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Guatemala y las ballenas

Fuentes: La Hora

La mitología diplomática de Guatemala ha sido alimentada por acciones controvertidas. El 6 de abril de 1875, el gobierno de Justo Rufino Barrios reconoció la independencia de la República de Cuba en Armas. La amenaza de guerra con España la conjuró Lorenzo Montúfar con una declaración ambigua. Otro gobernante «liberal», Jorge Ubico, simpatizante de Hitler […]

La mitología diplomática de Guatemala ha sido alimentada por acciones controvertidas. El 6 de abril de 1875, el gobierno de Justo Rufino Barrios reconoció la independencia de la República de Cuba en Armas. La amenaza de guerra con España la conjuró Lorenzo Montúfar con una declaración ambigua. Otro gobernante «liberal», Jorge Ubico, simpatizante de Hitler y Mussolini, fue el primero del planeta en reconocer al régimen de Francisco Franco, instalado en Burgos el 8 de noviembre de 1936 y el primero en establecer relaciones diplomáticas con ese gobierno de facto, en 1937.

Juan José Arévalo fue el único Presidente latinoamericano en ofrecer el voto afirmativo antes de las sesiones en Naciones Unidas, que crearon el Estado de Israel, en mayo de 1948. El voto de Guatemala en Nueva York, lo defendió Jorge García Granados, quien integró la Comisión de NU que presentó la «partición de Palestina», aceptada por los israelíes pero rechazada por los árabes.

Una nueva posición guatemalteca resultaría controversial. El 28 de marzo de este año, el Congreso de la República aprobó la Convención Internacional para la Reglamentación de la Caza de la Ballena, su Reglamento y su Protocolo. La caza de cetáceos está prohibida en el planeta desde 1986. Los ambientalistas de Trópico Verde y Greenpeace Internacional han denunciado que el voto de Guatemala sería decisivo para la reapertura de la cacería de ballenas, en la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se realizará entre el 16 y 20 de este mes en Saint Kitts y Nevis.

Esa instancia regula la captura de cetáceos, adopta medidas para su conservación y logró una moratoria de la caza comercial de ballenas, que Japón ha transgredido con una falsa «cacería científica». Los nipones pretenden poner fin a la veda, por medio de la cooptación del voto de pequeños países de África, Centroamérica y el Caribe.

Japón debe atender el reclamo internacional para terminar con la matanza. Por su parte, el gobierno de Guatemala debe adoptar una actitud de dignidad y hacer oídos sordos a falsos argumentos como la sobrepoblación de ballenas Minke. Lo congruente es que un país sin tradición ballenera, respete los instrumentos internacionales que protegen a estos animales emblemáticos y demuestre su compromiso con la conservación de todos los mares y la salud del planeta.