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El vergonzoso giro de Goldstone

Fuentes: Tlaxcala

Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll

«Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, el informe Goldstone habría sido un documento diferente.» Así es cómo abre en The Washington Post el discutido artículo del juez Richard Goldstone. Tengo la fuerte sensación de que quizá el editor haya cambiado el texto y que la frase original se leyera de la siguiente manera: «Si hubiera sabido que el informe me iba a convertir en un judío que se odia a sí mismo a los ojos de mi amado Israel y mi propia comunidad judía en Sudáfrica, el informe Goldstone ni se habría escrito.» Y si ésa no fue la frase original, es lo que subyace en el artículo de Goldstone.

Este vergonzoso giro no ocurrió esta semana. Llega tras más de año y medio de una campaña sostenida de intimidación y difamación contra el juez, una campaña cuya índole, en el pasado, ha destruido a gente poderosa, tal como el senador estadounidense William Fulbright a quien asesinaron políticamente por su intento valiente de revelar los negocios ilegales del AIPAC [Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel] con el Estado de Israel.

Ya en octubre de 2009, Goldstone declaró al CNN «tengo un gran amor por Israel» y «he trabajado a favor de muchas causas israelíes y sigo haciéndolo» (Vídeo: «http://www.cnn.com/video/#/video/world/2009/10/04/gps.richard.goldstone.cnn«, 4 de octubre de 2009).

Teniendo en cuenta que en el momento de hacer esta declaración de amor no disponía de nuevas pruebas, como alega ahora, uno podría preguntarse cómo no se debilitó este amor con lo que descubrió al redactar, junto con otros miembros de la comisión de la ONU, su informe original.

El Juez Richard Goldstone en la Franja de Gaza en junio de 2009

Hace exactamente un año, en abril de 2010, la campaña contra Goldstone empeoró, llegando a cotas más altas o más bien, más bajas. El presidente de la Federación Sionista de Sudáfrica, Avrom Krengel, intentó impedir que Goldstone participara en el bar mitzvah de su nieto en Johannesburgo porque «Goldstone causó daño irreparable al pueblo judío en general».

La Federación Sionista de Sudáfrica amenazó con montar un piquete a la entrada de la sinagoga durante la ceremonia. Pero fue la interferencia del rabino jefe de Sudáfrica, Warren Goldstein, quien reprendió a Goldstone por «hacer un gran daño al estado de Israel». En febrero pasado, Goldstone dijo que «Hamás perpetró crímenes de guerra, pero Israel no lo hizo» en una entrevista que no fue emitida, según un informe del 3 de abril de 2010 del sitio Internet Channel 2 de Israel. No fue suficiente: los israelíes exigían mucho más.

Los lectores pueden preguntarse «¿y qué? y «¿por qué no pudo Goldstone aguantar la presión?» Buenas preguntas, pero ¡ay! la sionización de las comunidades judías y la falsa identificación del judaísmo con el sionismo son todavía un impedimento poderoso que disuade a los judíos liberales de afrontar con audacia los crímenes de Israel.

De vez en cuando, muchos judíos liberales parecen liberarse y permitir que su conciencia, más que su miedo, les guíe. Sin embargo, muchos parecen incapaces de conservar sus inclinaciones más universalistas cuando se trata de Israel. El riesgo de que te definan como un «judío  que se odia a sí mismo», con todo lo que esto implica, constituye para ellos una perspectiva real y aterradora. Hay que estar en esta posición para entender el poder de este terror.

Hace sólo unas semanas, la inteligencia militar israelí anunció que había creado una unidad especial para controlar, confrontar y posiblemente perseguir a individuos y organismos sospechosos de «deslegitimizar» a Israel en el extranjero. Así las cosas, quizá los más pusilánimes piensan que enfrentarse a Israel no compensa.

Deberíamos haber reconocido que Goldstone se contaba entre ellos cuando afirmó de que, a pesar de su informe, sigue siendo sionista. Este adjetivo, «sionista», tiene mucho más sentido y carga de los que solemos atribuirle. No puedes reivindicar ser sionista si te opones al Estado apartheid de Israel. Puedes seguir siendo sionista si sólo recriminas al Estado por una política criminal específica y no ves la conexión entre la ideología y esa política. «Soy sionista» es una declaración de lealtad a una forma de pensar que no puede aceptar el informe Goldstone de 2009. O eres sionista o culpas a Israel de crímenes de guerra y contra la humanidad, si haces las dos cosas, explotarás más pronto que tarde.

Que este mea culpa no tiene nada que ver con nuevos hechos queda claro cuando uno examina la «evidencia» aportada por Goldstone para explicar su retractación. La verdad es que no hace falta ser el experto mundial en derecho internacional para saber que Israel perpetró crímenes de guerra en Gaza en 2009. Los informes de organismos tales como Breaking the Silence y los representantes de la ONU sobre el terreno lo certificaron, antes y después del informe Goldstone. No fueron las únicas pruebas.

