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A propósito del proyecto 'Exigimos un referéndum'

¿Es esto una broma?

Fuentes: Rebelión

Apetece, tras comprobar lo que motiva a «cierta intelectualidad» de este país; coger las maletas y echar raíces en alguna isla desierta. Ahora me explicaré, pero antes, decir que estoy hablando de este proyecto: Exigimos un referéndum Y que esta es su comisión promotora «proreferéndum» Marina Subirats. Catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de […]

Apetece, tras comprobar lo que motiva a «cierta intelectualidad» de este país; coger las maletas y echar raíces en alguna isla desierta.

Ahora me explicaré, pero antes, decir que estoy hablando de este proyecto: Exigimos un referéndum

Y que esta es su comisión promotora «proreferéndum»

Marina Subirats. Catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Carlos Berzosa. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid.

Almudena Grandes. Escritora.

Federico Mayor Zaragoza. Presidente de la Fundación para una Cultura de Paz. Ex Director General de la UNESCO.

Ramiro Pinilla. Escritor.

Carlos Jiménez Villarejo. Jurista. Ex Fiscal anticorrupción.

José Antonio Martín Pallín. Magistrado Emérito del Tribunal Supremo.

Victoria Camps. Filósofa y Catedrática de Universidad.

Antonio Martín Artiles. Catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Vicenç Navarro. Sociólogo y politólogo. Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra.

Julio Aróstegui. Historiador.

Rosa Torres Pardo. Pianista.

Fanny Rubio. Escritora y Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid.

Ángel Bahamonde. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III.

Rosa María Capel. Historiadora.

Máximo Pradera. Periodista

Rosa María Artal. Periodista

Debo decir que como no acabo de caerme de un guindo, no esperaba más de «algo», que tiene que ver con el sello de una cumbre social que parte de las direcciones de UGT y CC.OO. Ni espero más de alguno de sus promotores. Pero sí me entristece ver ahí a ciertas personas que, atendiendo a su discurso habitual, parece que no son realmente conscientes de lo que ellos mismos suelen analizar y exponer.

Ya digo que aunque sé de qué tipo de personas parte la iniciativa, no he podido no quedarme ojiplático al leer afirmaciones como esta: «Nos dirigimos a usted en nombre de la ciudadanía» o esta: «No cuestionamos la legitimidad de su gobierno», y esta: «reclamamos que se celebre una consulta popular vinculante» y esta otra: «ya que pueden limitar drásticamente el ejercicio de derechos civiles garantizados por la Constitución de 1978″.

Una de dos: o no han prestado atención a lo que escribían o firmaban, o se pasan la consecuencia por el forro, o simplemente quieren desviar la atención sobre el verdadero problema, «legitimando», ahora sí, un sistema tan totalitario* como vergonzoso.

Mirad, estimados promotores: os voy a enmendar en algo que parece no dan las titulaciones y los cargos: rigurosidad.

1º Nadie puede hablar en nombre de la ciudadanía sin habernos pedido permiso a tod@s, y que este os sea concedido.

2º El término legitimidad es mucho más amplio que el de legalidad, y es un error de bulto no utilizar el más aproximado. Sabiendo que sois personas preparadas, doy por hecho, por tanto, que existe intencionalidad. Pero por si me equivoco, este gobierno no tiene legitimidad en cuanto a que ninguno de los menores de 53 años hemos podido votar el texto de la Constitución, y somos casi el 75% de la población total. Y nadie (excepto unos privilegiados) decidir ese texto, ni las leyes que dan forma al modelo electoral y de participación. Seguramente podríamos hablar también de las especiales circunstancias que condicionaron hacia el voto positivo de aquella barbaridad del 78, pero como precisamente se trata de evitar conjeturas habiendo tantas realidades a las que atender, mejor dar aquella consulta por válida.

3º Habláis de referéndum vinculante cuando la propia Constitución no recoge esa posibilidad excepto en los casos expresamente indicados: su propia reforma (artículos 167 y 168), y aprobación de los estatutos de autonomía elaborados según el artículo 151.2. Relegando ese «derecho» del que habláis a una mera consulta sin mayor efecto para todo lo demás, y cuya convocatoria, por si no existieran suficientes restricciones, es potestad única del Rey a propuesta del presidente del gobierno previa aprobación en consejo de ministros.

