Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.
Los suicidios llegan en oleadas a la reserva india Pine Ridge.
El día de Navidad una joven lakota de 15 años se quitó la vida. Poco después, un chico de 14 se quitó la suya.
Desde entonces, un hombre joven y otras seis chicas, una de ellas con tan solo 12 años, han puesto fin a sus vidas en esta nueva oleada que sigue fluyendo. Y en los últimos meses se han producido numerosos intentos en esta reserva de Dakota del Sur en la que viven unas 28.000 personas.
La tasa de suicidios entre jóvenes nativos en Estados Unidos triplica la media nacional. A menudo es incluso más elevada.
En marzo de 2010 la entonces presidenta de la tribu sioux oglala, Theresa Two Bulls, declaró el estado de emergencia a causa del aumento del número de suicidios. El actual presidente, John Yellow Bird Steele, acaba de declararlo nuevamente.
«Genocidio espiritual»
La población lakota oglala de Pine Ridge se enfrenta a numerosas dificultades. Las historias sobre el abuso de alcohol y drogas, la pobreza y la depresión suelen atraer bastante atención. Pero para algunos estas constituyen un botón de muestra de un panorama más amplio.
«Entiendo el suicidio en las comunidades nativas como una extensión del genocidio de los pueblos originarios que comenzó en 1492», señaló Ruth Hopkins, jueza principal de la tribu spirit lake, y jueza de las tribus sioux yankton y santee de la reserva de Crow Creek. «Y creo que existen pruebas de que sigue desarrollándose en nuestros días».
Según la Dra. Maria Yellow Horse Brave Heart, «el trauma histórico es acumulativo, hiere emocional y físicamente a lo largo de la vida y de las generaciones, y deriva del trauma grupal masivo. Durante 500 años los pueblos originarios de Estados Unidos han sufrido un genocidio físico, emocional, social y espiritual por parte de los europeos y la política colonialista estadounidense».
Brave Heart, una lakota hunkpapa y oglala, es cofundadora de la Takini Network , una organización cuyo objetivo es ayudar a los indígenas a superar el trauma histórico.
Según Brave Heart, «la respuesta al trauma histórico es una constelación de características que constituyen la reacción al trauma grupal masivo. Esta respuesta se observa entre los lakota y otros pueblos originarios, entre los supervivientes del Holocausto judío y sus descendientes [y] entre los supervivientes de los campos de concentración de japoneses-estadounidenses en Estados Unidos y sus descendientes».
«Los ciclos de abuso que siguen produciéndose, empezando por los internados que separan a los hijos de sus padres y los sacan de su hogar y la desintegración familiar que vivimos, todo está conectado», explicó Hopkins a Truthout.
«El traslado a estas reservas apartadas», añadió, «la desposesión de nuestras tierras, las dificultades económicas con las que seguimos lidiando hoy en día, son cuestiones recurrentes que tienen que ver con el trauma intergeneracional».
Hablando desde su propia experiencia personal, Hopkins dijo a Truhtout: «Cuando intenté suicidarme tenía 22 años. Ya había tenido pensamientos suicidas con anterioridad pero era algo que no había resuelto… Nací en la pobreza. Durante mi adolescencia conocí a gente que se suicidó. Es algo que siempre ha estado ahí».
Hopkins ha sido testigo de primera mano de esa «constelación» de características que están incluidas en la respuesta al trauma histórico. Su padre fue enviado a un internado a los cuatro años; ella vio los problemas de alcoholismo que hubo en su familia y explica que tuvo que sobrellevar un estigma que las mujeres indígenas tienen un 33% más de posibilidades de padecer que las que no-indígenas.
«Fui víctima de abusos sexuales cuando tenía 15 años», dijo a Truthout. «Es algo que no le conté a nadie. Actualmente las chicas indígenas se muestran reticentes a denunciar debido a las muchas posibilidades de que la persona que te hizo eso no sea juzgada».
Según el Departamento de Justicia estadounidense «una de cada tres mujeres indias manifiesta haber sido violada durante su vida». En la mayoría de esos casos se informa de que los autores son hombres no-indígenas, y las detenciones y los procesamientos son escasos.
«No pensé en estas cosas hasta después de intentarlo», dijo Hopkins. «Fue entonces cuando empecé a hacer encajar todas las piezas del puzzle». Mi vida es un ejemplo de cómo se relacionan estas cosas y el trauma intergeneracional es parte de ello».
