Un consejo de guerra pretende condenar a cadena perpetua al uniformado que filtró a Wikileaks los videos que documentaban las masacres cometidas por el Pentágono.
El director de cine Oliver Stone ya dictó su sentencia cuando en la campaña informativa «I am Bradley Manning» alertó a sus compatriotas que: «Tengan en cuenta que es muy difícil para un soldado de bajo rango volverse contra sus oficiales después de ver un crimen de guerra». El creador de Pelotón no es la única celebrity de Hollywood que considera injusto el juicio militar que un consejo de guerra comenzó esta semana en la unidad militar de Fort Meade (Maryland, a unos 50 kilómetros al noreste de Washington) contra el soldado Manning por haber filtrado información sensible a la organización Wikileaks cuando trabajaba en la ocupación de Irak como analista de espionaje.
Pero, como Stone ni los actores Russell Brand, Peter Sarsgaard, Maggie Gyllenhaal o los 61 mil activistas que firmaron una solicitud en Internet para que el soldado de Oklahoma sea candidato al Premio Nobel de la Paz por su ayuda clave en el destape periodístico del Pentágono más importante de la historia son magistrados, la suerte de Manning parece estar en manos de una cúpula castrense que vio en él al chivo expiatorio perfecto para implementar la condena que, por ejemplo, el líder Julian Assange evitó refugiándose en la embajada de Ecuador en Londres.
En ese sentido, Daniel Ellsberg, el antecesor de Assange en la cruzada por la democratización de la información tras publicar en 1971 los históricos papeles del Pentágono, fue contundente cuando expresó su vaticinio sobre el futuro penal de Manning: «Barack Obama dijo públicamente que era culpable. Sería absurdo no llegar a la conclusión de que cualquier consejo de guerra no se vería influido por esas alegaciones por parte del comandante en jefe del Ejército».
En términos estrictamente informativos, la corte marcial de Fort Meade comenzó a principios de junio en Maryland un proceso penal demorado más de tres años desde que Manning fue detenido en mayo del 2010 en Irak. El soldado de Oklahoma, de sólo 25 años, admitió haber acercado a Wikileaks más de 700 mil documentos clasificados y se declaró culpable de 10 de los 22 cargos que se le imputan. Sin embargo, la fiscalía busca probar que Manning ayudó al enemigo y que violó la ley de Espionaje de 1917, lo que lo llevaría a pasar toda su vida tras las rejas. Paralelamente, la defensa del acusado quiere visualizar que su cliente sólo intentaba demostrar cómo el Pentágono aplicaba métodos de guerra sucia en Irak y que, en ningún momento, un sentimiento antipatriótico lo movilizó a conectarse con Assange.
En ese sentido, el abogado de Manning consiguió un testimonio revelador en la segunda audiencia del juicio cuando logró que el hacker Adrián Lamo -la persona que lo delató al Ejército tras conocer de boca de Manning que iba a revelar información sensible- reconociera que en ningún momento escuchó al soldado procesado decir que «quería ayudar al enemigo». Es más, cuando el mayor Thomas Hurley le preguntó al testigo Mark Johnson, el hombre que incautó la laptop de Manning en la base militar de Bagdad, si había encontrado en la computadora personal de Bradley Manning algún archivo o material que indicara odio hacia los Estados Unidos, contestó: «No, no encontramos nada».
Ahora bien, según la especialista Marjorie Cohn, ex presidenta de la Asociación Nacional de Abogados y autora del libro Los Estados Unidos y la tortura: Interrogatorios, encarcelamiento y abuso, en «los Asuntos Diarios del Ejército de los Estados Unidos, artículo Nº 27-1, se habla de la obligación de informar acerca de todas las violaciones de la ley de la guerra. En su audiencia de declaración de culpabilidad, Manning explicó que había ido a su cadena de mando y pidió que se investigase el video Asesinato Colateral y otros de pornografía bélica, pero sus superiores se negaron. Estaba preocupado por la actuación respecto a los niños heridos, aclaró Manning, que también destacó que estaba molesto porque los soldados que aparecen en el video parecía que no valoraban la vida humana al referirse a sus objetivos como bastardos muertos».
La declaración de Manning citada por Cohn hace referencia al primer hit de Wikileaks en la web cuando hicieron público el video Collateral Murder, que dio la vuelta al mundo por YouTube. En esa pieza fílmica se muestra a un helicóptero de ataque Apache estadounidense matando a doce civiles e hiriendo a dos niños sobre el terreno en Bagdad en 2007. A continuación, el helicóptero dispara y mata a la gente que trataba de rescatar a los heridos. Por último, un tanque de EE.UU. pasa por encima de uno de los cadáveres, cercenándolo por la mitad. «Estos actos constituyen, por separado, tres crímenes de guerra», concluye la abogada Marjorie Cohn.
Por último, se espera que el juicio dure doce semanas -el 23 de agosto es la fecha fijada para su conclusión-, con el testimonio de más de 150 testigos, aunque 24 de ellos lo harán de forma confidencial. Pero, mientras tanto, si bien las audiencias establecen muchos cercos al trabajo periodístico, los pocos corresponsales acreditados en el lugar ya comenzaron a testimoniar el juicio militar más importante en la historia norteamericana post guerra de Vietnam. «Manning, el héroe o el traidor -depende de con quién se hable-, parecía más diminuto que nunca y cuesta imaginar que ese joven de aspecto aniñado sea el culpable de haber puesto en jaque a la diplomacia norteamericana y ridiculizado al ejército de EE.UU.», taquigrafió, por ejemplo, el último viernes Yolanda Mogue, corresponsal del diario madrileño El País en Fort Meade. Resulta paradójico pero Obama, tras comprobarse cómo la mayor empresa telefónica de los EE.UU. espía por orden la Casa Blanca a los ciudadanos y tras certificarse que las agencias de inteligencia monitorean a las agencias periodísticas estatales, ya dictaminó que Manning es un topo al servicio del enemigo.
Fuente: http://sur.infonews.com/notas/juicio-y-castigo-manning