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Entrevista con Rommel Díaz, Adriana Jasso y Harry Simón, militantes de Unión del Barrio

El movimiento chicano y la formación de Unión del Barrio como partido (II)

Fuentes: Rebelión

Esta entrevista es la segunda parte de una serie. Para ver la primera siga este link: http://rebelion.org/noticia.php?id=186862 LMC. ¿Qué tipo de organización es Unión del Barrio? RD. Se forma en el año 81 el primer año de Reagan, tú, Harry, sabes esta historia al dedillo, cuéntanos. HS. Unión nace de una serie de cambios históricos […]

Esta entrevista es la segunda parte de una serie. Para ver la primera siga este link: http://rebelion.org/noticia.php?id=186862

LMC. ¿Qué tipo de organización es Unión del Barrio?

RD. Se forma en el año 81 el primer año de Reagan, tú, Harry, sabes esta historia al dedillo, cuéntanos.

HS. Unión nace de una serie de cambios históricos muy puntuales. Alrededor de los años setenta los movimientos más importantes, más fuertes al sur de California eran las Boinas Cafeses (Brown Berets en su denominación en inglés), los United Farm Workers de César Chávez, La cruzada por la justicia de Colorado, el grupo de Corky González y el grupo del Partido Nacional de Raza Unida en el sur de Tejas. Estos grupos nacen alrededor del Movimiento Chicano. La Cruzada empieza a perder fuerza alrededor del momento del accidente de Corky González. Hay otro movimiento en Nuevo Mexico que es el de Reyes López Tijerina, La Alianza, un movimiento muy militante en defensa de la tierra, la cruzada por la justicia se centraba fundamentalmente en las capacidades individuales de Corky González. La Alianza de Ries López Tijerina también se fundamentaba en su fuerza individual, aunque la conexión con el problema de la tierra les hacía más radicales.

LMC. ¿Estás sugiriendo que eran más personalistas alrededor del carisma de estos dos líderes?

HS. Sí, eran caudillos. De hecho en la literatura chicana a César Chávez, Corky González, Reies Lopez Tijerina y José Ángel Gutiérrez se les llama los cuatro jinetes del apocalipsis. La cuestión se centraba fundamentalmente en las virtudes y los defectos de estas personas. Si algo les sucedía a ellos, estos movimientos declinaban. Por ejemplo, La Cruzada empezó a perder fuerza alrededor del declive físico de Corky [González], porque tuvo un accidente y ya no podía asumir las responsabilidades que tenía antes. La Alianza en New Mexico fue reprimida militarmente desde mediados hasta finales de los años 70 y el Partido de la Raza Unida, que era la única fuerza que intentaba unir a todo el mundo se desmoronó también primordialmente por las divisiones entre José Ángel Gutiérrez en Texas y Corky González en Colorado. Cuando estos grupos entraron en declive surgieron los Brown Berets, pero ellos tampoco eran una fuerza a tener en cuenta en relación con el movimiento político en su sentido amplio, porque también se organizaban en torno a David Sánchez, otro caudillo. El tipo era medio loco, era anti-comunista, estaba loco, lo que pasa es que había fuerzas importantes a su alrededor que le dieron relevancia a los Brown Berets.

Hubo otros grupos que se formaron alrededor del movimientos Chicano como el Comité de Derechos Chicanos (CCR por sus siglas en inglés) que surgió en San Diego, en National City impulsado por Herman Baca. Si algo ha tenido una influencia decisiva en la historia de Unión del Barrio es la conexión con el Movimiento a través de Herman Baca y el Comité de Derechos Chicanos. Herman [Baca] se formó políticamente trabajando con Bert Corona que era el líder en Los Ángeles de CASA (Centro de Acción Social Autónomo). CASA era la organización que tenía una formación ideológica más sólida dentro del movimiento Chicano, era el grupo con un internacionalismo más fuerte, el lema «Somos un pueblo sin fronteras» viene de CASA, una organización ideológica muy sólida.

