El director adjunto del Comité de Exteriores del Consejo de la Federación de Rusia, Vladímir Dzhabárov, desmintió la aseveración del Presidente estadounidense Donald Trump acerca del supuesto triunfo de Estados Unidos sobre el Daesh (también llamado Estado Islámico o ISIS) en su guerra contra Occidente y alertó que tal desinformación es un engaño a la […]
El director adjunto del Comité de Exteriores del Consejo de la Federación de Rusia, Vladímir Dzhabárov, desmintió la aseveración del Presidente estadounidense Donald Trump acerca del supuesto triunfo de Estados Unidos sobre el Daesh (también llamado Estado Islámico o ISIS) en su guerra contra Occidente y alertó que tal desinformación es un engaño a la opinión pública que puede inducir a confusión acerca del papel que realmente ha estado jugando Estados Unidos en este conflicto.
Trump había asegurado el 12 de diciembre, en curso en la ceremonia de firma en la Casa Blanca de la Ley que autoriza el presupuesto para la defensa nacional para el año fiscal 2018 que «hemos ganado en Siria, hemos ganado en Irak; hemos tenido más éxitos contra el Estado Islámico en los últimos ocho meses que la pasada Administración durante todo su mandato», aseguró Trump.
Dzhabárov ha advertido que «este tipo declaraciones del primer mandatario estadounidense se apoya en la supuesta ignorancia e incompetencia de la gente, sobre todo de los jóvenes», destacó. «Me asombran las declaraciones de nuestros socios, que sobrellevaron la tormenta escondidos en sus bases y cuando la victoria finalmente se alcanzó y fue derrotado el Estado Islámico, han salido de sus escondites y empezado a felicitarse», añadió el funcionario ruso. Según Dzhabárov, las afirmaciones de Trump son típicas de Estados Unidos por la manipulación que hacen de los hechos históricos desde su propia perspectiva: » Washington caracteriza la Segunda Guerra Mundial como una victoria estadounidense sobre el fascismo de Hitler sin mencionar a Rusia».
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, realizó el lunes 10 de diciembre una visita a la base aérea siria de Jmeimim y desde allí ordenó la salida y regreso a su país de una parte considerable de las tropas rusas que, junto con las fuerzas armadas de Siria, han combatido en esa nación árabe al Daesh. Putin les felicitó por haber contribuido a la derrota del Estado Islámico y, por su parte, Bashar al Assad, como presidente sirio, agradeció a su homólogo ruso por la eficaz participación de Moscú en la lucha antiterrorista en su país. Según la agencia de noticias Russia Today, Putin elogió el coraje, el heroísmo y la profesionalidad de los militares de su país, a los que felicitó por su «deslumbrante victoria» sobre los yihadistas.
Recientemente la Administración Trump dio un giro completo en su posición mantenida hasta ahora de exigir la salida del jefe de Estado sirio, Bashar al Assad, como requisito previo indispensable para cualquier acuerdo de paz en ese país y en la región. Washington había mantenido esa exigencia desde el inicio del conflicto en ese país.
Ahora Trump ha aceptado que la retirada del actual presidente de Siria sea luego de las elecciones presidenciales de 2021, según informó la revista The New Yorker citando a funcionarios europeos y estadounidenses. La publicación afirmaba que el brusco cambio «refleja las opciones limitadas de la Administración de Trump, la realidad militar sobre el terreno y el éxito de los aliados de Siria, incluidos Rusia, Irán y Hezbolá, que apoyan al asediado régimen de Assad». De ahí que, teniendo en cuenta la realidad política y militar en Siria, los funcionarios estadounidenses hayan concluido que la transición del poder va a depender del diálogo y las urnas, no obstante lo cual, a Estados Unidos le preocupa seriamente la posibilidad de que Bashar al Assad gane las elecciones presidenciales de 2021 y continúe al frente del gobierno de Siria como lo hace desde el año 2000 en que sustituyó a su padre.
La intervención de Washington en Siria comenzó en 2014, sin la debida autorización del gobierno de al Assad. Desde el primer momento, Estados Unidos culpó al régimen de Bashar al Assad del agravamiento de la situación y demandó la salida inmediata del poder del actual presidente. En octubre de ese año, el secretario de Estado norteamericano aseguró en octubre de 2014 que «el reinado de la familia Assad llegará a su fin; solo queda por resolver el problema de cómo lograrlo».
Por su parte, el canciller ruso Serguéi Lavrov había afirmado en julio en una conferencia en Berlín que no se trata de que Moscú «apoye» al presidente de Siria Bashar al Assad, sino que está comprometido con las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas» que, en el caso de Siria, establecen claramente que el destino del país «solo puede ser decidido por el pueblo sirio».
«Moscú no quiere que se repita lo que ocurrió en Irak», subrayó en Berlín el ministro de exteriores ruso, porque «fue la injerencia en los asuntos internos de Bagdad lo que provocó el aumento del terrorismo en la región». Indicó además Lavrov que «la retirada del jefe del Estado sirio actual pudiera conllevar la posibilidad de que, dado lo difícil de la situación, «junto al líder se elimine también la nación».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.