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El ejército estadounidense trata de expandir su influencia a través del comando Southcom

El Pentágono se moviliza para combatir el «populismo radical» en América Latina

Fuentes: Diagonal

El establecimiento de pequeñas bases militares en numerosos países para ‘dominar sin ocupar’, además de la formación de los ejércitos locales en sus propios países, es la nueva estrategia de EE UU para Latinoamérica

El creciente establecimiento de gobiernos izquierdistas en Latinoamérica preocupa cada vez más a la Administración y grupos de poder estadounidenses. Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela se están saliendo del patio trasero de EE UU, que ve así peligrar su influencia en el sur del continente. Como afirma Noam Chomsky en una reciente entrevista para la BBC, «los medios de dominación [de EE UU sobre Latinoamérica] se ven además socavados por la tendencia hacia la integración de las economías en la región, por la diversificación en las relaciones internacionales, la búsqueda del control sobre los recursos nacionales y el rechazo a las recetas de las instituciones financieras internacionales».

Así pues, después de un tiempo en el que la Casa Blanca ha centrado la atención bélica en el Medio Oriente, la Administración Bush y el Pentágono están definiendo un discurso ideológico que justifique el intervencionismo en la región. Además de los términos ya empleados a nivel global como «la guerra contra el terror», que desde el 11-S lo justifica todo, se están acuñando nuevas expresiones como «narcoterrorismo» para intervenir en los países andinos productores de la hoja de coca y, sobre todo, la expresión «populismo radical», en clara referencia a los gobiernos de Hugo Chávez, de Evo Morales y de Rafael Correa, entre otros. En la pasada reunión de la Organización de Estados Americanos, la secretaria de Estado estadounidense, Condolezza Rice, alertó sobre la necesidad de «crear nuevos mecanismos para reprender a aquellos países que se apartan del camino democrático».

Bajo la excusa de este supuesto «déficit democrático» y de la guerra global contra el terrorismo y el narcotráfico, Washington ha incrementado más la ayuda militar y policial en la zona que la social y económica. El departamento de Estado usa la palabra «terrorismo» en 16 de sus informes al Congreso sobre países de la región para justificar la asistencia militar. La «guerra contra el terror» permite ahora redefinir cualquier interés en términos de seguridad militar. Pero parece ser que, de momento, la política a seguir por EE UU excluye la intervención bélica explícita. El Pentágono propuso cambiar la estrategia basada en una limitada cantidad de grandes bases militares por una basada en numerosas y pequeñas bases o ubicaciones operativas de vanguardia (FOL, por sus siglas en inglés ), instaladas en ocasiones a cambio de canje por deuda externa.

No interesa tanto la ocupación del territorio si se puede asegurar la apropiación de los recursos naturales de la región, sean éstos minerales, hídricos y/o estratégicos. En definitiva, se trata de profundizar en el control de las zonas donde la riqueza estratégica permite asegurar a EE UU su hegemonía sobre los recursos y sobre los intercambios económicos. Y acompañando esta estrategia de FOL, se apuesta también por el entrenamiento de los ejércitos locales en su propio territorio, mediante empresas privadas de personal militar y formadores del Pentágono.

Este entrenamiento ‘a domicilio’ evita la intervención bélica directa, lo que reduce el desgaste interno que supondría la muerte de soldados estadounidenses. Asimismo, tras pasar el entrenamiento militar de manos del Departamento de Estado (Exteriores) al Pentágono (Defensa), se disfruta de la impunidad que proporciona el liberarse de la supervisión del Congreso en materia de derechos humanos. Los entrenamientos ‘a domicilio’ en Latinoamérica los realiza el Comando Sur. EE UU asegura su presencia en todo el mundo a través de sus comandos geográficos. El Comando Sur (US.SOUTHCOM) opera en 32 naciones: 19 en América Central y América del Sur, y 13 en el Caribe, además de supervisar la Base de Guantánamo. El SOUTHCOM arma, entrena y adoctrina a los ejércitos latinos mediante «programas conjuntos» en los que en ocasiones se subcontratan compañías privadas de mercenarios que proporcionan militares especializados, habitualmente oficiales «retirados» del Ejército norteamericano.