Al contrario de lo que sucedió con los otros grupos que mencioné antes, el grupo de San Diego nunca entro en declive, de hecho, continuó creciendo. Cuando llegó el programa Cointelpro [El programa del FBI para destruir organizaciones políticas radicales] y la década de promoción de lo «Hispano», infiltraron masivamente el Movimiento Chicano. Por ejemplo, la violencia en la Marcha Moratoria contra la guerra de Vietnam la provocó un agente del programa Cointelpro. Por alguna razón, tal vez porque no era una ciudad tan importante, San Diego consiguió evitar la mayor parte de la violencia y la represión que desató el programa Cointelpro. El movimiento, de hecho, continuó creciendo alrededor de Herman Baca, pero dentro del Comité de Derechos Chicanos había unos cuantos miembros que habían visto lo que pasó con los otros grupos que se organizaban en torno a la personalidad de un líder carismático y decidieron que había que formar un grupo que fuera más allá de los problemas de la frontera y que superara la cuestión del liderazgo individual. Por eso, desde el comienzo rechazaron el caudillismo y eso está en el programa original de Unión del Barrio. No aceptamos caudillos, porque en cuanto le pase algo al caudillo se desmorona el grupo, la cosa tiene que estar basada en ideas, principios y en el modelo de organización, no en los individuos independientemente de lo valiosos que sean.

No era una crítica ni una posición hostil contra el Comité de Derechos Chicanos (CCR), fue un acuerdo mutuo y, por tanto, la gente que eran miembros del CCR y que estaban de acuerdo con hacer algo más que trabajar alrededor de la personalidad de Herman Baca (hubiera sido el quinto gran líder del Movimiento Chicano; de hecho estaba al nivel de Corky González, Reies López Tijerina y los otros, pero al estar en San Diego no tuvo tanta notoriedad) se juntaron a Unión. En esa época Unión era fundamentalmente una organización multisectorial de base. La primera gran campaña que organizamos fue con la juventud. No éramos una formación ideológica todavía, pero había espacio para que nos desarrolláramos ideológicamente. En otras palabras, todo el peso ideológico , bueno y malo, y toda la historia que produjo el Movimiento Chicano no nos afectó, no fue un obstáculo para que Unión creciera. Había mucho desacuerdo como resaca del Movimiento Chicano, pero Unión no sufrió porque era una organización relativamente nueva, estamos hablando de los años 1981 a 1986.

En el Movimiento Chicano había otro grupo como nosotros, se trataba del Movimiento de Liberación Nacional formado por el compañero Ricardo Romero. Éstos constituían una formación ideológica un poco más sólida, de hecho se consideraban Marxistas-leninistas. No aceptaban el concepto «Chicano» per se, porque sentían que si nos asimilábamos perderíamos nuestro contacto con el sur, somos mexicanos somos parte de América Latina. Estaban muy enfocados, pero eran insulares, quedaron muy afectados, porque, junto con la Cruzada por la Justicia, los reprimieron mucho bajo el programa federal de COINTELPRO. Eran muy protectores, porque algunos de sus militantes fueron asesinados y además no eran una organización de masas. Este grupo y lo que quedaba del Partido de la Raza Unida en el sur de California se juntaron con Unión y como unión era el más joven de los tres grupos decidieron intentar reconstruirse y formar un partido. Necesitábamos un partido con nombre y apellidos, no nomás un partido con nuestro nombre, sino también con las estructura y la disciplina que se requiere.

LMC. ¿ La idea del partido como forma de organización política es lo más novedoso dentro de Unión del Barrio como grupo vinculado al movimiento chicano?