«Nunca más guerrero»
No fue solo su relación con la tierra la que se rompió cuando los pueblos originarios de Estados Unidos fueron recluidos forzosamente en reservas y en internados.
Eileen Janis, una voluntaria que trabaja en un programa de prevención del suicidio de la tribu sioux oglala denominado Sweet Grass, explicó a Truthout: «Nosotros construimos nuestras casas; hicimos nuestras ropas; conseguimos nuestros propios alimentos; los almacenamos para el invierno. Y entonces nos metieron en las reservas y nos dijeron que no cazaríamos más; que ellos nos traerían nuestras raciones y que nos darían comida enlatada».
Eliminar la caza de la cultura y reemplazar ese espíritu por comida enlatada fue similar a otras desconexiones culturales.
«Nuestra espiritualidad no es una religión donde se reza un ‘Padre Nuestro’ por la mañana y un ‘Ave María’ por la noche», afirma Janis. «Nuestra espiritualidad es una manera de vivir. Llegaron las iglesias y enseñaron la Biblia, que no era lo mismo que nuestra espiritualidad. Nos enseñaron que nuestros hijos nacen con una naturaleza pecaminosa. Eso no está bien. Nuestros hijos son seres sagrados».
Janis cree que este intento de cambiar su manera de vivir y volverles dependientes, tanto física como espiritualmente, sigue estando muy presente en la actualidad y se refleja en la lucha de los jóvenes.
«La gente no profundiza tanto, pero tiene esa profundidad», dice.
Según Janis, el número de intentos de suicidio suele ser mucho más elevado del que se documenta. Uno de los motivos es la renuencia de los jóvenes a acudir al Servicio de Salud indio, el cual les remite a los hospitales de Rapid City para hacer terapia de grupo con jóvenes no-indígenas antes de mandarles de vuelta a la reserva.
El proyecto Sweet Grass ofrece formación sobre prevención del suicidio a partir de ideas y valores de la cultura lakota.
La Mitakupi Foundation se formó en 2011 para hacer frente al suicidio adolescente y cuenta con una línea directa disponible las 24 horas del día, además de proyectos artísticos y programas deportivos. El propósito de la fundación «es crear programas para los jóvenes de las reservas y respaldar el trabajo de los que ya están en marcha para ofrecer a estos jóvenes el mismo apoyo y las mismas oportunidades que tienen todos los demás chicos en Estados Unidos, y en primer lugar esperanza».
La organización, que se ha comprometido «a apoyar al pueblo lakota como nación soberana y autosuficiente», destaca la necesidad de «apoyar el trabajo de la comunidad y de los líderes espirituales que están ayudando a los jóvenes a volver a sus antiguas tradiciones en vez de recurrir a las drogas, el alcohol y la muerte».
Pero incluso las antiguas tradiciones plantean nuevos desafíos.
Yvonne «Tiny» DeCory trabaja con Sweet Grass y es una de las fundadoras de B.E.A.R (Be Excited About Reading, entusiásmate con la lectura), un programa de tutoría para la lectura y de prevención del suicidio. «Muchos jóvenes están recuperando el rito tradicional de la cabaña para sudar (sweat lodge), pero la tecnología impide que puedan realizar este acto de purificación como se hacía tradicionalmente», explicó a Truthout. «Existen demasiadas interferencias. Todo el mundo quiere tener un iPhone, todos quieren tener un iPad, todos quieren conectarse al mundo exterior. Y eso no siempre es bueno porque estamos perdiendo a nuestros niños».
DeCory ha estado en primera línea de la prevención del suicidio durante décadas, respondiendo a peticiones de ayuda de todos los rincones de su hermosa nación.
Fue ella quien contó a Truthout sus visitas a hombres jóvenes que pidieron ayuda y que después se quitaron la vida. «Me decían, ‘encuéntrame trabajo. Encuéntrame algo. Lo único que quiero es poder llevar algo a la mesa para nuestros hijos. He dejado de ser un guerrero'». «Hay pobreza en todos lados, pero estamos hablando de que aquí la tasa de desempleo es de un 82% o más».
