Recomiendo:
0

El orgullo de Barack

Fuentes: Clarín de Chile

A estas alturas, a nadie debiese sorprender que el presidente de Estados Unidos decidiera realizar en Chile un pronunciamiento – en inglés – sobre Latinoamérica. Sin entrar a analizar el discurso en sí mismo. Presentaré aquí algunos precedentes que pienso le permiten a Obama decir que Chile es un modelo a seguir: A partir de […]

A estas alturas, a nadie debiese sorprender que el presidente de Estados Unidos decidiera realizar en Chile un pronunciamiento – en inglés – sobre Latinoamérica. Sin entrar a analizar el discurso en sí mismo. Presentaré aquí algunos precedentes que pienso le permiten a Obama decir que Chile es un modelo a seguir:

A partir de la década de los ochenta, se desarrolla un programa conocido como Ajuste Estructural ( PAE ), que consistía en un conjunto de políticas económicas en pos de la desregulación del sistema económico: se incentiva la liberalización de casi todos los precios, la tendencia desregulatoria de los principales mercados (capitales y divisas más que en el del trabajo), la eliminación del grueso de los subsidios, una búsqueda del equilibrio fiscal, la eliminación de casi todas las barreras no arancelarias, la reducción de los aranceles aduaneros, la privatización de las empresas públicas en sectores competitivos y la privatización de funciones que eran propias del Estado, principalmente como la salud, la educación y la seguridad social.

El neoliberalismo se convirtió en la doctrina económica oficial de los regímenes militares autoritarios dispersados por la región. Chile fue el mejor ejemplo del matrimonio entre autoritarismo y neoliberalismo. Este se explica por sus propias premisas teóricas: un régimen autoritario con su política de represión de la sociedad civil, en cuanto a expresión como a movilización y con la suspensión del Estado de Derecho y de las principales instituciones democráticas, presenta el modelo ideal de un Estado garante del «orden espontáneo» que postula el neoliberalismo.

En este contexto de cambio y reconstrucción social se produjo un proceso que desembocó en una desarticulación en tres niveles: valórico, institucional y práctico. La eficiencia, competitividad e individualismo como valores máximos deslindaron una ética del sentido de la acción guiado en el consumo, la información y la comunicación.

Con una clara intención por asegurar la gobernabilidad de un modelo político sustentado en el mercado, la dictadura propició la anulación de los partidos políticos, gremios de trabajadores y organizaciones de estudiantes constituyendo la total reducción de los principales históricos agentes representantes de la sociedad civil consolidada institucionalmente en nuestra aun vigente Constitución.

Así, a través de un orden social enmarcado por una creciente tendencia a la exclusión social, la lógica económica se impregnó en las esferas sociales que solían estar al cuidado del Estado, y se instauraron en el Estado mismo. De ésta manera, éste no sólo perdió su poder de actuar en forma directa gracias a las privatizaciones, sino que también en los espacios de acción social en un nuevo orden donde se produce una dicotomía en la calidad de los servicios de quienes acceden al sistema privado, y los usuarios del sistema público, cuya calidad ha empeorado por el debilitamiento del Estado.

En un sentido práctico, los mecanismos de mercado, que pudiesen sustituir al Estado en determinadas materias sociales, no poseen una capacidad integrativa de la sociedad; sino que tienden a producir fuertes desigualdades y exclusiones en el acceso a los servicios sociales.

Con la vuelta a la democracia, Chile mantiene en su seno el modelo neoliberal, por ejemplo, Chile hoy es uno de los países más desiguales del mundo y hoy Obama lo ofrece como ejemplo para el mundo.

Fuente: http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=766&Itemid=12