HS. Ha sido parte de la discusión… pero con mucha complejidad porque el Movimiento Chicano fue en su origen un movimiento juvenil que se centró mucho en la identidad y que no tenía la trayectoria de otras organizaciones y otros movimientos de Nuestra América. Los precursores del Movimiento Chicano fueron LULAC (Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos por sus siglas en inglés) o MALDEF (Fondo Mexicano Americano para la Defensa Legal y la Educación por sus siglas en inglés), organizaciones todas institucionales, hispanizantes y asimilacionistas. Esto es algo que el Movimiento chicano rechazaba, pero nunca logro un programa diferente, sobrevivió entre una lucha identitaria y un movimiento juvenil que mantenía conexiones muy débiles con los UFW de César Chávez que siempre rechazó el Movimiento Chicano. Durante los años setenta Chávez rechazaba a cualquier persona que dijera ser parte del Movimiento Chicano, a pesar de que mucha gente del Movimiento participaba en las actividades de los United Farm Workers, porque era una lucha sindical importante.

Entonces, cuando surge Unión del Barrio en 1981, el Movimiento había entrado en declive hacía tiempo, pero había consenso para hacer algo que no se había intentado antes: la creación de un partido. Se había hablado de la cuestión antes; Raza Unida había pensado formar un partido con esas características, pero entre las personalidades, el regionalismo y otras cuestiones nunca sucedió. El trabajo de base para construir ese tipo de unidad no existía y Unión siendo el grupo más joven trató de construir ese tipo de unidad con el Partido de La Raza Unida. De ahí viene la cuestión del «centralismo democrático». Si te fijas en el programa original de Unión es una combinación de Raza Unida, MLN y CASA, una especie de síntesis de las mejores cosas que produjo ideológicamente el Movimiento Chicano.

Desde el primer día hubo acuerdo en que la praxis de Unión del Barrio estaba basada en el trabajo diario en los barrios, no había mucha más formación ideológica en los ochenta. Se puede ver en la membresía de Unión que era una organización de base, no era una organización nacionalista de estrechas miras, aunque nos autodenominábamos nacionalistas revolucionarios y asimilamos los aspectos más militantes y exitosos del Movimiento Chicano, actualizando los métodos y las ganancias para luego cambiar y mejorar lo que se había hecho mal.

Sin embargo, nunca logramos unirnos completamente con MLN y el Partido de la Raza Unida, nunca se logró, pero de ahí surgieron varios frentes. Esta política de frentes estaba muy influenciada por los frentismo centroamericano, se puede ver en los nombres de las organizaciones. De hecho, hubo varios centroamericanos, farabundos, que se unieron a nosotros en la National Chicano Moratorium March, fue un frente coyuntural pero con la idea de crear un frente permanente más a largo plazo. En 1992 el MLN y el Partido de la Raza Unida decidieron no ir adelante con la formación del partido, así es que en 1993 tuvimos un retiro en Riverside, California, y dijimos «si estos compas no quieren construir un partido, nosotros lo vamos a intentar, porque realmente necesitamos un partido».

LMC. Pero qué tipo de partido, un partido con fines electorales o con un programa más radical?

HS. No, un partido revolucionario bajo el centralismo democrático. Bueno, de hecho, hemos participado en elecciones, pero mucho más tarde y bajo un proceso electoral regido por los principios y demandas del socialismo radical y siempre bajo la premisa de que no estábamos ahí para ganar, estábamos para luchar y crear conciencia a través del proceso electoral.

LMC. La vía electoral desde el principio no es una opción

RD. La opción en realidad se define con todas las formas de lucha.

HS. Pero no somos un partido electoral.

RD. aunque estratégicamente no abandonamos ninguna forma de lucha.