4º En ningún caso se ha vulnerado o limitado lo garantizado por la Constitución del 78 por no convocar a referéndum. No convocar es absolutamente legal, y vosotr@s lo sabéis. Esto es lo triste, que la Constitución no garantiza nada, aunque parezca hacerlo con un lenguaje torticero.

Por más que lo intento, porque me duele; solo consigo concluir dos posibilidades. Una es que pese a vuestra presunta capacitación, no sois más que personas muy limitadas o poco cautas. La otra es que tengáis otros propósitos, como por ejemplo, el de desviar la atención del verdadero problema; que no es otro que el de la casi completa ausencia de derechos civiles en este país.

Apropiándome del enunciado de Sabino Cuadra; «los siete padres y ninguna madre de la actual Constitución», dejaron bien atado un sistema en el que el pueblo es considerado un sujeto inferior, sin capacidad de decisión, y sometido a los designios de una casta que ha tomado para sí todo el poder. Desde el menosprecio más absoluto, se nos considera por parte de unos sinvergüenzas, incapaces para decidir sobre aquello que deberemos soportar cuando así lo aprueben las «altas instancias». Pero esto no es obstáculo para que sí nos consideren aptos a la hora de elegir a nuestros amos. Legitimando así su estatus, su reino, su cortijo.

Me duele todavía más comprobar que, siendo capaces de uniros para trabajar en una propuesta común, esa no sea exigir la completa evolución de estos derechos básicos que nos han sido negados subrepticiamente desde el poder constituido. Puede que esta postura tenga algo que ver con que vosotr@s compartís el criterio aristocrático de aquellos que creen que son mejores que los demás, siempre, claro está, sin someterse al juicio ajeno y por pura egolatría.

Yo no moveré jamás un dedo por una condescendencia. Si me implico en algo, no será para conformarme con la «chuche» que papá va a comprarme si me callo después de haberme apalizado. Ese parche anacrónico, clasista, y a destiempo que pedís, aún siendo hipotéticamente aceptado, no deja de mantenernos en la misma situación. ¿Y a la próxima qué? ¿Otra vez tendrán que abrirnos la cabeza? ¿Otra vez deberemos llegar a tocar el fondo del abismo para que nos «consulten»? ¿Otra vez tendrá que suicidarse gente ante la ausencia de alternativas para tener una vida digna? ¿Otra vez tendrá que unirse después de todo lo que nos ocurra un grupo de «intelectuales» cuando la situación haya superado el grado de insostenible, para pedir migajas?

Una decepción tras otra. Pero está bien que la gente sepa quiénes sois, y quizá que lo sepáis vosotr@s mism@s.

Enmendad este error, y uníos a algo justo. Algunos no queremos «señores» ni magnánimos ni crueles. Simplemente no queremos Señores. Entended de una vez, si queréis, que parte de esta sociedad ya ha despertado, y que cada vez que abrís la boca para «actuar» (cosa que no soléis hacer, pues solo opináis y ahí sí sois buenos) os retratáis con mayor claridad.

Si de verdad queréis hacer algo digno, uníos a una exigencia seria. No somos súbditos, debemos ser los soberanos a todos los efectos, para acertar y para equivocarnos. Algunos queremos, sabiendo que tenemos todas las obligaciones, también todos los derechos que nos son negados por la dictadura de los partidos. Puede que no logremos el objetivo, pero sí podemos destapar las vergüenzas de un sistema despótico ante la opinión pública, y con ello avanzar, dando un nuevo paso hacia un modelo justo.

Propuesta: Por una democracia participativa y los derechos civiles

Evento en facebook: http://www.facebook.com/events/455957784443159/

*La democracia representativa no es democracia, especialmente en alguna condiciones, como las existentes en el Estado español. España es un Estado totalitario, pues aunque existen diferentes siglas políticas, en realidad aquellas con posibilidad de gobierno atienden a los mismos fines, y controlan todo el espectro comunicativo y de difusión, además del sistema educativo. Esto les permite condicionar a una parte suficiente de la población, y esta, legitima el sistema: su sistema. La apariencia de pluralidad es solo eso: apariencia.

Paco Bello Iniciativa Debate

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.