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El soldado González marcha a Irak temiendo que deporten a su familia

Fuentes: El Mundo

Se llama González, Eduardo González. Es oficial de la Marina de Estados Unidos y tiene la nacionalidad norteamericana desde julio de 2005. Ha recibido órdenes de partir hacia Irak y todas las noches se acuesta con un temor aún más terrible que el de la guerra: que deporten a su mujer y a su hijo […]

Se llama González, Eduardo González. Es oficial de la Marina de Estados Unidos y tiene la nacionalidad norteamericana desde julio de 2005. Ha recibido órdenes de partir hacia Irak y todas las noches se acuesta con un temor aún más terrible que el de la guerra: que deporten a su mujer y a su hijo a Guatemala aprovechando su ausencia.

El caso de Eduardo González saltó a la palestra en septiembre, cuando el propio interesado compareció ante el Congreso para explicar su inaudita situación. La foto de familia, cuando la partida parece ya inminente, fue difundida anteayer por la CNN y ha puesto sobre la mesa de los norteamericanos el drama oculto de un Ejército que se nutre de jóvenes sin recursos y de inmigrantes.

«Defender un país que al mismo tiempo amenaza con dar una patada a mi familia es una cuestión que no deja de rondarme la cabeza», admite Eduardo González. «Me gusta llevar el uniforme y quiero servir a este país al 100%, pero con ese asunto pendiente no siento que pueda hacerlo».

González afirma que entró en el país «legalmente» con toda su familia hace poco más de 10 años. Estudió en Estados Unidos y se alistó en la Marina, beneficiándose primero de la «tarjeta verde» y más tarde de la ciudadanía. Se casó con Mildred, también guatemalteca, que llegó al país en 1989, acompañando a su madre, acogida como refugiada política.

Aun así, la madre de Mildred no consiguió la legalización de su estatus hasta el año 2004. Su hija, que ya entonces se había casado, no pudo beneficiarse de la misma condición, ni tampoco de la del marido (nacionalizado un año más tarde). Durante varios meses ha permanecido en una especie de limbo legal, hata que un juez le concedió un año de prórroga -hasta el 8 de junio de 2008- para poder permanecer de modo «legal» en Estados Unidos.

Eduardo González teme ahora que le retengan más de un año en Irak, donde ya estuvo dos veces, y que a la vuelta se encuentre con la casa vacía en Jacksonville, Florida. «Entiendo que haya leyes y un sistema que hay que mantener, pero hay veces en que una situación va más allá de lo previsto», declara González, que ha reclamado al Ejército y las autoridades de inmigración que tengan una consideración especial por el caso, común al de otros inmigrantes que han conseguido la ciudadanía gracias al uniforme.