ministro no tuvo en cuenta las posibles consecuencias internacionales de sus palabras. Tuvo en mente, sí, cálculos mucho más estrechos.
Las declaraciones de Mofaz, publicadas el viernes, tuvieron un impacto inmediato en el precio del petróleo. Ese día, el costo del barril de 159 litros del crudo de referencia estadounidense, West Texas Intermediate, se disparó a su máximo histórico: 139 dólares.
Ya el lunes, el precio del barril cayó a 134 dólares. Y este miércoles volvió a aumentar, hasta superar los 136.
Los comentarios de Mofaz suscitaron críticas en todo el mundo, incluso en Estados Unidos, principal aliado de Israel.
La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo que, aunque Estados Unidos comprendía las preocupaciones de seguridad de Israel, el gobierno de George W. Bush intentaba «solucionar» el conflicto con Irán «diplomáticamente».
Las críticas fueron mucho menos discretas en Israel. Dirigentes partidarios y funcionarios del sector de defensa acusaron a Mofaz de perjudicar intereses estratégicos nacionales y de estar motivado por objetivos políticos personales.
«No se debe convertir uno de los asuntos de seguridad más estratégicos en un juego político de una campaña interna futura en (el centrista partido) Kadima», dijo el viceministro de Defensa Matan Vilnai a Radio Israel.
Con el primer ministro Ehud Olmert bajo una intensa presión para renunciar por acusaciones de corrupción en su contra, el gobernante Kadima considera celebrar elecciones internas para elegir a un nuevo líder, y Mofaz es uno de los favoritos.
En Israel, sus comentarios fueron interpretados como un intento de ubicarse en el mapa político como el «duro» en materia de seguridad en la batalla por el liderazgo de Kadima, rumbo a posibles elecciones nacionales este año.
Apenas días antes de su arrebato, Mofaz exhibió su línea dura sobre la paz con Siria: declaró su oposición a ceder las Alturas del Golán, capturadas por Israel en la Guerra de los Seis Días (1967), a cambio de un acuerdo de paz completa.
No se puede confiar en Siria y devolver el Golán equivaldría a tener en la frontera al propio Irán, su aliado estratégico, dijo.
Olmert había anunciado apenas tres semanas antes que Israel y Siria estaban dedicados a renovar el diálogo de paz tras una interrupción de ocho años, esta vez con mediación de Turquía.
En los últimos meses, el primer ministro israelí también dijo creer que Irán no alcanzaría la capacidad para fabricar armas nucleares, e insinuó que, en última instancia, los esfuerzos diplomáticos podrían impedírselo.
Aunque los líderes israelíes nunca desestimaron la opción militar en relación a Irán, las referencias al uso de la fuerza generalmente fueron indirectas.
Los comentarios de Mofaz, que nació en Irán y llegó a Israel siendo pequeño, dispararon una fuerte reacción, no sólo por su naturaleza estridente, sino porque su condición de ex comandante del ejército, ex ministro de Defensa y actual miembro del gabinete de seguridad.
Se trata, por lo tanto, de un conocedor de información de defensa muy delicada.
Además, está a cargo del diálogo estratégico de Israel con Estados Unidos, por lo que participa en la discusión entre ambos gobiernos a propósito de Irán.
Funcionarios del gobierno que hablaron a condición de no revelar su identidad dijeron que las amenazas de Mofaz no reflejaban la política oficial israelí.
Indignados funcionarios de defensa señalaron que sus declaraciones podrían dificultar la tarea de sumar países que apoyen las sanciones contra Irán.
Tanto Israel como Estados Unidos creen que Irán se propone desarrollar armas atómicas. El régimen islamista en Teherán insiste en que su programa nuclear sólo aspira a producir energía nuclear de uso civil.
Las circunstancias políticas internacionales han alejado la posibilidad de una operación estadounidense contra plantas nucleares de Irán. Eso reduce, a su vez, las opciones para que Israel lance un ataque por su cuenta.
Las centrales nucleares de Irán están muy protegidas y desperdigadas por todo el territorio. Eso reduce el alcance de un ataque israelí eficaz sin apoyo estadounidense.
Pero Israel ya actuó por su cuenta en el pasado.
En 1981, aviones israelíes destruyeron un reactor en Osirak, construido por el régimen de Saddam Hussein, que gobernó en Iraq entre 1979 y 2003. Hace apenas nueve meses, Israel bombardeó y destruyó una instalación en Siria que, según Estados Unidos, era una planta nuclear.
Para Mofaz, el objetivo inmediato es el liderazgo del partido. Pero sus declaraciones, en lugar de dejarlo como el «señor seguridad», lo mostró como un líder irresponsable que explota asuntos estratégicos delicados para obtener un rédito político mezquino.
Los comentarios causaron, «sin la ayuda de nadie, la suba histórica más aguda para un solo día del barril de crudo: 11 dólares», advirtió Yossi Verter, columnista del diario Haaretz.
«Por un lado, impresiona la ‘productividad’ de sus declaraciones. Por el otro, aterran. ¿Qué está planeando Mofaz para nosotros? ¿Una guerra mundial? ¿Un duelo de titanes?», se preguntó. (FIN/2008)