Israel no permite la entrada de antibióticos, soluciones intravenosas ni material quirúrgico en la sitiada Gaza a pesar del alto el fuego decretado hace dos meses. Los médicos improvisan mientras Israel bloquea la entrada de suministros médicos esenciales en Gaza.
Tras haber sido implacablemente diezmado por bombas y privado de ayuda médica durante la guerra genocida de Israel, el sistema sanitario de Gaza sigue al borde del colapso a pesar de casi dos meses de alto el fuego.
Los médicos en el enclave devastado y sitiado por la guerra dicen que están luchando por salvar vidas en una situación muy difícil porque Israel no permite la entrada de los suministros médicos más esenciales. Se permite la entrada de dulces, teléfonos móviles e incluso bicicletas eléctricas, pero los antibióticos, las soluciones intravenosas y los materiales quirúrgicos están prohibidos.
«Nos enfrentamos a una situación en la que el 54 por ciento de los medicamentos esenciales no están disponibles, y el 40 por ciento de los fármacos para cirugías y atención de urgencias —los mismos medicamentos de los que dependemos para tratar a los heridos— tampoco están disponibles», declaró el Dr. Munir al-Bursh, director general del Ministerio de Salud de Gaza, a Al Jazeera.
El Ministerio de Salud describe la escasez como «sin precedentes», afirmando que Israel permite la entrada a Gaza por semana solo cinco camiones que transportan suministros médicos. Tres camiones entregan suministros a organizaciones internacionales como la ONU y sus socios, y solo dos a hospitales gestionados por el gobierno. Esa cifra es una fracción diminuta de la ayuda que Israel está obligado a suministrar a Gaza bajo el acuerdo de alto el fuego, afectando a otras áreas de la vida palestina.
La guerra genocida de Israel contra Gaza continúa sin freno, con unas 600 violaciones del alto el fuego en estos dos meses. «Al menos 600 camiones deberían entrar en la Franja de Gaza cada día, pero lo que entra es muy poco», dijo Hind Khoudary de Al Jazeera, informando desde la ciudad de Gaza. «El gas de cocina solo está al 16 por ciento de lo necesario; hay escasez de refugios, tiendas de campaña, lonas y todo lo que los palestinos necesitan para protegerse de la lluvia. Vemos a la gente recogiendo leña, cartones y cualquier cosa con la que puedan encender un fuego.»
Las personas que padecen enfermedades crónicas son las que más sufren el peso de tales restricciones. Naif Musbah, de 68 años, que vive en el campo de refugiados de Nuseirat, tiene cáncer de colon, y los suministros que necesita para ser tratado no están disponibles. «Necesito bases y bolsas para colostomía para poder fijarlas al estómago y al dispositivo y poder evacuar. No están disponibles, ni tampoco las bases, y acabamos ensuciándonos. La situación es extremadamente difícil. Tampoco hay gasas, compresas frías, cinta adhesiva, guantes ni solución desinfectante – nada», dijo Musbah a Al Jazeera.
Sin forma de gestionar su condición, el palestino enfermo dice sentir que la guerra le ha robado la dignidad. Mientras tanto, los médicos han estado improvisando con lo poco que les queda, mientras las familias de los pacientes buscan objetos sencillos para facilitar la vida de sus seres queridos, cosas que, dicen, no deberían ser tan difíciles de encontrar.
Durante la guerra genocida de Israel —que ha durado más de dos años— casi todos los hospitales y centros sanitarios de Gaza fueron atacados, con al menos 125 centros de salud dañados, incluidos 34 hospitales. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 1.700 trabajadores sanitarios, incluidos médicos, enfermeros y paramédicos, también han muerto en ataques israelíes.