“Un grave crimen sin justificaciones ni atenuantes”, pero a la vez un conflicto que solo puede entenderse por la política expansiva de la OTAN. Este el punto de partida del análisis que ofrece el pensador y activista Noam Chomsky en ‘Por qué Ucrania’, un libro clave para entender la complejidad de una guerra que está marcando una época. Esta entrevista es un fragmento del libro.
El pensador, lingüista, escritor, filósofo y activista Noam Chomsky es una de las voces más lúcidas para comprender el mundo actual. A través de diversas conversaciones, el libro Por qué Ucrania ofrece una panorámica sobre su pensamiento y su forma de entender la guerra entre Estados Unidos y Rusia que tiene lugar en Ucrania. Os ofrecemos un fragmento del libro, que puedes llevarte de regalo si te suscribes este mes a El Salto.
Acompañan las entrevistas unos textos del politólogo Pablo Bustinduy, cuyo foco analítico se centra en el papel de Europa ante la guerra ruso-ucraniana y en la necesidad de la UE de encontrar su lugar dentro del nuevo orden internacional del siglo XXI.
A lo largo de ocho entrevistas que citan documentos confidenciales y explican las dinámicas más complejas de las relaciones entre Rusia, Estados Unidos, la Alianza Atlántica, la UE y China, Chomsky ofrece al lector lo que los medios de comunicación raramente logran proporcionar: la posibilidad de comprender las razones más profundas del conflicto y lo que en ello está en juego, reflexionando a la vez sobre las consecuencias y las reacciones a nivel económico, político y militar en el resto del mundo.
En este libro, Noam Chomsky expone las causas de la invasión de Ucrania iniciada por Rusia en febrero de 2022, partiendo de dos premisas fundamentales: por un lado, estamos ante “un grave crimen de guerra por el que hay que buscar explicaciones, pero que no tiene ni justificaciones ni atenuantes”; por el otro, estamos asistiendo a un movimiento expansivo de la OTAN hacia el este, que merece ser destacado y analizado.
La invasión rusa es una violación evidente del artículo 2, párrafo 4, de la
Carta de las Naciones Unidas, que prohíbe la amenaza o el uso de la fuerza
contra la integridad de otro Estado. No obstante, Putin ha intentado presentar
justificaciones jurídicas a la invasión en el discurso del 24 de febrero. Rusia
cita Kosovo, Irak, Libia y Siria como pruebas de las repetidas violaciones del
derecho internacional por parte de Estados Unidos y de sus aliados. ¿Puede comentar las alegaciones de Putin a la invasión y
explicarnos en qué estado se encuentra el derecho internacional en tiempos de
posguerra fría?
No hay nada que decir sobre el intento de Putin de buscar una justificación
jurídica a su agresión: su valor es igual a cero. Sí, es cierto que Estados
Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero esto
no sirve de atenuante a los crímenes de Putin. Sin embargo, es innegable que lo
de Kosovo, Irak y Libia ha tenido repercusiones directas en el conflicto de
Ucrania.
La invasión de Irak ha sido un caso de manual, muestra de los crímenes por los que los nazis fueron colgados en Núremberg: una pura y simple agresión no provocada. Además de un puñetazo en la cara a Rusia.
Es cierto que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero esto no sirve de atenuante a los crímenes de Putin
En el caso de Kosovo, la agresión de la OTAN —o sea, de Estados Unidos— se catalogó como “ilegal pero justificada”. La definió así, por ejemplo, la Comisión Internacional Independiente para Kosovo, presidida por Richard Goldstone, porque el bombardeo se llevó a cabo para frenar las atrocidades que se producían en la región. Para poder redactar aquella sentencia fue necesario cambiar el curso de los acontecimientos: hay evidencias aplastantes de que la ola de violencia fue la consecuencia —previsible, prevista, anticipada— de la invasión. Además, había vías diplomáticas que se podrían haber seguido, pero que se ignoraron (como siempre) para seguir el camino de la fuerza.
Funcionarios estadounidenses de alto rango confirman que fue, sobre todo, el bombardeo de Serbia, aliada de Rusia —a la que ni siquiera se puso sobre aviso—, lo que hizo cambiar de idea a los rusos, que estaban dispuestos a colaborar con Estados Unidos para construir una nueva estructura de seguridad europea tras la Guerra Fría; un cambio de parecer que se aceleró con la invasión de Irak y el bombardeo de Libia toda vez que Rusia había aceptado no vetar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que la OTAN violó inmediatamente.
Todo lo que se hace tiene consecuencias, por mucho que los hechos puedan ser ocultados bajo los intereses de la doctrina dominante.
El derecho internacional no ha cambiado después de la Guerra Fría, ni siquiera de palabra, por no hablar ya de los hechos
El derecho internacional no ha cambiado después de la Guerra Fría, ni siquiera de palabra, por no hablar ya de los hechos. El presidente Clinton aclaró a su tiempo que Estados Unidos no tenía intención de respetarlo. La doctrina Clinton preveía que Estados Unidos se reservara el derecho de actuar “unilateralmente si era necesario”, e incluso el de recurrir “al uso unilateral del poder militar” para defender intereses vitales como “garantizar el acceso ilimitado al mercado, a las fuentes de energía y a los recursos estratégicos”. Y el mismo camino siguieron sus sucesores, y cualquiera que pueda violar la ley impunemente.
No quiero decir que el derecho internacional carezca de valor. Ofrece margen de aplicabilidad y, en cierto sentido, es un modelo útil.
La intención de la invasión rusa parece ser derrocar el Gobierno de
Zelenski y colocar uno prorruso. En todo caso, vayan como vayan las cosas,
Ucrania se enfrenta a un futuro descorazonador porque parece que se va a
convertir en un peón en los juegos geoestratégicos de Washington. ¿Cuán
probable es que las sanciones económicas lleven a Rusia a cambiar de posición
respecto a Ucrania, o las sanciones tienen un objetivo más amplio, como
debilitar el poder de Putin en Rusia y sus relaciones con países como Cuba,
Venezuela o China?
Es posible que Ucrania no haya hecho la elección más
inteligente, pero quizá tampoco tenía muchas opciones delante de los Estados
imperialistas. Sospecho que las sanciones harán que Rusia dependa todavía más
de China. Salvo cambio drástico, Rusia es un petroestado cleptocrático y se
basa en un recurso energético cuya utilización debe reducirse drásticamente; si
no, estaremos acabados. No está claro que su sistema financiero pueda resistir
un ataque consistente, sea a través de sanciones o de otras medidas. Una razón
más para ofrecer, aunque sea a disgusto, una vía de escape.
Estamos en un momento crítico de la historia de la humanidad. No podemos negarlo, no podemos ignorarlo
¿Piensa que la invasión ha inaugurado una nueva era en la conflictividad
entre Rusia (quizá aliada con China) y Occidente?
Es quizá pronto para decir dónde se recogerán las
cenizas, y esto podría no ser una metáfora. De momento, China juega bien sus
cartas y es probable que lleve adelante el proyecto de integración económica de
buena parte del mundo en su programa de expansión global. Hace unas semanas
incorporó a las iniciativas de la Nueva Ruta de la Seda a Argentina, mientras
asiste a cómo se destruyen entre ellos los enemigos.
Como he dicho antes, esta confrontación es una condena a muerte para la humanidad, nadie saldrá ganador. Estamos en un momento crítico de la historia de la humanidad. No podemos negarlo, no podemos ignorarlo.