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La Campaña La lluita continua reivindica la memoria del joven antirracista asesinado en 1993

Guillem Agulló, una victoria de la vida contra el fascismo

Fuentes: Rebelión

Sucedió en la madrugada del 11 de abril de 1993 en Montanejos, municipio de 570 habitantes en la comarca de l’Alt Millars (Castelló). Un muchacho de 18 años, Guillem Agulló i Salvador, fue asesinado –de una puñalada en el corazón- por un grupo de neonazis autodenominado ‘Marchalenes IV Reich’; se retiraron con el brazo en alto y cantando el himno falangista del Cara al sol. Nadador, de ideología independentista y antifascista, el joven valenciano militaba en la organización ‘Maulets’, de la izquierda independentista, y el movimiento SHARP (Skinheads Against Racial Prejudice).

En 1995, la Audiencia Provincial de Castellón condenó a uno de los miembros de la banda ultraderechista –Pedro Cuevas (el “Ventosa”)-, a 14 años de prisión por un delito de homicidio, de los que cumplió cuatro en la cárcel. Los otros cuatro procesados resultaron absueltos. “El juez despolitizó el caso y rechazó el carácter ultra del asesinato, al afirmar que había sido fruto de una ‘pelea de jóvenes’”, critica la campaña La lluita continua, que reivindica la memoria de Guillem Agulló y denuncia 40 años de impunidad de la ultraderecha en el País Valenciano. En 2005, Cuevas fue detenido por la guardia civil -junto a una veintena de personas- en la llamada Operación Panzer, acusados de asociación ilícita (presunta pertenencia a una red neonazi) y tenencia ilícita de armas. La Audiencia Provincial de Valencia absolvió en 2014 a todos los encausados.

Un paso adelante en la memoria del joven antirracista se produjo el pasado 2 de octubre. Las televisiones públicas de Cataluña (TV3), el País Valenciano (À Punt) y Baleares (IB3) emitieron -en horario de máxima audiencia- la película La mort de Guillem, producida por Lastor Media, Suicafilms y Som Batabat. El filme, que sumó 646.000 espectadores en las tres televisiones, reconstruye la lucha de los padres –Guillem y Carme- contra el olvido y la manipulación del crimen. En diciembre de 2019, terminado el rodaje, el equipo de producción denunció que había sufrido amenazas fascistas (pintadas con simbología nazi en el set de grabación).

El director de La mort de Guillem, Carlos Marqués-Marcet, no es ajeno a la historia narrada: “Como muchos otros adolescentes que crecimos en los años 90, me tocó huir del grupo de neonazis de turno por llevar una camiseta del Che Guevara y el pelo más largo de ‘lo normal’”. En una entrevista en el programa El Matí de Catalunya Ràdio el 30 de septiembre, añadió que muchos de sus amigos, en el País Valenciano, se iniciaron en la militancia por el crimen de Guillem Agulló; además destacó las muestras de apoyo y agradecimiento recibidos durante la filmación, en Montanejos, Burjassot (municipio donde reside la familia Agulló-Salvador) y Valencia; “el punto de vista del guión es el de la familia, que también es el de la ética”, agregó el realizador en Catalunya Ràdio.

La película incluye las imágenes de archivo de 1993 con la llamada telefónica a la televisión autonómica de Guillem Agulló i Lázaro, padre de la víctima. Manifestó entonces, en directo, su indignación por el reportaje que acababa de emitirse, ya que “se toma únicamente la versión de los defensores de los asesinos”. El 2 de octubre, pasados 27 años, en el programa A la Ventura de À Punt, el padre explicó la importancia de aquella llamada: “Comenzó en ese momento una lucha que sería cruda, larga y dura; la defensa legal de los procesados venía de unos importantes equipos jurídicos; hablamos con líderes políticos, pero no podíamos contar con ellos ni con las instituciones. Además estaban todas las pintadas, criminalizando e insultando. Vimos que aquello estaba ya sentenciado y, por tanto, decidimos salir a explicar quién era Guillem: un chico bondadoso que fue asesinado por sus ideas”.

