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Crónicas desde Palestina

Gaza otra vez

Fuentes: Rebelión

 Si existe un territorio en donde los contrastes son indescriptibles es la Franja de Gaza. Desde que conseguimos entrar hemos vivido las historias mas tristes, visto los panoramas mas desoladores, escuchado informaciones desesperanzadoras, pero sorprendentemente es de aquí de donde me llevo el mejor recuerdo y el mensaje mas optimista. Es ciertamente difícil entender cómo […]

 Si existe un territorio en donde los contrastes son indescriptibles es la Franja de Gaza. Desde que conseguimos entrar hemos vivido las historias mas tristes, visto los panoramas mas desoladores, escuchado informaciones desesperanzadoras, pero sorprendentemente es de aquí de donde me llevo el mejor recuerdo y el mensaje mas optimista. Es ciertamente difícil entender cómo esta gente, hasta en las condiciones más duras, después de contarte delante de una casa demolida, que esa casa era de su hermano, que la demolieron con la abuela y el nieto dentro, después de compartir su dolor y de expresarnos que sufren una epidemia de miedo pero que conviven con ella y no tienen mas remedio que superarla. Después de escuchar su tono de voz pausado, sus palabras incomprensibles pero llenas de fuerza, después de no entender como el ser humano puede cometer tan crueles barbaridades, nos invitan a tomar un te en su humilde casa. Nos invitan compartir su sufrimiento, pero también su calor. Esta buena gente nos recuerda en cada momento cuál es el verdadero sentido de la palabra dignidad, cómo se materializa la grandeza humana. Hemos visitado todo el territorio y en cada casa, en cada organización no ha faltado una bebida, algo que picotear, fruta fresca o caramelos, que en realidad son garbanzos rebozados de azucar glase. Pero no importa lo que nos dan, lo impactante son ellos y ellas mismas, sus comportamientos, sus actitudes, su fuerza, su amor. Ya se que parezco exagerada, pero aunque sea la novena vez que vivo esta tierra, no puedo dejar de sorprenderme por su capacidad de resistencia y por esa sonrisa que se les escapa incluso detrás de alguna que otra furtiva lagrima. Como dicen los y las birgadistas:’esto hay que vivirlo, para creerlo’.

La entrada, como el resto de checkpoints que hemos cruzado me ha resultado sorprendentemente permeable. En Cisjordania no tuve que enseñar el pasaporte al salir de Ramalah, ni al salir de Nablus, ni de Belén, ni de Qalqilia, ni de Hebron ,no se…….es como si estuvieran relajando los controles para la población extranjera, queriendo dar la falsa imagen de bondad, permisividad y democracia que por supuesto no se molestan ni en intentar con la población local. Tan solo para entrar en la colonia mas violenta de todas: la de Tal Rumeida, en Hebron nos pidieron el pasaporte. Bueno y por supuesto en el chekcpoint de Erez, ya convertido en una frontera aduanera en toda regla. En él, tras pasar todo el procedimiento burocrático, tienes además que llamar con antelación para asegurarte que te han aprobado la coordinación que les pide el consulado español. Y aun y todo, depende del humor del soldado de turno que las preguntas y la investigación sean mas o menos intensivas. Como nos dijo un compañero palestino, nuestra vida al llegar a un checkpoint depende de como le fue la noche anterior, al soldado de turno, con su novia. Tan duro, tan triste y tan incomprensible como eso. Una vez pasado el paso de Erez, empezamos nuestras visitas y nuestro recorrido por el territorio, por esta gran cárcel de 365 Km2 en donde viven aproximadamente 1.500.000 de personas. Aunque como nos repiten insistentemente aquí, ojala esto fuera una cárcel, porque si así fuera tendrían derecho a comer tres veces al día, a estudiar, a tratarse sus enfermedades, a una cama, a un tiempo de esparcimiento. Por supuesto sabemos que las políticas penitenciarias en nuestro país dejan mucho que desear y en múltiples ocasiones incumplen los derechos humanos y vulneran la dignidad de la población presa, pero en Gaza la situación está alcanzando unos niveles realmente dramáticos y la humillación se convierte en una constante, sumergiéndoles en una pobreza y desesperación cada vez mayor. Por poner un ejemplo insignificante pero significativo que nos dio el ministro de Salud: Hace unos días un amigo le llamo para pedirle si podía conseguir un par de colchones, como ministro, porque su hijo se acababa de casar y no encontró en toda la franja ni un colchón en donde descansar con su mujer. Por supuesto no es una situación de vida o muerte, pero ilustra perfectamente como antes del embargo de la Comunidad internacional a la Franja de Gaza, cada día pasaban 9.000 productos diferentes por los pasos de control y después los redujeron a la escalofriante cifra de 9: leche, azúcar, harina, lentejas, gasolina. Por supuesto esto afecta a todo tipo de productos como medicamentos, anestesia, cemento… y desgraciadamente no solo a materiales, sino también a personas. El ministro de Salud, perteneciente a Hamas, nos contó la historia de una familia a la que había visitado recientemente. Al padre de familia de 40 años le habían diagnosticado un cáncer intestinal y pidió permiso a Israel para tratarse en Jerusalén, pues como ya sabemos Israel prohibe la utilización de quimioterapia en la Franja de Gaza por lo que los pacientes con cáncer deben salir a Egipto, Israel, Jordania, Jerusalén,… para tratarse. Al mismo tiempo prohibe a la población de Gaza salir de la Franja y solo en condiciones excepcionales como una enfermedad grave se lo permite.

