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El Sancionador

Fuentes: Rebelión

La locura de Washington no tiene precedentes. Ya amenaza a todo el mundo con sanciones, incluido a sus aliados, como es el caso de Alemania, lo cual es otra demostración de que el imperio de Estados Unidos está en su fase terminal, y cercano a su defunción. Es como si la famosa estatua de la […]

La locura de Washington no tiene precedentes. Ya amenaza a todo el mundo con sanciones, incluido a sus aliados, como es el caso de Alemania, lo cual es otra demostración de que el imperio de Estados Unidos está en su fase terminal, y cercano a su defunción.

Es como si la famosa estatua de la Libertad de Nueva York, más un símbolo de poder que de emancipación, se estuviera desmoronando por un intenso terremoto, que son hoy los cambios geopolíticos que se escenifican en el planeta tierra en camino seguro, y no lejano, a la multipolaridad definitiva.

Ante esa realidad que los grandes poderes estadounidenses conocen muy bien, presionan al actual inquilino de la Casa Blanca, hoy el débil y vulnerable presidente Barack Obama, a intimidar con sanciones a cualquiera que no cumpla con los dictámenes del moribundo imperio.

En el caso de Alemania, uno de sus principales socios económicos y de andanzas de guerra y agresiones en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Washington le hizo «una advertencia muy clara»: «que tendría que enfrentarse a sanciones estadounidenses si permite la entrada de Edward Snowden a su territorio».

En concreto, en el mensaje el Pentágono chantajeó a Berlín con suspenderle su cooperación con los servicios secretos germanos en el campo de la lucha contra el terrorismo, si el ejecutivo de Angela Merkel acepta a Snowden, y no lo extradita a Estados Unidos.

Tal coacción se traduce en que la Casa Blanca permitiría que la población alemana fuera vulnerable a un eventual ataque terrorista descubierto con antelación por los servicios secretos norteamericanos.

Con ese tipo de amigo no hace falta tener enemigos, reza un afamado refrán popular, y queda claro entonces que las naciones consideradas «desobedientes» por Washington están expuestas de manera permanente al verdugo «Sancionador».

Esos son los casos actuales de Rusia, Irán, Venezuela y Cuba, entre una veintena de gobiernos y pueblos en el mundo, a los cuales la Casa Blanca les aplica diferentes medidas coercitivas para intentar debilitarlos, y demostrar al mismo tiempo su poderío, cada vez más decadente, ante el empuje de las denominadas potencias emergentes.

Más que una conducta de fuerza, ese accionar estadounidense evidencia fragilidad, y temor incluso ante sus fieles «cófrades» como Alemania, que no puede descartarse ya estén acomodando sus políticas a los nuevos tiempos en los que Estados Unidos dejará de ser el gendarme mundial.

Si se repasa la historia, tanto los imperios como los regímenes en el ocaso utilizan todas las formas de violencia y fuerza para conseguir sobrevivir, desde la represión contra sus propios compatriotas, las torturas, las invasiones, los crímenes, el terrorismo, los golpes de Estados y la imposición de dictaduras.

Todo ello lo pone en práctica actualmente, tanto en su propio territorio, como internacionalmente, el Sancionador. A buen entendedor con pocas palabras bastan.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.