La política estadunidense sobre las armas es como el chiste bobo: «¿Quieres paz?», se pregunta y al responder afirmativamente, uno hace una pistola con la mano, apunta a la víctima y responde «bueno, pues ¡pas, pas, pas!» O sea, la línea oficial siempre es que el objetivo de todo es la paz, pero en los […]
La política estadunidense sobre las armas es como el chiste bobo: «¿Quieres paz?», se pregunta y al responder afirmativamente, uno hace una pistola con la mano, apunta a la víctima y responde «bueno, pues ¡pas, pas, pas!» O sea, la línea oficial siempre es que el objetivo de todo es la paz, pero en los hechos se traduce en guerra y armas. Así, no sorprende que una vez más Estados Unidos mantuviera su primer lugar como principal proveedor de armas al mundo.
Estados Unidos obtuvo 33.5 por ciento de los contratos de ventas de arsenales a nivel mundial -con valor de 12.4 mil millones de dólares- en 2004. El total de ese comercio en el mundo en 2004 ascendió a su punto más alto desde 2000, al llegar a 37 mil millones (mucho más que los 28 mil 500 millones en 2003), según el nuevo informe anual del Servicio de Investigación Legislativa de la Biblioteca del Congreso sobre la transferencia de armas convencionales, entregado al Congreso esta semana.
El segundo lugar de proveedores de armas fue ocupado por Rusia, seguida por Gran Bretaña, Israel y Francia en ese orden.
Los contratos para armas convencionales estadunidenses destinadas a naciones en vías de desarrollo representaron 6.9 mil millones en 2004, 31.6 por ciento del total mundial en este rubro, con India, Egipto, Arabia Saudita y China a la cabeza de la lista de clientes. Así, el mundo en desarrollo continúa como el mercado principal para los vendedores de armas convencionales, según los expertos que presentaron el informe. El total de ventas de armas al mundo en desarrollo fue de 21.8 mil millones en 2004 (58.9 por ciento de todos los acuerdos de venta de armas convencionales en el mundo el año pasado), incremento sustancial respecto de 2003, cuando fue de poco más de 15 mil millones.
El gobierno estadunidense insiste en que su traslado de armas a otros países se realiza con gran cuidado y sólo después de una evaluación sobre su posible impacto. Hoy Sean McCormack, vocero del Departamento de Estado, enfatizó este punto: «Nosotros, Estados Unidos, tratamos nuestras transferencias de armas como un asunto muy serio de seguridad nacional y de política exterior. Hay una serie de regulaciones y leyes muy rigurosas que gobiernan el traslado de armamento, y cada operación es evaluada en torno a su impacto sobre la estabilidad regional, nuestros compromisos internacionales y otros intereses importantes de política exterior, incluso los derechos humanos».
Pero otros dudan de estas afirmaciones, que se han reiterado durante años. «Estados Unidos traslada más armas y servicios militares que cualquier otro país», señala una investigación elaborada hace unos meses por Bill Hartung y Frida Berrigan, del World Policy Institute. Entre 1992 y 2003 vendió 177.5 mil millones de dólares en armas a otros países, señala el informe, pero más preocupante es que casi la mitad de estos arsenales se enviaron a países que padecen conflictos abiertos y/o están gobernados por regímenes no democráticos que cometen graves abusos de derechos humanos.
Hartung y su equipo determinaron que en 2003, Estados Unidos trasladó armas a 18 de las 25 zonas de conflictos abiertos en el mundo, y que en la última década trasladó unos 8.7 mil millones a esas zonas de guerra.
Según el informe Armas estadunidenses en la guerra 2005, de los 25 clientes principales de Estados Unidos en el tercer mundo hace dos años, 20 fueron designados por el propio Departamento de Estado como regímenes antidemocráticos o gobiernos con historiales de serias violaciones a los derechos humanos.
Mientras tanto, los empresarios de las llamadas «industrias de defensa» están lucrando con el auge de sangre. Según una nueva investigación de United for a Fair Economy y el Institute for Policy Studies, la compensación para los altos ejecutivos de estas industrias se ha elevado sustancialmente como resultado de este comercio y, por supuesto, gracias a la guerra en Irak. En las empresas que tienen contratos de defensa o negocios que se relacionan con ventas militares cuya información es pública, los pagos promedios a sus ejecutivos en jefe se han elevado 200 por ciento entre 2001 y 2004, comparado con un incremento de 7 por ciento del resto de los altos ejecutivos estadunidenses.