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El nuevo acuerdo de impuestos: resurrección de la «reaganomía»

Fuentes: Progreso semanal

Hace más de treinta años, Ronald Reagan llegó a Washington decidido a reducir los impuestos a los ricos y encoger todo aspecto del gobierno, excepto la defensa. El nuevo acuerdo de impuestos encarna la esencia de la «reaganomía». No estimulará la economía. Una porción desproporcionada del acuerdo de $858 mil millones de dólares irá a […]

Hace más de treinta años, Ronald Reagan llegó a Washington decidido a reducir los impuestos a los ricos y encoger todo aspecto del gobierno, excepto la defensa.

El nuevo acuerdo de impuestos encarna la esencia de la «reaganomía».

No estimulará la economía.

Una porción desproporcionada del acuerdo de $858 mil millones de dólares irá a la gente que se encuentra en el 1 por ciento más rico, los cuales gastan solo una fracción de lo que ganan y guardan el resto. Sus ahorros son enviados alrededor del mundo adonde puedan obtener las mayores ganancias. El único efecto práctico de agregar $858 mil millones al déficit será presionar más a los demócratas para reducir los gastos de todo tipo que no sean los de la defensa, incluso la Seguridad Social y Medicare, así como la educación y la infraestructura.

Es lo más parecido a la notoria estrategia de «hacer pasar hambre a la bestia» de Ronald Reagan (y David Stockman). En 2012, año de elecciones, cuando los demócratas en el Congreso tengan menos poder que ahora, la presión para prorrogar aún más las reducciones de impuestos de Bush será abrumadora. Peor aún, el acuerdo empeora el problema estructural subyacente que provocó la Gran Depresión en primer lugar.

Desde la presidencia de Ronald Reagan, los jornales promedios por hora apenas variaron, y las vastas clases trabajadora y media de Estados Unidos han aportado al hogar una porción cada vez más pequeña del ingreso nacional (ajustado a la inflación.) El trabajador promedio está ganando en la actualidad menos que el trabajador típico de hace treinta años.

Sin embargo, el 1 por ciento más rico de los norteamericanos gana ahora un porcentaje mayor del ingreso de la nación que en cualquier otro momento desde 1928. Y recordamos lo que sucedió en 1929. Si la abrumadora mayoría de los norteamericanos no tiene el poder de compra para mantener el avance de la economía sin endeudarse cada vez más, la economía terminará finalmente por caer al precipicio.

Eso fue lo que sucedió en 1929 y en 2008.

A fines de la década de 1990, las clases media y trabajadora podían seguir gastando -y por lo tanto mantener el desarrollo de la economía- tan solo agregando deuda. Esta estrategia terminó cuando estalló en 2007 la burbuja de la vivienda.

Sin ese gasto, no puede haber una recuperación boyante.

Sí, la pendiente ley de impuestos dará a las clases media y trabajadora un poco más de efectivo el próximo año. Pero solo durante un año. No lo gastarán. Lo utilizarán para ayudar a pagar sus deudas. ¿Los impuestos más bajos para los ricos los harán crear más empleos? De eso nada. Desde 1980, los defensores de la economía de la oferta han dicho que los impuestos más bajos para los ricos provocará un efecto de derrame para todos. Nada puede estar más lejos de la verdad.

Vean la historia.

Durante las casi tres décadas de 1951 a 1980, cuando la tasa más alta estaba entre 72 y 92 por ciento, el crecimiento promedio anual de la economía norteamericana fue de 3,7 por ciento. Entre 1983 y el inicio de la Gran Recesión, cuando la tasa mayor era de 35 a 39 por ciento, el crecimiento promedio fue de 3 por ciento.

A los defensores de la oferta también les agrada asegurar que las reducciones de impuestos de Ronald Reagan en 1981 provocaron el boom económico de la década de 1980. No hay evidencia que sostenga esa aseveración. Es más, ese boom fue posterior al incremento de impuestos por Reagan en 1982. Lo más probable es que el boom de la década de 1990 no fuera el resultado de una reducción de impuestos; la mayor parte fue después del aumento de impuestos por Clinton en 1993.

Ni tampoco la reducción de impuestos de Bush tuvo un efecto de derrame. Entre 2002 y 2007, el salario promedio en realidad cayó. Y el historial de Bush en creación de empleos fue patético en comparación con el de Bill Clinton, cuando los impuestos eran más altos, Bajo Clinton, EE.UU. agregó 22 millones netos de nuevos empleos. Bajo Bush, apenas 8 millones.

Entonces, ¿por qué los demócratas están votando por la «reaganomía»?

Dicen que no les queda más remedio -o votan por esto o verán aumentar los impuestos para todo el mundo a partir del 1 de enero.

El hecho de que los demócratas hayan permitido llegar a esta situación es evidencia de su timidez, su cerrilidad o la dependencia de las contribuciones para campañas de los que están allá arriba.

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=2965:el-nuevo-acuerdo-de-impuestos-resurreccion-de-la-reaganomia&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4