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Israel, un ejército dotado de Estado

¿Golpe de Estado? ¡Tonterías!

Fuentes: zope.gush-shalom.org

Traducido para Rebelión por LB.

La existencia del ejército en un Estado verdaderamente democrático entraña una paradoja.

Se supone que un ejército debe obediencia al gobierno electo. Obediencia incondicional.

Pero el ejército (incluyendo las fuerzas de tierra, mar y aire) es la única estructura armada poderosa de un país. Tiene la capacidad para dar un golpe de Estado y hacerse con el poder en cualquier momento.

Solamente en los últimos meses comandantes militares han dado golpes de Estado en Egipto y Tailandia, y puede que en otros lugares también.

Entonces, ¿qué es lo que impide a los comandantes militares realizar asonadas en todas partes? Sólo los valores democráticos con los que se formaron.

En Israel un golpe militar es impensable.

Aquí viene a cuento aquel viejo chiste israelí: el jefe del Estado Mayor reúne a sus comandantes y les dice: «Camaradas, mañana por la mañana a las 06:00 horas nos apoderaremos del gobierno».

Por un momento se hace el silencio. A continuación toda la audiencia estalla en carcajadas.

Llegados a este punto un cínico podría decir: «¿Para qué habría de molestarse el ejército en dar un golpe de Estado? ¡Pero si ya gobierna en Israel de todos modos!»

En las clases de educación cívica aprendemos que Israel es una democracia. En la jerga oficial, «un Estado judío y democrático». El gobierno decide, el ejército cumple sus órdenes.

Pero, como dijo el otro, «las cosas no son como las pintan».

Es cierto que nunca se ha dado en Israel un caso de desobediencia militar de alto nivel. Lo más parecido a eso que hemos conocido fue lo que ocurrió en vísperas de la guerra de 1967, cuando el primer ministro Levy Eshkol vaciló en dar la orden de ataque y varios generales impacientes amenazaron con dimitir. Hubo también un coronel que dimitió para protestar contra el plan de atacar Beirut en la guerra del Líbano de 1982.

Pero incluso durante la retirada de la Franja de Gaza de 2005, un momento de suprema crisis emocional, cuando la opinión pública estaba profundamente dividida, no se produjo ningún acto de rechazo. El ejército ejecutó las órdenes del gobierno.

Pero el papel del ejército en la política nacional [israelí] es mucho más complejo.

Justo ahora, el ejército participa en el ritual anual de la lucha presupuestaria.

El ejército dice que necesita mucho más de lo que el Ministerio de Hacienda dice que puede dar. Es una cuestión de seguridad nacional, qué digo, de supervivencia nacional. Se evocan terribles amenazas. Tras una amarga disputa se alcanza un compromiso. Luego, pasados unos meses, el ejército se presenta y exige algunos miles de millones más. Un nuevo peligro se cierne en el horizonte. Más dinero, por favor.

La gente del ministerio de Hacienda afirma que una gran parte del presupuesto militar se va en pagar pensiones. A fin de mantener al ejército joven y fresco los oficiales se jubilan a la provecta edad de 42 años y durante el resto de sus vidas reciben pensiones muy generosas. Eso se aplica no sólo a los oficiales de combate, que pasan mucho tiempo sobre el terreno y descuidan a sus familias, sino también a los cambiadores de papel, a los wallahs y al personal técnico, cuyo trabajo es esencialmente civil. Tímidas sugerencias para pagar menos en lo sucesivo son rechazadas airadamente.

Cuando un general se va a casa el ejército considera que es su deber de camaradería proporcionarle un trabajo civil adecuado. El país rebosa de ex generales y ex coroneles que ocupan puestos centrales en la política, la administración pública, empresas y servicios de titularidad estatal, etc. Los magnates los emplean pagándoles enormes salarios por sus influyentes conexiones. Muchos de ellos han fundado empresas relacionadas con la «seguridad» y se dedican al comercio internacional de importación y exportanción de armas y material militar.

Casi a diario, estos ex aparecen en la televisión y escriben en los periódicos como expertos en asuntos políticos y militares, ejerciendo así una enorme influencia sobre la opinión pública.

Pocos de ellos son «izquierdistas» que propaguen ideas a favor de la paz. La inmensa mayoría difunden opiniones que van desde el «centro-derecha» hasta la derecha fascista.

¿Por qué?

El mismo cínico de antes podría dar una explicación muy simple. La guerra es el elemento natural del ejército.

El meollo de la profesión militar consiste en hacer la guerra y prepararse para ella. Toda su existencia se basa en hacer la guerra.

Es natural que cada profesional busque una oportunidad para demostrar su valía profesional. La paz raramente ofrece una oportunidad a los oficiales del ejército. La guerra es una inmensa oportunidad. La guerra significa atención, promoción, ascenso vitalicio. En la guerra un oficial militar puede demostrar su valía y sobresalir en formas que serían insospechadas en tiempos de paz.

(A los oficiales de rango superior les gusta decir que odian la guerra más que nadie «porque han visto sus estragos». Eso es pura tontería.)

La ocupación es también, por supuesto, una forma de guerra. Es, en palabras de Clausewitz, la continuación de la política por otros medios.

