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Siria

Es absurdo cuestionar los motivos de un dictador

Fuentes: Al Jazeera English

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Niño atendido en un hospital de campo tras el ataque químico contra Jan Sheijun, al norte de la provincia de Idlib (EPA)

Bashar al-Asad lleva asesinando a su propio pueblo más de seis años. Antes que él, su padre, Hafez, hizo lo mismo. Y en ninguna ocasión, en las décadas que la familia Asad lleva ostentando el poder en Siria, necesitaron de «justificación» alguna para sus crímenes contra la humanidad.

Así pues, un ataque con un agente nervioso, confirmado, sobre Jan Sheijun, uno de tantos ataques con armas químicas perpetrados por el régimen, no es nada extraordinario. Las personas y organizaciones a favor de la revolución siria que dicen que Asad ha perpetrado ataques químicos sobre Jan Sheijun no están convocando la III Guerra Mundial, sencillamente están nombrando al agresor, del mismo modo en que lo vienen haciendo desde hace más de seis años.

Desde ese mismo período de tiempo, más de seis años, Asad sabe bien que toda la comunidad internacional no está dispuesta a adoptar medidas concretas que den como resultado su destitución. Por eso es completamente ridículo incluso plantearse preguntas como: «¿Por qué iba a hacer esto el régimen?»; «¿Por qué el régimen utiliza armas químicas?»; «¿Por qué utilizaría el régimen armas químicas contra Jan Sheijun?»

Los dictadores matan porque pueden hacerlo. Utilizan armas químicas sencillamente porque es uno de los tipos de armas que tienen a su disposición. No es sorprendente que un régimen que ha arrojado innumerables bombas de barril sobre su propio pueblo e invitado a que ocupen su país utilice armas químicas, y es totalmente absurdo que los sirios que han tenido que combatir física e ideológicamente, al mismo tiempo, con Asad, Rusia, Irán, el ISIL y al-Qaida, sean constantemente convocados a combatir las narrativas de todos esos «despiertos negacionistas» cuando su mayor preocupación es sobrevivir de lo que el régimen y sus aliados tengan a bien lanzarles a continuación.

Jan Sheijun

Situada a unos 90 kilómetros de la frontera turca, la ciudad de Jan Sheijun se extiende junto a la carretera internacional Damasco-Alepo. Su consejo local civil está dirigido por Osama al-Sayadi. Ninguna de las facciones armadas mantiene presencia en la ciudad después de que Yund al-Aqsa intentara sin éxito capturarla a principios de año.

Desde que fue liberada de las fuerzas del régimen en junio de 2014, la ciudad ha estado sometida, y así continúa, a los ataques aéreos del régimen y de sus aliados, incluido un ataque que se produjo horas después de que Trump ordenara el ataque sobre la base aérea de Shayrat. La ciudad acoge también a miles de familias internamente desplazadas de las zonas de los alrededores, como el área rural de Hama.

Inicialmente, el régimen y Rusia proclamaron haber realizado un ataque aéreo contra unos «almacenes de armamento químico de los terroristas». Pero los periodistas en la zona, así como un reportero del Guardian, aportaron pruebas fotográficas y de video de que, en realidad, lo que el régimen y las fuentes de los medios rusos definían como instalaciones de almacenamiento de armas químicas eran realmente unos silos abandonados que el régimen había destruido en ataques aéreos de meses anteriores.

Rusia sostiene al régimen y Estados Unidos lo sabe

A finales de 2013, el Consejo de Seguridad de la ONU encargó a EEUU y Rusia que eliminaran el arsenal de armas químicas del régimen. Tras varios retrasos y vencimientos perdidos, a mediados de 2014 se declaró que el país se había deshecho de sus armas químicas. Apenas pocos meses después, la ONU manifestaba su preocupación de que el régimen de Asad no hubiera revelado todas sus instalaciones de armas químicas.

Pero hay más, el régimen y Rusia han continuado utilizando gas de cloro para bombardear civiles y personas internamente desplazadas, así como napalm, bombas de fósforo blanco (o incendiarias), bombas de racimo, misiles antiaéreos y bombas de vacío, entre otros. Rusia incluso llegó a jactarse de las armas que ha probado sobre los civiles sirios.

Teniendo todo esto en cuenta, la declaración de EEUU de que su ataque sobre la base aérea de Shayrat fue una respuesta directa a la utilización de armas químicas resulta, cuando menos, muy desconcertante. Y más desconcertante aún es el hecho de que EEUU admitiera que le había notificado a Rusia, un aliado del régimen, que se iba a producir el referido ataque aéreo.

Pero quizá lo más sorprendente de todo es que incluso teniendo en cuenta estos hechos acerca del papel de Rusia como sostenedor del régimen, todos esos autoproclamados analistas y expertos insistan aún en hacer circular la línea oficial del régimen: que habían sido los sirios, la oposición, quienes habían orquestado el ataque de Jan Sheijun, con la ayuda de al-Qaida, para incitar una respuesta de EEUU.

Solidaridad selectiva

Cuando el ejército israelí bombardea Gaza, tanto los activistas árabes como occidentales propalestinos lo tienen en cuenta, y con toda justicia. Después del grave ataque de Israel contra Gaza en 2014 (Operación Marco Protector), las mismas personas que ahora cuestionan que el régimen de Asad haya sido el responsable del ataque con gas sarín sobre Jan Sheijun estaban en aquel momento organizando protestas y pidiendo que se castigara a Israel.

Asad, con la ayuda de Rusia e Irán, le ha estado haciendo lo mismo, y aún peor, a su propio pueblo. Así pues, ¿cómo es que esos activistas no están expresando indignación alguna contra el régimen de Asad en vez de decantarse por su defensa? No se les ocurre cuestionar el hecho de que Israel esté utilizando armamento prohibido internacionalmente contra los civiles con «todo su abrumador dominio».

Rusia e Irán llevan años ya en Siria, ambos como ocupantes y ambos perpetrando crímenes contra la humanidad. Sin embargo, sólo cuando EEUU o Israel atacan una nación árabe es cuando los grupos antibelicistas se despiertan para protestar, publicar declaraciones sobre la soberanía de Siria y manifestarse levantando fotos del dictador sirio Bashar al-Asad. Y cuando los sirios contrarios a Asad, los que viven en Occidente como refugiados, cuentan sus experiencias, o son reducidos al silencio o acusados de apoyar el terrorismo.

Esta clase de solidaridad selectiva malgasta el tiempo y la energía de los periodistas y los activistas sirios de la sociedad civil, a quienes continuamente se pone a la defensiva. Esta deshumanización del pueblo sirio llevada a cabo por los mismos activistas que dicen defender los derechos humanos es incomprensible. Y envía un claro mensaje: que nunca se les va a convencer de la brutalidad del régimen, ni aunque la contemplen con sus propios ojos.

Malak Chabkoun es una investigadora y escritora independiente especializada en cuestiones relativas a Oriente Medio. Vive en EEUU.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/04/assad-chemical-attack-rebels-170420094244949.html

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.