Las fotografías e imágenes que vimos en nuestras pantallas y sobre el terreno sólo contaron una historia de la política criminal que pretendía matar, herir y mutilar como castigo colectivo. «Los palestinos van conseguir su holocausto,» prometió Matan Vilnai, viceministro de defensa de Israel, al pueblo de Gaza el 20 de febrero de 2008.

Goldstone sólo aporta una prueba nueva, la de un investigador militar israelí que afirma que uno de los casos sospechosos de crimen de guerra fue debido a un error por parte del ejército israelí, y que todavía se está investigando. Esto sí que es un as en la manga: la pretensión por parte del ejército israelí de que las matanzas masivas fueron un «error».

Desde la creación del Estado de Israel, las decenas de miles de palestinos muertos por Israel fueron o terroristas o asesinados por «error». ¿Eso significa que 29 de las 1.400 muertes fueron debidas a un error desafortunado? Sólo un compromiso ideológico podría basar la revisión del informe en una investigación interna del ejército israelí que se centra en uno solo de las docenas de ejemplos de matanzas y masacres. Así que no puede ser nueva evidencia lo que motivó a Goldstone a escribir este artículo. Es, más bien, su deseo de volver a la comodidad lo que impulsó este artículo raro y fallido.

Esto está claro también por la forma en que endurece su lenguaje contra Hamás en el artículo a la vez que suaviza sus palabras contra Israel, esperando de esta manera librarse de su furia justiciera. Pero está equivocado, muy equivocado. Pocas horas después de la publicación del artículo, el Ministro de Defensa Ehud Barak, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y por supuesto el Premio Nobel de la Paz Shimon Peres encomendaron a Goldstone un nuevo papel: se espera de él que vaya de campus en campus y de evento en evento al servicio del nuevo y pío Israel. Puede escoger no hacerlo, pero también puede que no le dejen asistir al bar mitzvah de su nieto como represalia.

Goldstone y sus colegas redactaron un informe muy detallado, pero fueron bastante comedidos en sus conclusiones. El retrato que se desprendía de las organizaciones de derechos humanos palestinas e israelíes era mucho más horrendo y descrito con un lenguaje mucho menos clínico y legalista, lo que a menudo no transmite la magnitud del horror. Fue en primer lugar la opinión pública occidental la que comprendió mejor que Goldstone las implicaciones de su informe. La legitimidad internacional de Israel ha sufrido otro golpe sin precedentes. Le chocó de verdad que éste fuera el resultado.

Hemos estado allí antes. A finales de los años 80 el historiador israelí Benny Morris escribió un escueto relato parecido sobre la limpieza étnica de Palestina de 1948. Los académicos palestinos Edward Said, Nur Masalha y Walid Khalidi fueron los que señalaron las implicaciones significativas para la identidad e imagen propia de Israel del material de archivo que desenterró.

También Morris se acobardó ante la presión y pidió ser readmitido a la tribu. Fue muy lejos con su mea culpa y resurgió como un racista extremista antiárabe y antimusulmán que sugería enjaular a los árabes y promovía la idea de otra limpieza étnica. Goldstone puede ir por este camino también; o al menos es lo que los israelíes esperan que haga.

Profesionalmente, tanto Morris como Goldstone intentaron retirarse a la posición que aseveraba, como hace Goldstone en el artículo de The Washington Post, que sólo se puede juzgar a Israel por sus intenciones y no por las consecuencias de sus acciones. Por consiguiente, sólo el ejército israelí, en ambos casos, puede saber cuáles eran dichas intenciones. Muy poca gente decente e inteligente aceptaría un análisis y una explicación tan extravagantes.

Goldstone no ha entrado todavía en la franja lunática del ultrasionismo, como hizo Morris. Pero si no tiene cuidado, el futuro promete ser un agradable viaje en compañía de los Morris, Alan Dershowitz (quien ya dijo que Goldstone es un «judío arrepentido») por las reuniones anuales de los rottweilers del AIPAC y las convenciones excéntricas de los sionistas cristianos. Descubriría pronto que una vez que te acobardas ante el sionismo, se espera de recorras todo el camino o que te encuentres en el mismo punto de partida.

Conquistar el amor de los sionistas a corto plazo es mucho menos importante que perder el respeto del mundo a largo plazo. Palestina debería elegir a sus amigos con cuidado: éstos no pueden ser pusilánimes ni pretender ser sionistas a la vez que defensores de la paz, la justicia y los derechos humanos en Palestina.

Fuente: http://electronicintifada.net/v2/article11895.shtml

rCR