Con un poco de retraso, los ciudadanos europeos podemos compartir ya con los de Estados Unidos la vigilancia de «Gran Hermano». No se trata, por supuesto del programa de televisión que pretende hacer una parodia de la violación masiva de nuestros derechos civiles. Se trata de la realidad misma convertida en un programa de la […]
Con un poco de retraso, los ciudadanos europeos podemos compartir ya con los de Estados Unidos la vigilancia de «Gran Hermano». No se trata, por supuesto del programa de televisión que pretende hacer una parodia de la violación masiva de nuestros derechos civiles. Se trata de la realidad misma convertida en un programa de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EE UU.
El periódico US Today acaba de revelar que la NSA ha recopilado decenas de millones de teléfonos y el tiempo de sus llamadas dentro de EE UU . Ya en el mes de diciembre, el New York Times desveló que la NSA estaba escuchando el contenido de las conferencias de ciudadanos de EE UU con otros países sin contar con las órdenes judiciales oportunas. El semanario Newsweek dedica su última portada y su principal artículo a hacer un brillante resumen de esta violación masiva de los derechos constitucionales en EE UU.
Al frente de toda esta operación estaba el General de aviación Michael Hayden, director de la NSA hasta que hace unos días el Presidente Bush le designó para dirigir la CIA. El anterior Director de la CIA, Porter J. Goss ha dimitido sin dar ninguna explicación. Aunque motivos no faltan, desde Guantánamo a los «vuelos secretos de la CIA», en un gigantesco sistema de violación de los derechos humanos, en nombre la lucha contra el terrorismo internacional, inasumible públicamente por los aliados de EE UU.
O al menos eso parecía hasta ahora.
El origen de «Gran Hermano»
Tras los ataques de Al Qaeda de 9/11 del 2001, el Presidente Bush firmó varias Directivas Presidenciales de Seguridad Nacional sobre control y seguimiento de llamadas telefónicas y otros medios de comunicación electrónicos que ampliaban considerablemente la Directiva 18 sobre inteligencia de comunicaciones de 1980. Varios senadores y congresistas fueron informados de los nuevos protocolos de actuación de las agencias de inteligencia en el terreno de las comunicaciones, incluyendo su seguimiento y grabación sin el preceptivo mandato judicial. Pero nadie protestó en el marco de una movilización nacional contra el terrorismo que parecía aconsejar sacrificios en las libertades públicas a favor de la seguridad.
Las primeras en colaborar fueron las compañías telefónicas. Según el testimonio del técnico de AT&T Mark Klein, esta compañía desarrollo un sistema de seguimiento específico para la NSA en sus propias instalaciones de San Francisco. Y también se sumaron al esfuerzo Verizon y Bell South. Otra gran compañía, Qwest, se negó a colaborar y exigió de la NSA garantías jurídicas sobre sus pretensiones. Las compañías que colaboraron y fueron pagadas por sus servicios a la NSA se encuentran hoy bajo la amenaza de las demandas judiciales de sus clientes.
El problema de esta eficacia tecnológica por parte de la NSA es que puede llegar a producir 650 millones de escuchas diarias en todo el planeta. Pero la capacidad de análisis humano de esta información es muy inferior. El General Hayden intentó superar este obstáculo de nuevo con más tecnología, desarrollando un programa de selección computarizado con el nombre clave de «Trailblazer» a partir de las experiencias de las compañías de marketing electrónicas. El experimento, a pesar del fuerte presupuesto destinado, al parecer ha sido un fracaso. Tanto es así, que la NSA fue incapaz ya antes del 11/S de analizar dos mensajes telefónicos interceptados a Al Qaeda en Afganistán un día antes: «El partido comienza mañana» y «Mañana es la hora cero». De hecho, no fueron traducidos hasta el día 12.
En septiembre del 2004, el Departamento de Justicia comenzó a objetar legalmente a las escuchas en territorio de EE UU sin mandato judicial. Y abrió una investigación, con apoyo de senadores y congresistas, que tuvo que ser cancelada cuando el Departamento de Defensa no concedió a los funcionarios de Justicia las credenciales de seguridad necesarias para revisar sus expedientes.
Estas cosas no pasan en Europa… ¿o sí?
La idea general de que estas violaciones de los derechos civiles son imposibles en la Unión Europa no pasa de ser un prejucio. De hecho, las legislaciones de los estados miembros en materia de seguridad y privacidad de las comunicaciones ofrece todo tipo de lagunas y las «razones de estado» son esgrimidas y aplicadas sin el sistema de garantías constitucionales y judiciales de EE UU. Gran Bretaña modificó con gran oposición en el parlamento su legislación para facilitar la lucha contra el terrorismo internacional, pero no pudo hacerlo por segunda vez.
Sin embargo, en febrero de este año, la Comisión aprobó una directiva para la retención durante seis meses de todos los registros de las llamadas y comunicaciones por correo electrónico durante seis meses. Según el periódico sueco Sydsvenskan, una semana más tarde, el 2 de mayo, tuvo lugar una reunión de alto nivel de funcionarios europeos y de EE UU en la que la delegación Norteamérica -según la minuta europea de la reunión- informó de su interés de tener acceso a la información registrada por las compañías europeas y poder integrarla en su programa de seguimiento y escuchas. Los representantes austriacos de la presidencia comunitaria de turno aseguraron que los acuerdos existentes permitían el acceso a esta información a los EE UU.
Efectivamente, los acuerdos actuales permiten que el FBI solicite de cualquier fiscalía de un estado miembro información sobre comunicaciones de ciudadanos de la UE, que esta puede facilitar tras requerirla legalmente a las compañías de telecomunicaciones.
El precedente de los «vuelos de la CIA»
Es probable que el escándalo producido en EE UU y el debate en el Congreso, con sus consecuencias en período preelectoral, dificulten sobremanera la continuación del programa de escuchas ilegal de la NSA. Pero el programa ha existido y la colaboración europea parece estar fuera de toda duda. Los estados miembros de la Unión Europea padecen un fuerte «síndrome de compensación» con la Administración Bush por su falta de apoyo real en Iraq, con la excepción evidente de Toni Blair. Los resultados de las investigaciones abiertas por el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa sobre los vuelos clandestinos de la CIA para trasladar prisioneros a cárceles secretas para ser torturados no ofrece ninguna duda de hasta donde se puede llegar en esta complicidad cuanto menos pasiva. Y en algunos casos mas que activa, facilitando la propia cárcel, los torturadores y los ciudadanos europeos de religión musulmana para ser torturados.
Convendría por lo tanto preguntar formalmente en sede parlamentaria a los gobiernos europeos hasta que punto están dispuestos a colaborar o han colaborado con los programas norteamericanos de intercepción y seguimiento de comunicaciones. Exigir la inmediata abolición de la directiva europea de almacenamiento de información sobre comunicaciones electrónicas, esclarecer si en el caso del estado español estas escuchas se están regulando por la muy laxa ley de creación del CNI o si la Fiscalía General mantiene el control sobre las mismas.
Mientras tanto, la próxima que hable por teléfono, envíe un correo electrónico o un SMS sobre política a sus amigos acuérdese de saludar en inglés.