HS. Aunque eso cambia con el tiempo, en los ochenta y noventa había un rechazo explícito del electoralismo, se pensaba ¿por quién vamos a votar por este o por el otro pendejo? Aconsejábamos a la gente, de hecho, que no votara. La lucha central en Unión del Barrio era contra el neocolonialismo, porque las agencias de proxenetas de la pobreza, las organizaciones caritativas y no gubernamentales sin fines de lucro –511 (c) en inglés– habían copado la mayoría de los espacios y se autoproclamaban parte del Movimiento, a pesar de que su estatus legal les prohibe explícitamente asumir posiciones políticas. Nosotros pensábamos que esta mentalidad basada en proveer servicios sociales sin política era altamente venenosa, una corrupción de los principios del Movimiento Chicano. Por eso, sentíamos que la contradicción principal para nuestra gente era la clase neocolonial, las marionetas que el gobierno había institucionalizado para convencernos de que el proceso era democrático. No fue hasta el año 93/94 que dijimos «ya estuvo con la lucha contra los neocolonialistas, porque esa ya no es la contradicción principal y ahí volvimos a considerar la vía electoral una vía estratégica, llenar todos los espacios de lucha»

RD. Pero centralmente es eso, adquirimos todas las formas de lucha, según el momento histórico. Se llegó a esa posición en conversación y debate interno. Somos un partido que se rige por el «centralismo democrático».

LMC. ¿ Pueden explicar un poco cómo funciona esto del «centralismo democrático»?

RD. Una de las cuestiones que me llamó la atención a mí antes de ingresar en Unión del Barrio es que mencionaban en un panfleto en una carta presentación, el año 1990 más o menos, decía que se regían por el «centralismo democrático», esa fue la gotita que me llenó el vaso; y fueron estas dos palabras, «centralismo democrático». Yo venía de una organización que también se regía por el «centralismo democrático» y lo entendía. Ahora, ¿Qué es el centralismo democrático? Yo diría que es un sistema de reglas o normas que sirven para que un colectivo pueda accionar como tal, para que la idea no sea de un solo individuo sino para que sea de varios individuos y sea realmente colectiva, que se tomen decisiones colectivas y se hagan acciones colectivas y que todo sea colectivo. Obviamente que cuanta más gente haya es más difícil que funcione un sistema en donde puedan participar todos en las decisiones y acuerdos que se tomen y para eso tienes que hacer grupos y que esos grupos estén coordinados con la base, los organismos medios y la dirigencia.

LMC. ¿Cómo cuantos niveles hay en Unión del Barrio?

RD. Hay tres niveles principalmente: la base, los organismos medios y el organismo central.

LMC. ¿Y cuál es la relación entre los tres?

RD. La relación es totalmente colectiva. Una base está compuesta por un cierto número de miembros, un mínimo y un máximo. Nosotros tenemos 6 miembros de mínimo y el máximo es 13 por base. Está célula base tiene un secretariado que esta compuesto por tres o cuatro elementos: el encargado político, el encargado de la organización, el encargado de finanzas y, si la base es gruesa y está en un ambiente que permita esto, el encargado de propaganda. Estas tres posiciones se repiten en el comité local que reúne un cierto número de bases y este comité local está también gobernado por un secretariado que en este caso tiene 5 miembros, porque se agrega propaganda, vigilancia y seguridad a nivel local que es el organismo intermedio. Muchos comités locales conforman un comité regional y muchos comités regionales conforman un comité central. Ese es el delineamiento del centralismo democrático; las posiciones de liderazgo se repiten en cada escalafón. Obviamente, en los niveles más altos hay algún cargo más como el encargado de educación, pero que no es necesario que esté dentro de cada base, porque esa responsabilidad la toma el encargado político de la base.

LMC. ¿Y quién elige a cada uno de estos cargos?

RD. La base elige su propio secretariado cada año y todos los cargos altos y medios se eligen en un congreso; lo eligen todos, todos participan en los congresos local, regional y nacional. Y ahí se elige desde el Secretario General para bajo. Esa es la estructura.