EE UU exige además un convenio con cada país mediante el que se otorga inmunidad diplomática a los soldados y a todo su personal, por el cual se libera de responsabilidades al SOUTHCOM acerca de cualquier reclamo, que además sería resuelto bajo las leyes de EE UU. Según el general James T. Hill, ex jefe del SOUTHCOM, a «las amenazas tradicionales de los narcoterroristas y sus semejantes (…) se les complementa ahora una amenaza emergente mejor descrita: el populismo radical, [con el que] el proceso democrático es socavado para disminuir más que proteger los derechos individuales». Y añade: «Algunos líderes en la región están sacando provecho de las frustraciones profundas derivadas del fracaso de las reformas democráticas (…). [Estos] líderes pueden al mismo tiempo reforzar sus posiciones radicales inflamando el sentimiento antiestadounidense. Además, otros actores buscan socavar los intereses de los EE UU en la región apoyando estos movimientos». «Estamos ayudando a los esfuerzos de nuestras naciones socias a dirigirse a estas amenazas y a los actores estructurales subyacentes». Y concluye Hill: «Las actividades del SOUTHCOM expanden la influencia de los EE UU, aseguran a amigos y disuaden a los adversarios potenciales». En el informe de 2005, el SOUTHCOM declara abiertamente que entre sus objetivos está «conformar un grupo de países con pequeños ejércitos, pero afines ideológicamente a Estados Unidos. Tal fin implica la defensa de nuestros intereses estratégicos y comerciales».


Escuela de las Américas
Recientemente, el periódico USA Today anunciaba que EE UU reanudará en su Escuela de las Américas de Fort Benning (Georgia) el entrenamiento de militares latinoamericanos. Estos entrenamientos, basados en tácticas de contrainsurgencia, operaciones de comando, guerra psicológica, inteligencia militar y tácticas de interrogatorio, habían cesado en el año 2002 tras la publicación años antes de los manuales empleados en la escuela, en los que se defendía la práctica de la tortura, la extorsión o la ejecución sumaria, definiendo como objetivos a las personas que pertenecieran a organizaciones sindicales, que «distribuyesen propaganda en favor de los trabajadores o de sus intereses y simpatizasen con manifestaciones o huelgas». Hay que recordar que en esta escuela se formaron un gran número de militares sudamericanos implicados en las sangrientas dictaduras de los años ’70, apoyadas por EE UU con el fin de acabar con los movimientos de izquierdas y colocar en el poder a gobiernostítere que aceptaran el liberalismo económico.


La triple frontera
La triple frontera que comparten Brasil, Argentina y Paraguay es de interés primordial para EE UU, por su posición geoestratégica y por ser rica en recursos naturales. Según el diario mexicano La Jornada, es la llave de los proyectos geoestratégicos norteamericanos para controlar, con tropas de rápida movilización, los países fronterizos e implementar la «guerra de baja intensidad» contra el terrorismo. El Departamento de Estado dijo que «no hay información creíble» respecto a que grupos terroristas operen en la zona, pero varias agencias norteamericanas insisten, escudándose en la presencia en la zona de población de origen árabe. Es zona prioritaria para los entrenamientos ‘a domicilio’ del SOUTHCOM, con base en la localidad de Mariscal Estigarribia, al oeste de Paraguay, a 250 kilómetros de Bolivia, muy cerca de Argentina y donde se estima que podría contar con 16.000 efectivos. Desde esta base se ‘tienen a tiro’ las reservas gasíferas y petrolíferas de Bolivia, que hacen frontera con Paraguay, y se puede controlar la segunda reserva de agua dulce del planeta, el Acuífero Guaraní.