Sin embargo en los últimos dos años la restricción a estos pacientes ha ido en aumento y mas de 300 han muerto porque Israel no les ha permitido salir de Gaza para recibir su tratamiento. Este hombre, siguiendo el protocolo, pidió el permiso a Israel y a las semana le llego denegado. Indagaron el motivo del rechazo y finalmente les dijeron que era por ser padre de un mártir, es decir de una persona muerta en el conflicto. Ellos enviaron un recurso porque aunque el nombre y apellidos concidian se trataba de otra persona. A pesar del recurso y tras esperar otras dos semanas el permiso llego de nuevo denegado. Volvió a insistir, pues su situacion se iba agravando al ser un cáncer avanzado diagnosticado tardíamente y le citaron en el cruce de Erez, para una investigación. Allí acudió el hombre a las 4 de la mañana. Le tuvieron esperando hasta las 6 de la tarde y entonces le enviaron con un soldado una nota diciéndole que ya no había tiempo para hacer la investigación y que debía volver a Gaza. Tres días después murió en su casa. Su mujer y sus 6 hijos no entienden nada, pero ¿como entender la muerte de un ser querido porque otras personas así lo han decidido? Porque otras personas se arrogan el poder de decidir tu futuro, tu vida o tu muerte. Porque por dejadez o indiferencia, tu vida no vale nada para ellos. No eres nada para los representantes de la ‘única democracia de Oriente Medio’. Y no, no son solo soldados obligados a cumplir ordenes y protocolos, son personas que con sus actuaciones o con su desidia colaboran activamente en esta limpieza étnica que esta sufriendo el pueblo palestino. Pero no, no pensemos que nosotras en occidente estamos libres de responsabilidad, las cosas no ‘son así’ y ‘yo no puedo hacer nada’, como dijo Martin Luther King:’Cuando hagamos repaso de lo sucedido durante el sigo XX no nos asombraran las maldades cometidas por la gente mala, sino la pasividad de la gente buena’ Hay mucho trabajo por hacer para transformar este mundo en un lugar habitable para todos los seres humanos, solo hay que elegir la trinchera en la que nos sentimos mas cómodas y ponerse a trabajar. Ni siquiera hacen falta grandes actuaciones, solo perseverancia, pues como dice el sabio dicho: ‘el agua, gota a gota, horada la piedra no por su fuerza, sino por su constancia.