HS. Fue un puñado de nosotros los que organizamos está cuestión, Rommel fue el arquitecto desde el 2003, pero hubo unos cuántos de nosotros que fuimos los albañiles, pero del «retrato hablado» que Rommel había traído de Chile a la puesta en práctica nos costó mucho, hubo muchas discusiones y resistencia a la creación de las bases y los locales, porque los miembros lo encontraban muy burocrático. Yo mismo no estaba convencido, me tomó años convencerme; lo que quiero apuntar es que el «centralismo democrático» es el marxismo puesto en práctica. Igual que para el capitalismo industrial la división del trabajo es fundamental, nosotros los revolucionarios no podemos funcionar sin división del trabajo, eso es lo esencial. No puede haber capitalismo sin división de fuezas laborales, la diferencia es que el objetivo del capitalismo es la acumulación de plusvalía y nuestro objetivo es la acumulación de fuerza de clase y poder político. Esto es muy fluido y muy importante, pero no lo puedes leer en un panfleto. De hecho, nosotros leíamos panfletos y hacíamos sesiones de estudio, ahora me da vergüenza recordar algunas de las cosas que decía, lo tienes que ver. Ha sido un proceso no exento de tensiones y debates, porque teníamos no sólo que implementar un modelo nuevo de organización, sino también desaprender el antiguo modelo asambleario que ahora me parece burgués.

LMC. Sin embargo, ahora hay un debate muy fuerte entre movimientos como el 15-M en España, los distintos levantamientos de las Primaveras Árabes, el movimiento «Yo soy 132» en México e incluso «Occupy» aquí que se organizan más «a la zapatista» asambleas horizontales donde no hay células, no hay bases, no hay comités centrales, no hay nada, es todo el mundo en la plaza y consiguen una efervescencia política muy rápida, mucha gente…

HS. Sí, este es el modelo dominante ahora mismo en el mundo.

LMC. Claro, por ahí va mi pregunta. Estos movimientos justamente rechazan este modelo de organización, el modelo del partido, del sindicato, como un modelo jerárquico que tiende a la burocratización y que no consigue interpelar a las grandes masas, mientras que este otro modelo consigue llenar las plazas. Ahora, consigue llenar las plazas, pero no dura. ¿Qué piensan de este otro modelo asambleario y por qué el centralismo democrático es más eficiente o sería preferible?

RD. Habría que partir por decir que la democracia es una cosa muy antigua y que lo que tenemos hoy día es un modelo de democracia occidental que consiste en elegir una persona cada cuatro años. Los jóvenes en todo el mundo están muy decepcionados con los líderes que han sido elegidos con este sistema democrático. Han visto que lo que ha dejado este sistema no es más bienestar, ni más felicidad ni un mundo mejor, sino un mundo peor y más encima con más corrupción, con más problemas económicos. Pero sinceramente si uno considera los movimientos de estos jóvenes que salen a las calles en España o EE. UU. son movimientos espontáneos, es la espontaneidad de las masas, son movimientos no organizados y, de hecho, ellos no permiten que haya organización porque eso corrompe y hace que el asunto sea de los políticos, como que se separan de ese mundo.

Yo conversaba con uno de los de Occupy San Diego que no tenían ninguna organización, bueno entonces cómo diablos lo van a hacer, porque a las 12 de la noche la ciudad de San Diego iba ordenar a sus fuerzas del orden que sacaran a todos de la Plaza dónde estaban en el centro de San Diego. Eran las cinco de la tarde y no sabían que iban a hacer, porque era una decisión de cada individuo, entonces prácticamente se desalojaron solos, porque individualmente decidieron irse y quedaron cinco o seis que fueron desalojados. La organización esa que ellos tienen no les permitió hacer una decisión colectiva o como ellos dicen de asamblea, porque para hacer una decisión de asamblea tiene que haber alguien que empiece la asamblea, por último. Todos estos movimientos han sido espontáneos, llegan a la plaza y se encuentran y todos tienen cinco micrófonos, diez megáfonos y todos están diciendo esto o lo otro y llenan la plaza porque tienen algo en común. En el movimiento «Yo soy 132» producto de que alguien en Televisa dijo son como 132 pelaos, qué le vamos a hacer caso. No ayuda a solucionar el problema en sí, sino que simplemente ayuda a confundir más.

