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Incluso los picnics en Israel son políticos

Fuentes: Guardian.co.uk

Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Nuestro picnic de despedida a Ezra Nawi antes de su condena a prisión por protestar pacíficamente, conlleva un nuevo mensaje para la mayoría de los picnics israelíes

Los picnics, como casi todo lo demás en Israel, a menudo son políticos. Oz Shelach subraya este punto en su colección de relatos breves, Picnic Grounds, donde describe cómo un profesor de historia lleva a su familia de picnic al bosque de pinos cercano a Givat Shaul, un barrio de Jerusalén.

El profesor enseña a su hijo de algunas de las habilidades de acampada que aprendió cuando servía en el ejército israelí, usando viejas piedras para guarecerse del viento y proteger el fuego recién encendido. Las piedras de las que hablamos son los restos de un pueblo conocido como Deir Yassin.

Aunque Shelach no dice tanto, Deir Yassin era un pueblo palestino localizado a las afueras de Jerusalén. El barrio judío que ahora se levanta en su lugar se construyó poco después de que fuerzas paramilitares israelíes desahuciaran a sus residentes palestinos, masacrando aproximadamente a 100 hombres, mujeres y niños de una población total de 600.

Shelach no relata esta historia; simplemente describe cómo el padre construye un fuego con su hijo y luego termina el relato señalando que el profesor de historia «se imaginó que él y su familia hacían un picnic sin relación con el pueblo, disfrutando de sus tierras, fuera de la historia».

Muchos picnics en Israel tienen lugar en bosques de pinos que se plantaron para cubrir los restos de cientos de pueblos palestinos destruidos en 1948. Consciente o inconscientemente estas reuniones tienen un efecto político, ya que la gente que disfruta de su tiempo libre en estos lugares recrea la represión histórica de los palestinos en la Naqba.

El sábado pasado yo también fui a un picnic con mi familia, pero a diferencia de la mayoría de los picnics israelíes éste trataba de promover un recordatorio al exponer la dominación y la expulsión continua de los palestinos. Nos unimos un grupo de judíos y palestinos de Ta’ayush en el sur del desierto de Hebrón para compartir el pan y despedirnos de Ezra Nawi, que al día siguiente comenzaba a cumplir una sentencia de prisión por ponerse a la ocupación de Israel.

Escogimos este lugar porque hace casi diez años los moradores palestinos de una cueva que vivían aquí fueron expulsados de sus tierras ancestrales por colonos judíos de Susya; estos colonos fueron apoyados por el gobierno israelí, el ejército y los tribunales. Nawi y otros activistas de Ta’ayush, durante años, han ayudado a los palestinos expulsados a volver al último pedazo de tierra que todavía pueden llamar propio. Hoy hay un pequeño pueblo compuesto de más de 10 tiendas, unas cuevas, varias decenas de ovejas y pollos y un sistema de energía solar y eólica.

Situado a pocos kilómetros de donde nos sentamos está Um el-Hir, otro pequeño pueblo palestino donde en 2007 fue detenido Nawi por protestar contra la demolición de una chabola de lata. Aunque toda la protesta se filmó, los policías de fronteras afirmaron que Nawi los atacó durante los pocos segundos en que entró corriendo en la choza y que por eso no se ve en el vídeo.

Hay que resaltar dos puntos. Primero, la película muestra claramente cómo unos minutos antes Nawi tomó una piedra de las manos de una mujer palestina y la lanzó al suelo para que ella no la empleara contra la policía. Segundo, alguien que esté familiarizado con la policía israelí de fronteras sabe que si Nawi realmente hubiera atacado a los oficiales es poco probable que hubiera sido capaz de salir andando de la choza.

Afirmaciones como éstas no convencieron al juez Eilata Ziskind, que condenó Nawi. Basado únicamente en los testimonios de los oficiales, Ziskind condenó a Nawi a un mes de cárcel y a un período de prueba de tres años más, durante los cuales si lo cogen insultando a un oficial, perturbando el orden público, participando en una protesta ilegal, etc., inmediatamente será encarcelado durante seis meses más.

Esta sentencia no es un asunto menor. El tribunal israelí ha decretado básicamente que el único modo legítimo de oponerse a la ocupación es permanecer a la orilla de la carretera con algún tipo de cartel. Cualquier forma de de desobediencia civil o acción directa, como tumbarse frente a una excavadora que esté construyendo el muro de separación o demoliendo una casa, recoger aceitunas en un campo o acompañar andando a los niños palestinos a la escuela en un área que haya sido declarada zona militar cerrada, ahora es objeto de un duro castigo.

Así, la sentencia de Nawi indica un desarrollo relativamente reciente en cuanto a la limitación de la resistencia a formas sumamente pasivas de protesta. Y, en algunos casos, incluso este tipo de protestas están prohibidas, como en Sheijk Jarrah, donde se detiene repetidamente a los activistas simplemente por manifestarse contra la confiscación de viviendas palestinas en Jerusalén Este.

Como expresó Nawi durante el picnic, en un país donde las leyes son inmorales, la resistencia pasiva es obligatoria; por lo tanto, continúo, no pasará mucho tiempo antes de que muchos de vosotros os unáis a mí en la cárcel. Mientras se alejaba miré hacia los soldados que apostados en una colina cercana nos miraban fijamente preguntándome si, pronto, también los picnics se considerarán actos de desobediencia civil.

Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/may/25/political-picnics-israel-palestine