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Ética para salvar vidas

Fuentes: IPS

Afectividad, cuidado, cooperación y responsabilidad son los cuatro principios centrales de una «ética salvadora» que la humanidad debe adoptar con urgencia para evitar su propia extinción, sostuvo el teólogo brasileño Leonardo Boff. Afectividad y sensibilidad son «la esencia, la dimensión cero del ser humano», señaló Boff este jueves, en un panel sobre «Ética, biodiversidad y […]

Afectividad, cuidado, cooperación y responsabilidad son los cuatro principios centrales de una «ética salvadora» que la humanidad debe adoptar con urgencia para evitar su propia extinción, sostuvo el teólogo brasileño Leonardo Boff.

Afectividad y sensibilidad son «la esencia, la dimensión cero del ser humano», señaló Boff este jueves, en un panel sobre «Ética, biodiversidad y sustentabilidad» del Foro Global de la Sociedad Civil que acompaña la octava Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica en Curitiba, Brasil.

No es la razón, sino el sentimiento lo que establece el primer contacto con la realidad, y la «gran crisis actual no es económica, política o religiosa y sí una crisis de afectividad, de la capacidad de sentirse vinculado al otro», explicó Boff.

El «cuidado con todo lo que vive» es indispensable, incluso para que el ser humano no muera en sus primeras horas, y «condiciona todo el futuro, incluso la inteligencia».

De lo contrario, la humanidad será «víctima de sí misma», advirtió Boff, una de las principales figuras de la Teología de la Liberación, corriente izquierdista de la Iglesia Católica que tuvo su apogeo en los años 70 y 80.

La cooperación –«ley suprema del universo» según la ciencia, a excepción de la teoría de Darwin, de acuerdo con la cual las disputas impulsan la evolución de las especies–, y la responsabilidad, «el darse cuenta de las consecuencias de nuestros actos», completan los principios, acotó.

«El mundo no está hecho de objetos sino de relaciones» agregó. «La cooperación permitió el ‘salto’ del animal a la humanidad. Sin ella nos deshumanizamos. Es lo que ocurre en el capitalismo», sostuvo el teólogo, en una charla didáctica para cerca de tres centenares de activistas, la mayoría campesinos.

Es el principio de la responsabilidad lo que respalda la crítica a los productos transgénicos, la necesidad de precaución ante las consecuencias desconocidas, la posibilidad de que la modificación genética de un alimento pueda romper el equilibrio entre los «miles de millones de bacterias» y moléculas que componen un ser humano, añadió.

Boff, que dejó el sacerdocio después de sufrir varias sanciones y restricciones del Vaticano a sus ideas teológicas en las dos últimas décadas, profundizó en varios libros sus preocupaciones ambientales.

El teólogo pronunciará varias charlas como invitado en paneles durante la conferencia de las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que comenzó el lunes y concluirá el 31 de marzo.

La expresión «desarrollo sustentable» es «un engaño para vaciar el discurso ecológico», al juntar de forma ambigua dos conceptos opuestos, dijo al iniciar su conferencia ante los participantes del Foro Global.

Desarrollo «proviene de la economía capitalista», que supone cada vez más producción, consumo y riqueza en la ilusión de «recursos infinitos», y la sustentabilidad se vincula con la biología, con «equilibrio dinámico de seres interrelacionados», dijo.

Para universalizar el consumo de los países desarrollados serían necesarios otros dos planetas Tierra, explicó.

Por ese camino ya se concluyó en otra conferencia mundial hace cuatro años que entre 2030 y 2035 la Tierra dejará de ser sustentable y sufrirá grandes catástrofes, según Boff. «Nos hemos convertido en el Satán de la Tierra. O cambiamos o morimos», sentenció.

El mismo cuadro amenazador trazó Louise Vandelac, directora del Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad de Québec, en Canadá, hablando de la biotecnología. En su evaluación, más que la biodiversidad, es «la seguridad biológica del mundo que está amenazada por el canibalismo del mercado».

Ya empezó una segunda generación de transgénicos, destinada a la producción de animales genéticamente modificados, destacó.

Las investigaciones actuales son distintas de las que se desarrollaron en los últimos 25 años, pues en los últimos meses la literatura científica expone más de 200 pruebas con puercos, conejos, vacunos y peces. Pronto podría surgir, en Canadá, el primer salmón transgénico, reveló.

Se trata, por ahora, de una tecnología muy concentrada. Noventa y seis por ciento de la producción transgénica comercial se concentra en cuatro países (Estados Unidos, Argentina, Brasil y Canadá), 95 por ciento en cuatro productos (soja, algodón, maíz y colza).

La soja Roundup Ready (RR), desarrollada por la corporación Monsanto, ocupa 75 por ciento del área sembrada con transgénicos en el mundo.

El gran interés de la industria biotecnológica en producir variedades resistentes a pesticidas se debe a que desarrollar un nuevo pesticida cuesta 10 veces más, señaló la científica.

La soja RR, al ser resistente al herbicida glifosato, también fabricado por Monsanto, le aseguró una sobrevida a ese agrotóxico. Su aplicación en los cultivos transgénicos bajó en los primeros años, pero ahora crece cuatro por ciento al año.

Estudios apuntan una reducción de 70 por ciento en la población de sapos en las áreas cultivadas con soja transgénica. Una hipótesis es que el herbicida esté alterando el sistema hormonal de esos animales, afectando su reproducción, explicó Vandelac.

Pero «nuevas esperanzas» surgen, pues la humanidad advierte las amenazas y trata de adoptar reglas claras que pongan límites a las ambiciones privadas, con los movimientos sociales uniendo a ambientalistas, sindicalistas, feministas y otros activistas en defensa de la seguridad biológica, concluyó.

La diputada argentina Marta Maffei llamó a combatir la «dominación cultural», a la que consideró madre de todas las dominaciones. En su opinión, los políticos toman decisiones «sin conocer nada de cuestiones ambientales», cayendo en la dependencia de técnicos que son contratados por empresas nada interesadas en conservar la biodiversidad.

Es necesaria la movilización social para romper ese «circulo vicioso de la dominación ambiental», dijo. http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36965