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Occidente atrapado por su propia propaganda

Hillary Clinton necesita un espejo

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Uno de los deseos que me expresan a menudo los lectores se convirtió en realidad hoy, 11 de mayo. Estuve en los medios dominantes. Era un programa de alcance mundial – BBC World Service. También había otros participantes en el programa, y el tópico eran las observaciones de Hillary Clinton (10 de mayo) sobre la falta de democracia y derechos humanos en China.

Sorprendí al presentador del programa cuando dije que las observaciones de Hillary era como si la sartén le dijera a la caldera «quítate allá ojinegra». Yo mismo me sentí algo tomado por sorpresa por el apuro del presentador de la BBC británica en salir en defensa de EE.UU. y lo dije más adelante en el programa. Sin duda, había oído hablar de

Abu Ghraib, de los detenidos en Guantánamo, de las prisiones secretas de tortura de la CIA repartidas por todo el mundo, de la invasión y destrucción de Iraq sobre la base de mentiras y engaños, de Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia, Libia. Sin duda era consciente de la hipocresía de Hillary cuando satanizaba a China y hacía la vista gorda respecto a Israel,

Mubarak, Bahréin y los saudíes. El historial chino no es perfecto, ¿pero es tan malo? ¿Por qué el ministro de exteriores chino no criticaba los abusos de los derechos humanos de EE.UU. y de las elecciones amañadas? ¿Cómo es posible que China no se meta en los asuntos de los otros y nosotros sí lo hagamos?

Esas preguntas no cayeron bien. Ninguno de los otros entrevistados o invitados pensaba que Hillary había tomado una buena decisión, pero incluso los invitados chinos no estaban lejos de un modo de pensar que todo lo ve desde el punto de vista de que Occidente es el modelo según el cual se juzga al resto del mundo. Al señalar nuestros propios defectos, yo estaba cuestionando ese estándar. El presentador y otros invitados no se pudieron escapar de las restricciones impuestas al pensamiento por el papel de Occidente como estándar mundial.

Lo que le ha pasado a Occidente es que sólo puede ver su actuación y la de otros a través de los ojos de su propia propaganda. Se habló mucho de la falta de democracia en China. Mientras se transmitía el programa de la BBC, llegaron noticias inoportunas de que los griegos habían vuelto a salir a las calles a protestar contra la imposición de los costes del rescate de los bancos y de Wall Street -los ricos- a la gente de a pie a costa de sus vidas y aspiraciones. El gobierno irlandés anunció que iba a confiscar con un impuesto parte de los fondos de pensión del pueblo irlandés. Ni al presentador ni a los otros invitados se les ocurrió que pudieran no ser desenlaces democráticos.

Es una extraña forma de democracia la que produce desenlaces políticos que recompensan a los pocos y castigan a los muchos, a pesar de las enérgicas protestas de los muchos.

Los politólogos comprenden que los resultados electorales de EE.UU. son determinados por poderosos intereses acaudalados que financian las campañas políticos y que las leyes aprobadas por el Congreso y que firma el presidente son escritas por esos grupos para servir sus mezquinos intereses. Semejantes conclusiones son descartadas como cinismo y no alteran el modo de pensar.

Mientras el presentador del programa y los invitados se gratificaban por la superioridad democrática y humana de Occidente, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles distribuía un boletín instando a sus miembros a oponerse a legislación presentada al Congreso que otorgaría al actual presidente y a sus sucesores una autoridad expandida para utilizar, por su propia iniciativa, la fuerza militar en cualquier sitio del mundo independientemente de las restricciones impuestas por la Constitución de EE.UU. y el derecho internacional.

En otras palabras, en la gran «democracia» estadounidense, el presidente se va a convertir en un César.

Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Su último libro, How the Economy Was Lost, fue publicado recientemente por CounterPunch/AK Press. Se puede contactar con él en: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/roberts05122011.html