Recomiendo:
0

Estrategia imperial y antagonismo en América Latina: nuevos procesos, viejas recetas

Fuentes: Rebelión

La medidas de endurecimiento del bloqueo económico a Cuba adoptadas por la Administración Bush el pasado 6 de mayo, constituyen un nuevo hito en la política sistemática de agresión desarrollada por el gobierno estadounidense hacia el pueblo cubano en los últimos 45 años. El denominado «Informe de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre» […]

La medidas de endurecimiento del bloqueo económico a Cuba adoptadas por la Administración Bush el pasado 6 de mayo, constituyen un nuevo hito en la política sistemática de agresión desarrollada por el gobierno estadounidense hacia el pueblo cubano en los últimos 45 años. El denominado «Informe de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre» -que contempla diversas medidas, desde una mayor restricción de los viajes y envíos de paquetes y dinero a Cuba, al endurecimiento de la aplicación de la ley Helms-Burton- se suma así a los múltiples actos hostiles fomentados por los sucesivos gobiernos estadounidenses tras el triunfo de la revolución.

El análisis de estas medidas, sin embargo, no puede reducirse a una mera constatación de la tradicional política de Estados Unidos hacia Cuba, o a la apelación de factores internos que, por otra parte, sin duda han influido esta decisión (tales como la movilización del voto del exilio cubano ante los próximas comicios presidenciales, en una situación de clara incertidumbre sobre la reelección de la actual Administración republicana). En cambio, deben interpretarse en el marco de los procesos sociales y políticos que se están desarrollando en los últimos años en América Latina, como expresión del antagonismo hacia la consolidación de la estrategia imperial en el hemisferio.

Un antagonismo que se materializa, en primer lugar, como rechazo a las desastrosas consecuencias sociales que, para la zona, ha supuesto la aplicación de las políticas ultraliberales diseñadas por las instituciones financieras internacionales durante las dos últimas décadas. Pero que también articula, asimismo, una dimensión constituyente, en la medida que busca construir -desde la diversidad de actores y estrategias- opciones sociales alternativas al modelo de sociedad excluyente fomentado por el pensamiento único.

En este sentido, a lo largo del año 2003 se han sucedido una serie de hechos que ponen de manifiesto este antagonismo, así como su carácter diverso: desde la insurrección del pueblo boliviano, que provocó el derrocamiento de uno de los mejores aliados de Estados Unidos en la zona, a la relativa oposición de algunos gobiernos, como los de Brasil, Argentina o Venezuela, a las estrategias de neocolonización económica potenciadas desde Washington (y que ha tenido efectos relevantes, tales como el retraso en la consolidación del ALCA o el fracaso de la cumbre de la OMC de Cancún).

La reacción de la Administración estadounidense ante estos procesos, si bien en algunos casos ha buscado una reacomodación -aceptando, por ejemplo, implantar un ALCA «flexible»- en otros no ha dudado en recurrir a las viejas recetas largamente padecidas en el continente latinoamericano. El apoyo directo al terrorismo paramilitar implantado por Uribe en Colombia y los sucesivos intentos de desestabilización del gobierno de Chávez, incluido un golpe de estado fracasado ante la movilización de las clases subalternas en apoyo del presidente venezolano, constituyen las expresiones más relevantes de este rectario.

En esta línea, las medidas adoptadas recientemente contra Cuba han de entenderse en el marco de una estrategia que -más allá de su carácter antiguo o novedoso- tiene como objetivo en última instancia ahogar cualquier expresión de antagonismo en el hemisferio. Desde esta perspectiva, el rechazo al bloqueo contra Cuba y la solidaridad con las luchas populares que en América Latina se oponen al imperio deben seguir formando parte constitutiva, hoy como siempre, de nuestra identidad como movimiento.

Esta rápida vista a la situación que en Latinoamérica se vive, los conflictos que emergen, los que perduran y los que se disimulan, pero, las vidas de las gentes suelen eclosionar cuando los poderosos ni los analistas lo calcularon, ni cuando se les echa en falta ni cuando se les ansia tanto. Las gentes latinoamericanas salen, enfrentan, resisten… y desde un tiempo señalado en aquellas latitudes, hay latidos comunes que suelen superar no sólo límites geográficos sino también las otras fronteras, las que separan y enfrentan; así el Ché sigue siendo inalterable convocante en todas y cada una de las rebeldías y puebladas; otro de las pulsaciones comunes, y con todas las críticas necesarias y requeridas, es el sentimiento de pertenencia a una y de una isla levantisca. Porque a pesar que se empeñen en desterrar de la memoria el mapa escrito en los penares y en las esperanzas, Cuba significó la posibilidad que en tierra latinoamericana sus gentes sean los dueños de sus vidas. Por todo ello, la vuelta de tuerca de la administración USA contra Cuba, y el mutismo indigno de la Unión Europea, merecen -como mínimo- la repulsa y la condena al bloqueo económico y el aislamiento político, y como mínimo también, el abrazo comprometido y fraterno a las cubanas y los cubanos.