En 1996 el escritor Jaume Fuster publicó en la editorial 3i4 una novela sobre los hechos, titulada La mort de Guillem, cuyo punto de partida era la documentación periodística y judicial. En uno de los capítulos, dedicado a la solidaridad, el autor recordaba que la primera manifestación de apoyo tuvo lugar en Burjassot, el 16 de abril de 1993, tres días después del entierro; participaron cerca de 500 personas. En la plaza de toros de Valencia se celebró el concierto II Tirant de Rock, con la consigna “Per la llibertat del poble, aturem el feixisme i el racisme”, al que asistieron 10.000 personas.

En institutos y universidades, los estudiantes convocaron asambleas y paros. Jaume Fuster resalta la manifestación unitaria celebrada el 29 de abril de 1993 en la capital valenciana, que encabezó la familia y representantes de Maulets, Catalunya Lliure, Unitat del Poble Valencià (UPV), Revolta, Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), Acció Ecologista Agrò, CGT, UGT y Comisiones Obreras, entre otras organizaciones. El narrador y ensayista menciona, asimismo, la antítesis negra de estas movilizaciones: la pancarta mostrada por los ultras del Valencia CF en el estadio del Albacete, el 18 de abril, con el eslogan “Guillem, jódete”.

“El caso de Guillem Agulló marcó a unas cuantas generaciones”, explicó la escritora, periodista y librera Núria Cadenes en El Matí de Catalunya Ràdio; “también fue un referente en canciones, música, libros, poemas y actos reivindicativos, un hilo que no hemos permitido se cortara; sucedió otro tanto con el grupo musical Obrint Pas, que representó para una generación de jóvenes la opción de ‘plantar cara’ y salir a la calle”. La autora de las novelas Tota la veritat y Secundaris lo resume con unos versos de Martí i Pol: “Convertirem el vell dolor en amor/i el llegarem, solemnes, a la història”. Asimismo la activista subraya el trasfondo del juicio y la campaña del periódico derechista Las Provincias, que pretendían transmitir a la sociedad cómo el crimen era –supuestamente- una cuestión entre bandas.

Núria Cadenes es autora de la novela documental Guillem, de 184 páginas, que vio la luz en febrero. Además de la novela, la editorial Amsterdam ha publicado una propuesta didáctica para profesores de la ESO y bachillerato, a cargo del profesor Antoni Rubio; la guía docente incluye algunos titulares publicados por Las Provincias, dirigido en la época por la periodista María Consuelo Reyna: “No hay móvil político en el homicidio de Montanejos”; “Repulsa de organizaciones de izquierda y radicales nacionalistas” (al homicidio); y “Abogado defensor: ‘No había ninguna trama ni grupo neonazi organizado en el caso Montanejos’”.

Entrevistada en El Matí de Catalunya Ràdio, Núria Cadenes subrayó la “persecución ignominiosa” a la que fue sometida la familia, que sufrió insultos, pintadas y llamadas amenazantes de madrugada; pero según el testimonio de Carme Salvador, madre de Guillem, cada vez que se realizaba una pintada insultante, había alguien pesto para limpiarla; el hecho es que cada vez había más gente dispuesta para la limpieza, lo que muestra, a largo plazo, “la victoria final de la vida y las ganas de construir una sociedad en positivo” (la novela Guillem suma ya cinco ediciones; en enero, el proyecto La lluita continua había obtenido 134.161 euros en la iniciativa de micromecenazgo; y la película La mort de Guillem se proyecta en salas repletas).

Además del filme, la novela, conferencias, debates y conciertos por la vida en Valencia y Barcelona, La lluita continua incluye la actualización de una base de datos y mapa sobre los crímenes del odio en el estado español (1990-2020). Titulado “Memoria contra el olvido”, el proyecto coordinado por los periodistas David Bou y Miquel Ramos documenta 101 casos y 103 víctimas de racismo y xenofobia, aporofobia, odio ideológico, homofobia, violencia ultra en el fútbol, transfobia, romafobia, islamofobia y disfobia, entre otros.

“Esta historia me costó más de un disgusto con compañeros de profesión, pero tenía que ser publicada”, ha escrito esta semana en Twitter el periodista Vicent Montagud. Se refería a la información redactada para el diario Levante sobre el asesinato el 4 de diciembre de 1993 de Davide –un joven de 24 años- en el Kasal Popular de Valencia. Davide era amigo de Guillem Agulló y había sufrido amenazas de grupos neonazis. Formaba parte del movimiento Okupa, la Assemblea Antifeixista, la Assemblea Anti-Repressió y el SHARP. Según el relato de Vicent Montagud, Davide había sido “señalado” por Las Provincias.