«¿Por que tengo que ser un producto del trauma histórico?», preguntó una vez a DeCory un perspicaz joven de 17 años. «Eso les sucedió a mis abuelos. ¿Por qué yo? ¿Por qué tengo que vivir esto?», quiso saber. «‘Estoy tratando de avanzar’, me dijo, ‘sin embargo no dejo de escuchar lo que le hicieron a mi familia y eso me lleva a ser de esta manera'», refirió DeCory.
A pesar de todos estos problemas, subsiste la esperanza.
«Hay tanta vida en las caras de los chicos que están aquí», afirmó DeCory. «Ves a los niños queriendo vivir. Nuestros hijos tienen hambre. Tenemos que seguir alimentándolos con cosas buenas. Tenemos que darles agua de un buen pozo. El agua es vida».
Permanecer juntos es fundamental para DeCory.
«Todos somos responsables de la prosperidad de nuestra comunidad», señaló a Truthout DeCory, ella misma perteneciente a la nación lakota oglata. «La única manera de que podamos atajar el problema de los suicidios es uniéndonos como una familia. Tenemos que fortalecer nuestra ‘hochoka’. En nuestra lengua ‘hochoka’ es un círculo. Nuestra manera de vivir. Tenemos que fortalecer nuestro modo de vida. Independientemente de lo doloroso que pueda resultar».
Hopkins está de acuerdo. «No puedes sacar de la ecuación a un solo individuo y decir ‘vamos a arreglar a esta única persona’. Está claro que necesitas trabajar con esa persona pero tienes que fijarte también en su comunidad, en su familia y en su historia para llegar a la raíz del problema y encontrar una solución real», explicó.
«Somos fundamentalmente espíritu. Nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestras emociones: todos cambian, todos se desvanecen y al final mueren, pero nuestro espíritu permanece igual», añadió Hopkins. «A veces no tenemos eso en cuenta, lo olvidamos. A los niños y los adolescentes no tener ese tipo de base pienso que les perjudica. Si tienes esa base espiritual entonces no importa si estás solo en la lucha; ya hay algo sobre lo que puedes construir».
Hopkins, que es además escritora fundadora de LastRealIndians.com y columnista de Indian Country Today Media Network , confía en el espíritu y la fuerza de su nación.
«Nosotros tenemos nuestras propias maneras de cerrar las heridas», dijo. «La gente ha dado demasiado para salvar las ceremonias, la lengua y esas formas sagradas».
Hasta la aprobación de la Ley de Libertad Religiosa de los Indios Americanos en 1978, los pueblos originarios estadounidenses tenían prohibido celebrar sus ceremonias tradicionales.
«Nuestra espiritualidad es parte crucial de lo que somos», señaló Hopkins. «Es parte de nuestra identidad. Cuando la abrazas, te abrazas a ti mismo. Pienso que eso es sanador en y de por sí».
Los retos para esta identidad cultural y espiritual están literalmente grabados en piedra.
Este año se celebra el 90 aniversario del Monumento Conmemorativo Nacional Monte Rushmore . Este «santuario de la democracia» fue tallado en la cara de las que los lakota consideran sus sagradas montañas Black Hills. Al sacarlo de los libros de historia y traerlo al presente, el monumento, protegido por los tratados firmados con Estados Unidos, sirve de recordatorio constante de este trauma histórico conforme clava su mirada sobre las tierras de los lakota.
La ruptura de estos tratados privó a los lakota, los dakota y los nakota de la Gran Nación Sioux del derecho de soberanía sobre su territorio. Hopkins, que es dakota sisseton wahpeton y mdewakanton así como lakota hunkpapa, dice que el Gobierno estadounidense debe asumir la responsabilidad de la ruptura de estos tratados que, según Hopkins, son «parte de los motivos por los que se ha llegado a esta situación […] Y pienso que eso forma parte del necesario proceso de cerrar las heridas».
Desafortunadamente, por ahora, la historia no consuela a los afligidos.
Jason Coppola es escritor y el productor del documental de próxima aparición Operation: Manifest Destiny. Coppola ha trabajado de forma independiente en el Iraq ocupado y en las reservas indias Pine Ridge y Cheyenne River. Sus historias para Truthout y Al Jazeera English han sido premiadas por la Native American Journalism Association.
Fuente: http://www.truth-out.org/news/item/30375-suicide-on-the-great-sioux-nation