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Guerra de un mundo feliz

Fuentes: PeacePalestine

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens. Ilustración de Juanito Kalvellido.

USA espera que la Asamblea General de las Naciones Unidas vote a finales de esta semana una resolución que condene «cualquier negación del Holocausto».
(CNSNews.com)

«Instamos respetuosamente a su país a que co-proponga y apoye la resolución sobre la negación del Holocausto que será sometida a votación este viernes en la Asamblea Geneneral».
(Fragmento de una carta a los embajadores ante la ONU enviada el 23 enero de 2007 por Glen S. Lewy, presidente nacional de la ADL (Liga Antidifamación), y Abraham H. Foxman, director nacional de la ADL)

El borrador de la resolución propuesta por USA «condena sin reservas cualquier negación del Holocausto», si bien no critica a ningún país en particular. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que el objetivo de los usamericanos es el Irán de Ahmadineyad. Es evidente que la nueva iniciativa yanqui en la ONU, que busca transformar el mundo en una «zona libre de negación del Holocausto», tiene poco que ver con la búsqueda de la verdad o con un auténtico interés por la investigación histórica. Los usamericanos están aquí para administrarnos a todos la pesadilla sin porvenir del capitalismo puro y duro. Creen erróneamente que pueden lograrlo con sólo prohibirnos mirar al pasado. Para ser sinceros, al gobierno de Bush le traen sin cuidado tanto Abe Foxman como la Liga Antidifamación (ADL) y ha de quedar claro que a los responsables de la política del Pentágono les importa un bledo la noción de historia o la verdad del judeocidio europeo. ¿Qué buscan entonces? USA quiere petróleo y Ahmadineyad tiene mucho. No contentos con eso, los yanquis también tienen entre sus prioridades el impedir que Irán ingrese en el club nuclear que ellos lideran. Por ello, resulta divertido que USA, con su flota, sus portaaviones, sus misiles, su poderío aéreo y nuclear, necesite el Holocausto para ganar lo que parece ser su próxima guerra.

No soy un erudito del Holocausto ni tampoco un historiador. Mi principal interés no es ni la historia de Auschwitz ni la destrucción de la judeidad europea. Pero me interesa mucho la política del Holocausto en los discursos que hacen uso de Auschwitz. A veces me pregunto, ¿por qué será que USA, que lideraba el «mundo libre», se dedica ahora a «controlar el pensamiento global»?

No cabe la menor duda de que los asuntos exteriores usamericanos necesitan una inyección de popularidad. La hegemonía ideológica yanqui se encuentra en un estado de quiebra absoluta. El gobierno de Bush suspira desesperadamente por recibir apoyo en la Unión Europea. No es ningún secreto que la Europa continental, en sí misma una comunidad multiétnica, no sucumbe del mismo modo ante la noción anglo-usamericana del choque cultural. Los europeos se han negado hasta el momento a unirse de una manera real y dinámica a la guerra de Blair y Bush contra el Islam. Por ello, USA espera provocar un cambio de actitud con la nueva resolución sobre la negación del Holocausto. En vez de transmitir la constante y falsa imagen de la judeo-cristiandad contra el Islam, esta vez es el «Holocausto» contra sus «negacionistas». Qué casualidad que los conformistas del Holocausto (nosotros) necesitemos petróleo y que los «negacionistas» (ellos) lo tengan.

Por muy descabellado que parezca, USA está cayendo en la trampa ingeniosamente preparada por el presidente iraní Ahmadineyad. El gobierno usamericano ha procurado torpemente aprobar que el Holocausto sea la línea de separación entre Oriente y Occidente, entre eso que denominan el «Bien» y el «Mal». Sin embargo, la definición de esta separación puede verse como el límite entre el «Occidente librepensador», que encierra con entusiasmo su pasado en una caja negra, y el «Oriente de mente abierta», que se atreve a plantear preguntas sobre el pasado. La resolución sobre el Holocausto establece el futuro campo de batalla entre la insurrección del Esclavo del ayer y la decadencia del Amo de hoy. Ahmadineyad lanzó el hueso y el gobierno de Bush fue lo suficientemente estúpido como para recogerlo y afirmar que el Holocausto es el nuevo medio de resistencia.

En el marco de la nueva resolución usamericana sobre el Holocausto, somos «nosotros» -Occidente- quienes estamos en posesión de la «verdad» y «ellos» -las naciones que no cuentan en ese grupo hegemónico- quienes no logran verlo. Pero somos «nosotros» quienes convertimos nuestro pasado en un cementerio y son «ellos» quienes comprenden que es el dinámico pasado lo que determina el futuro.

No voy a entrar en el debate sobre la verdad del Holocausto, pero creo que ya no es posible seguir escondiendo la cara fea de la política que lo utiliza. El Holocausto se está ahora convirtiendo en un arma ideológica oficial contra el Islam y contra la resistencia árabe. Está ahí para establecer una falsa identidad colectiva occidental sobre la base de la conformidad ciega y de la marginación absoluta del Otro.

Dicho lo cual, la nueva iniciativa política usamericana sobre el Holocausto podría ser productiva a corto plazo. La noción de la destrucción de los «judíos europeos» une entre sí a algunos poderes políticos muy importantes. Une a la izquierda parlamentaria europea con los liberales conservadores y con las fuerzas expansionistas más radicales de USA. Todos ellos necesitan el Holocausto por razones diferentes. En Europa, el Holocausto está ahí para desmantelar a la emergente extrema derecha; en los estados germánicos el Holocausto es el núcleo del orden simbólico posterior a la guerra. Los anglo-usamericanos lo utilizan para evitar cualquier compromiso ético verdadero con Dresde, Hiroshima, Vietnam, Palestina e Iraq. Pero lo más importante es que la nueva resolución sobre la negación del Holocausto ofrece a los usamericanos el pretexto para el próximo genocidio. En otras palabras, el próximo Holocausto es en realidad un castigo colectivo de la negación del Holocausto.

Sea cual sea la verdad del Holocausto y lo que pueda implicar su negación, sellar el pasado es impedir la visión de un futuro mejor. El fin de la historia es el fin de Occidente. Puede que la Usamérica de Bush quiera llevarnos a eso. Con 650.000 muertos en Iraq y 3.000.000 de refugiados sin hogar, con millones de palestinos prisioneros en campos de concentración durante casi cuarenta años, ni Bush ni Blair ni cualquier otro político occidental pueden ofrecernos una visión feliz de los días futuros. En vez de ello, nos animan a que dejemos de investigar nuestro pasado.

Título original: «Brave New World War».

Fuente: http://peacepalestine.blogspot.com/2007/01/gilad-atzmon-brave-new-world-war.html

Gilad Atzmon es un músico y escritor ex israelí (palestino de lengua hebrea, como él prefiere autodenominarse) que eligió el exilio antes que soportar el apartheid impuesto a los árabes por el Estado de Israel. Su sitio web es http://www.gilad.co.uk/

Ilustración: Bushdog, de Juanito Kalvellido.

Manuel Talens y Juanito Kalvellido son miembros de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir con fines no lucrativos, a condición de respetar su integridad y de mencionar al autor, al traductor, al ilustrador y la fuente. URL de esta página: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45507