El aventurerismo de la gente se inclina más hacia estás cosas que hacia algo más organizado, algo con un compromiso más allá del día de mañana, porque cuando tú te comprometes a un movimiento espontáneo te estás comprometiendo por las horas en que está ocurriendo el movimiento y el día de mañana ya no más y tú no te sientes culpable, porque simplemente cumpliste con tu labor de estar allí presente, tiraste un par de piedras si había que tirar piedras, tiraste un par de eslogans si había que tirar eslogans y después de fuiste para la casa y nada más. Eso es lo que pretendemos nosotros que no suceda con este proyecto de «centralismo democrático», que perdure y pase en forma organizada hacia el mañana.

LMC. Pero ¿la estructura del Partido y el «centralismo democrático» pueden interpelar a las grandes masas, en este caso a la «raza» como pueblo de este lado de la frontera? Porque lo que sí tienen estos movimientos es su capacidad de convocatoria, es cierto que luego se deshacen, pero convocan. Los que están en contra de la forma-partido dicen que esto es así, porque la persona que va a la plaza siente que pertenece, mientras que sí se inserta en un partido va a sentir que es una estructura burocrática que no puede participar…formulo las preguntas en voz alta que yo mismo me hago. ¿Pueden crecer, tener mayor penetración con esta forma partido o la democracia directa de plaza que llamas espontaneísmo es algo que, nos guste o no, tiene más poder de movilización?

H.S. Esta cuestión ha surgido en muchas conversaciones difíciles que hemos tenido en

nuetras reuniones. El «centralismo democrático» usa la idea de la protesta para conseguir objetivos más amplios. Por eso tenemos un programa político, una utopia, pero no necesariamente una utopía utópica, un final del juego, un final del juego que resuelva la contradicción fundamental, mientras que estos movimientos son más un tipo de performance un teatro político. Tienen su propia lógica interna y el alpha y el omega de esta lógica es la protesta misma. Para participar en «Occupy» el compromiso clave es que no tengas un programa político ni una forma de organización, que todo sea horizontal, pero lo curioso y lo irónico es que el programa es la performance. ¡Es un viejo argumento, camarada! Tiene que haber alguien que organice, hay alguien que trae los megáfonos, hay alguien que pone las cosas en el suelo, y luego la gente aparece y participa en lo que sea que estén tratando de organizar en ese momento en particular, ocupar la plaza o lo que sea. Hay un montón de organización detrás de estas cosas. La diferencia es la velocidad a la que pasan estas cosas con las nuevas tecnologías.

Precisamente porque estas discusiones ya se dieron antes, es mucho más sexy participar en el movimiento Occupy y sacarte la rabia del sistema para luego volver a la normalidad, pero así no es como funciona el poder. Las mismas contradicciones que estaban ahí cuando apareció Occupy no sólo han continuado, sino que han empeorado. Occupy contribuyó a la creación del concepto del 1% y el 99%, es una contribución maravillosa, pero no es una contribución sustantiva, ¿qué más ha hecho Occupy? Esto se le puede también señalar a Unión del Barrio, ¿qué ha conseguido Unión? La diferencia es que nosotros tenemos una relación y estamos en conversación con un pueblo y una historia y, por tanto, tenemos nuestras raíces ancladas en algo que no pasa de manera espontánea. Participamos en Occupy, es una vez más la combinación del rojo y el negro, un partido puede y debes ser capaz de canalizar este tipo de luchas de masas, si eso son simplemente las masas luchando y no vas a ninguna parte. Por ejemplo, en el 2006 con motivo de las protestas a favor de la reforma migratoria hubo millones de raza en las calles y ¿qué salió de aquello? Nada, de hecho las cosas empeoraron. Salió Obama y la situación en nuestras comunidades es seis o siete veces peor. De hecho, podríamos incluso mirar con nostalgia al 2006 comparando las deportaciones y la violencia de la administración Obama. Lo que faltaba y lo que falta es una concepción de cómo opera el poder, no qué sentimos sobre éste. Creo que la protesta se usaba antes para cobrarle algo al Estado que te reprimió o que mató a uno de tus camaradas y le cobrabas algo a los burgueses: les destruías una industria, un rendimiento de cuentas a nivel popular. Ahora protestamos y estamos hablando con nosotros mismos. Al final nos tenemos que preguntar si la protesta nos está dando un poder equivalente al que tienen los que nos oprimen. Esa es la ecuación que tenemos que mirar. Ellos están organizados, tienen cuadros pagados, no les llaman cuadros, pero podrían hacerlo perfectamente, y tienen comités centrales, tienen legiones de gente con las tecnologías más avanzadas. Si nosotros no tenemos algo al menos equivalente a lo que tienen los que nos oprimen, no sólo en los Estados Unidos, sino globalmente, esa estela no nos va a llevar muy lejos. ¡Somos buenísimos protestando! ¡En san Diego somos los mejores manifestantes de la zona!