Yo no soy un cínico y no tiendo a la visión cínica, que por fuerza suele ser simple y superficial.

Estoy dispuesto a aceptar que la gran mayoría de los militares de carrera de hoy y de antes son, al menos desde su propio punto de vista, verdaderos idealistas. Cuando sus compañeros terminan su servicio militar obligatorio y se embarcan en bien remuneradas carreras civiles los oficiales permanecen en el ejército por sentido del deber y por patriotismo. Si creyeran en la paz lo habrían sacrificado todo por la paz.

El problema es que no lo hacen.

El ejército genera una perspectiva, una visión del mundo que es inherente a su propia naturaleza. Desde el primer día le dice al soldado que existe un «enemigo» contra el que debe estar listo para luchar y, si es necesario, sacrificar su vida. El mundo está lleno de pérfidos y crueles enemigos potenciales que amenazan a la patria. No hay que ser judío ni recordar el Holocausto para saberlo (aunque sin duda ayuda).

Una vez que Hitler llegó al poder, ¿podría haber sido derrocado de otra forma que no fuera por la guerra? ¿Había otra manera de salvar al mundo?

Claramente, no. Por muy despreciado que pueda ser en tiempos de paz, en tiempos de necesidad todo el mundo vuelve su mirada hacia el general, de quien se espera la salvación de la nación.

Esta convicción, repetida todos los días durante años y años, moldea la mentalidad militar. Y continuará haciéndolo hasta que la humanidad consiga por fin crear una estructura de gobierno mundial que convierta la guerra en algo obsoleto.

Todas estas tendencias adquieren en Israel un carácter más extremo todavía.

El Estado de Israel nació de una larga y brutal guerra. Desde el primer día su existencia dependió de la fuerza moral y material de su ejército. El ejército es el centro de la vida nacional, la niña de los ojos de sus ciudadanos judíos. Es, con diferencia, la institución más popular en Israel al día de hoy.

Esto me recuerda al Reich alemán del Kaiser, donde se decía que «Der Soldate / ist der beste Mann im Staate» («el soldado es el mejor hombre en el Estado»). Quizás no sea casualidad que el fundador del sionismo, Theodor Herzl, fuera un ferviente admirador del Reich del Kaiser.

En mi diálogo permanente por Internet con mi amiga de Lahore me llamó la atención una vez más la similitud existente entre nuestros dos países. Pakistán e Israel nacieron simultáneamente en territorios que habían sido colonias británicas tras una partición dolorosa que provocó un enorme derramamiento de sangre y transformó en refugiados a masas de gente. Ambos países se basan en una ideología étnico-religiosa y viven en conflicto permanente con sus vecinos.

Las dos son democracias -gobernadas entre bambalinas por sus ejércitos y sus aparatos de inteligencia.

Todo joven israelí judío está obligado a servir en el ejército. Los varones sirven por un período de tres años -los años más formativos en la vida de un hombre, los años de idealismo, cuando aún no existe la carga de una familia y están dispuestos al sacrificio.

(En la práctica casi el 40% no hacen ningún servicio militar, pues tanto los ciudadanos árabes como los ciudadanos judíos ortodoxos están exentos, aunque por razones diferentes.)

El ejército es el crisol para los jóvenes nativos inmigrantes llegados de Rusia, Marruecos, Etiopía y de muchos otros países. Durante 1.100 días y noches el ejército forja su denominador común y moldea su perspectiva común.

Vienen al ejército ya preparados. El sistema educativo israelí es una fábrica de adoctrinamiento sionista, empezando desde el jardín de infancia. Esos 15 años, coronados por tres años de servicio militar, producen una inmensa mayoría de hombres y mujeres de mente estrecha empapados de nacionalismo y etnicismo. A partir de ahí el militar profesional iniciará una carrera que lo llevará tan lejos como pueda pero sin desprenderse jamás de su carga ideológica.

El hecho de abandonar el ejército a los 42 años y de iniciar una carrera civil no significa deshacerse de esas anteojeras. Al contrario, los oficiales militares siguen siéndolo incluso cuando visten ropas civiles. Se podría decir que los oficiales, presentes y pasados, constituyen el único partido real del país.

Ese no es el ejército al que juré lealtad el día en que fue fundado. En aquellos tiempos muchos oficiales eran miembros de kibutzs y habían sido educados en el espíritu del socialismo y la solidaridad. Al cabo de 57 años de ocupación el ejército se ha embrutecido, muchos oficiales son colonos, muchos visten kippas de punto con motivos nacionalista-religiosos. Los partidos religiosos de ultraderecha se esfuerzan deliberadamente por infiltrarse en el cuerpo de oficiales y lo están consiguiendo a una enorme escala.

Hace más de 200 años el conde Mirabeau, líder de la revolución francesa, pronunció aquella famosa frase de que Prusia «no es un Estado dotado de ejército, sino un ejército dotado de Estado».

Lo mismo se puede decir hoy de La-Única-Democracia-de-Oriente-Medio. 

 

Fuente: http://zope.gush-shalom.org/home/en/channels/avnery/1402670626/