El gobernador Andrew Cuomo se acordó de los olvidados de Nueva York, 57 mil personas que viven en las calles de la llamada Gran Manzana, y prometió para los próximos años un ambicioso plan a fin de enfrentar el problema de las personas sin hogar. Aunque es un problema que afecta desde hace varias décadas […]
El gobernador Andrew Cuomo se acordó de los olvidados de Nueva York, 57 mil personas que viven en las calles de la llamada Gran Manzana, y prometió para los próximos años un ambicioso plan a fin de enfrentar el problema de las personas sin hogar.
Aunque es un problema que afecta desde hace varias décadas a familias enteras, los llamados homeless tienen una luz de esperanza en la propuesta del alto funcionario estatal de invertir 20 mil millones de dólares en un plan de vivienda.Según un artículo de opinión que publicó el diario The New York Times sería construir 100 mil unidades de vivienda asequible, y una gran cantidad de casas de apoyo con los servicios sociales para proteger a las personas vulnerables de las calles, seis mil unidades en cinco años, y 20 mil unidades en 15 años.
Esta iniciativa es vista como un reproche al alcalde Bill de Blasio, a quien Cuomo acusa de ineptitud por la falta de vivienda, citando los sistemas de refugios terriblemente inseguros de la ciudad.
Los homeless son un triste atractivo de la «ciudad de los rascacielos», donde la miseria contrasta con la reluciente riqueza, y miles de personas, incluso niños y ancianos, carecen de un lugar permanente que puedan llamar casa.
Miles sufren fuera del sistema de refugio o están en las calles, enfrentando ahora y durante años, las duras condiciones del invierno.
Un corresponsal extranjero en Nueva York recuerda la década de los 80 cuando en las cercanía del edificio de Naciones Unidas un anciano, con la piel quemada por el frío, trataba de sobrevivir sobre un respiradero de la calefacción que escapaba desde las alcantarillas y recibía limosnas de los que pasaban.
Muchos son mujeres y niños, las familias representan dos tercios de las personas en los refugios, nueve de 10 familias sin hogar son dirigidas por mujeres, muchas de las cuales huyeron de la violencia doméstica.
Casi un tercio de estas mujeres están empleadas, pero sus puestos de trabajo con salarios bajos no pueden pagar las rentas exorbitantes de la ciudad, indican estadísticas.
Pese al esfuerzo de varias organizaciones no lucrativas que ayudan a las mujeres y niños, la cara olvidada de la falta de vivienda en Nueva York, la situación cada año que pasa es más crítica.
La iniciativa de Cuomo apuntala los esfuerzos del alcalde Bill de Blasio a fin de mejorar los servicios de la ciudad para las personas sin hogar pese a las críticas del gobernador.
La carencia de vivienda no es un problema aislado y resulta una consecuencia de una vorágine de factores, entre ellos rentas inasequibles, formación insuficiente de empleo, la falta accesible de cuidado de niños, enfermedad mental no tratada y el abuso de sustancias, y muy pocas oportunidades de trabajo estable.
Entre las «curitas» para enfrentar la enfermedad, la ciudad paga a propietarios de inmuebles un alquiler superior a lo que una persona debe desembolsar y unas tres mil familias sin hogar se alojan en apartamentos que podrían ser viviendas permanentes, según fuentes oficiales.
Por otra parte, aunque oficialmente hay una tasa de desempleo del cinco por ciento de lo que economistas consideran pleno empleo, eso no incluye a los millones de estadounidenses que aun tienen que recuperar su equilibrio en el lugar de trabajo, en lo que incide el problema de la vivienda.
La crisis puede atemperarse en todo el país con iniciativas como la de Cuomo pero, por ejemplo, desde la Gran Recesión que comenzó en 2007, los pobres, los de abajo, sufrieron en Estados Unidos una fuerte caída de sus salarios.
Según una investigación de Brookings Institution, una organización con sede en Washington, muchos de los hogares más pobres recaudan apenas una fracción de lo que ganaban antes de 2007, por lo que el ejército de los sin techo puede aumentar.
Ese estudio precisa que al mismo tiempo que la recuperación cobraba impulso en 2014 con el aumento del empleo, los ingresos del 20 por ciento más pobre caían en Nueva York, New Orleans, Cincinnati, Washington y St. Louis, algo que alarma a muchos estadounidenses por su impacto en los que tienen menos.
No es tanto que los hogares de clase alta se alejan, como que los pobres pierden terreno, dijo Alan Berube, subdirector de políticas metropolitanas de Brookings.
Esa pesquisa ilustra con ejemplos cómo el problema económico afecta a los estadounidenses y señala que en Cincinnati, sede de grandes empresas como Procter & Gamble y Macy’s, a las que se asocia con la prosperidad de la clase media, el 20 por ciento más pobre ganó apenas 10 mil 454 dólares en 2014, tres por ciento menos que el año anterior y 25 por ciento menos que al inicio de la recesión.
En el país, aunque los más pobres recobraron a duras penas algo de su poder adquisitivo desde que comenzó oficialmente la recuperación de la economía hace seis años y medio, el análisis sugiere que el aumento del empleo y las pequeñas alzas salariales no logran elevar a millones de estadounidenses en la escala económica.
Ante esta situación, es previsible que el número de personas sin techo en todo el país (oficialmente reconocidas) aumente en los próximos años, aunque las estadísticas no incluyen a miles que viven alejadas de la luz, en túneles, bajo los puentes y en situaciones que los números del gobierno no recogen.
El esfuerzo del gobernador Cuomo pudiera llevar a otros gobiernos como el de California, a emplear más recursos en proteger a sus compatriotas y amparar a los miles de ciudadanos que no tienen un techo que los proteja.
Luis Beatón: Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.
Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index2.php?option=com_content&task=view&id=4535541&pop=1&page=0&Itemid=2