AJ. Mira yo creo que esta pregunta tiene que ser continuamente valorada por lo que podemos hacer como partido. Creo que la tarea del partido, la tarea de Unión es estar presente en los espacios e influenciar la conversación donde haya posibilidad de crecer y de crear conciencia, porque nosotros aún estamos en nuestro deber de concientizar, de organizar, de accionar. Si en un espacio tan complejo y tan difícil como fue el Occupy…

LMC. ¿Puedes explicar por qué?

AJ. Es difícil participar porque venimos de una tradición de organización muy diferente, la del partido político que tiene sus limitaciones, pero creemos que es la mejor, porque ha sido comprobado en nuestra Latinoamérica. Nuestra tarea es existir y participar donde podamos, de la forma más modesta y más humilde, pero siempre teniendo en cuenta que la creación de un partido y el más allá es fundamental. Y esto me conecta con la cuestión de la reforma migratoria. La tarea de Unión del barrio es participar en estos espacios y en ámbitos complejos, pero ser la voz y la visión que nos hace reflexionar, no sólo como Unión del Barrio, sino como pueblo, de qué hay más allá de la reforma, qué hay más allá de la represión y de las muertes en la frontera, esa es una tarea difícil pero fundamental. Mientras la aspiración de ser un partido tenga la claridad ideológica de participar en estos espacios, creo que nuestro crecimiento está asegurado. El proceso de levantar la conciencia en el pueblo es fundamental, porque mientras que el pueblo no se reconozca como un pueblo oprimido, como un pueblo dividido entre opresores y oprimidos, va a ser muy difícil levantar las tareas políticas, nuestra tarea es que la ideología dicte el por qué de lo que hacemos, que entendamos por qué hacemos lo que hacemos y si nuestra ideología logra esa claridad política nuestro partido va a crecer, nuestro proyecto organizativo tiene futuro. Y eso precisamente nos dictará qué hacer ante la cuestión Occupy, qué hacer ante la cuestión de estos procesos espontáneos que prenden como una llamarada y luego se apagan. Es una cuestión simultanea que se esfuma que se desaparece, pero la tarea de un partido es entender el por qué se esfuma, por qué se prende y por qué se apaga. Nuestra tarea política es estar incrustados y saber y precisar el momento en que las relaciones objetivas y subjetivas logran encontrarse y podemos emprender un crecimiento importante. Esa es una tarea complicada, pero cuando la entiendes, cuando con toda la disciplina organizativa que te ha enseñado el centralismo democrático la percibes, la posibilidad de ser partido político es más clara que el agua.

HS. Entonces en relación al Movimiento Chicano de los años noventa llegando hasta el principio del milenio, es triste decirlo, pero somos la única organización que queda operando como tal.

(Continúa.)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.